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NATACIÓN

Popovici quiere montar un centro de desintoxicación

El campeón olímpico del 200 libres desea ayudar a personas adictas “al juego, la bebida o las drogas”. Y también idea un clínic para enseñar a los niños a nadar, y así evitar ahogamientos.

Popovici quiere montar un centro de desintoxicación
CLODAGH KILCOYNEAFP

Cuenta David Popovici, durante un evento publicitario en Bucarest, que pese a siendo pequeño “muchos percibieron el talento que tenía”, enseguida se dio cuenta de que solo llegaría a lo más alto “trabajando más duro que los demás”. Un mensaje de cultura del esfuerzo acorde a sus logros, desde que irrumpió con fuerza en 2022 hasta este pasado verano, en que se colgó el oro olímpico en París 2024 en los 200 metros libres, el bronce en los 100, y se proclamó campeón de ambas distancias en los Europeos de Belgrado. “La pregunta que me hago es si valió la pena todo lo que sacrifiqué para llegar aquí. Ahora entiendo que sí, que valió definitivamente la pena”, sentencia.

Pero no solo le compensa al nadador rumano su esfuerzo para subir al podio, para ser una cara más que reconocida en su país y en el mundo entero. También quiere devolverlo a la sociedad en forma de acciones, una vez se retire (acaba de cumplir 20 años, el pasado día 15). “Me gustaría que en mi país hubiera un verdadero centro de desintoxicación, porque no existe, para adicciones leves o graves, ya sea por el juego, la bebida o las drogas”, explica Popovici, quien lamenta que “en Rumanía no se habla mucho de ello y eso que hay mucha gente afectada. La mayoría de personas con adicciones abandona mi país porque hay mejores centros por Europa, aunque no todo el mundo puede pagarlos”.

No es, sin embargo, ese centro de rehabilitación el único anhelo que se propone cumplir el campeón mundial una vez abandone la natación en activo. “También me gustaría que cada vez se ahogaran en el mar en menor número posible de niños. Me gustaría tener mi piscina, mi campo base, para enseñar a los niños a nadar, para que no se ahoguen, para que puedan ir a la playa y los padres no tengan que estar continuamente estresados pensando que se los llevará una ola”, manifiesta.

Hasta que ese momento llegue, trata Popovici de “seguir mejorando”, con un Mundial de piscina corta a la vista este próximo diciembre, en Budapest, y sobre todo los Mundiales de piscina olímpica el próximo verano en Singapur. Y, fuera del agua, también ha cambiado su chip.

“A veces es agotador, cuando estoy tratando de pasear y relajarme, y vienen 100 ó 200 personas a pedirme fotos o autógrafos. Hace apenas dos o tres semanas que aprendí a negarme. Antes me daba miedo, pensaba que la gente me tomaría por alguien arrogante o insensible, pero se lo han tomado bien. Me he quitado un peso de encima”, reflexiona. Aunque remacha: “Eso, en cualquier caso, no es un problema real, como sí lo son los que decía antes: las drogas y la cantidad de niños que se ahogan”.

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