Boxeo | Mundiales

Plata histórica, futuro de oro: Rafa Lozano, subcampeón del mundo

El español cae en la primera final del boxeo español en unos Mundiales. A sus 20 años, e hijo del mito y seleccionador nacional, ya fue diploma en los Juegos de París.

Rafa Lozano durante los Mundiales.
World Boxing
Albert Sancho
Nació en Alcanar (Tarragona) en 1998. Licenciado en Periodismo y Ciencia Política. En AS desde 2020, es redactor en Más Deporte. Con vocación polideportiva, ha cubierto presencialmente desde la Titan Desert a los Juegos Olímpicos de París. En 2023, fue premiado por su atención sobre la información paralímpica. En 2024, por la Federación de Remo.
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Nada más terminar el combate, Makhmud Sabyrkhan, victorioso, le señaló y le dedicó unas palabras cara a cara. Desde la distancia, no se le podían leer los labios, pero el mensaje estaba claro. “Qué bueno vas a ser, chaval”, vino a decirle el kazajo a Rafa Lozano Jr. Este domingo, el púgil español cayó en la primera final del boxeo español en unos Mundiales (-55 kg). Tras un primer asalto ajustado, se revolvió en el segundo y, finalmente, terminó sucumbiendo ante un muro mayúsculo, un rival con dos medallas planetarias (ahora, tres). En Liverpool, no pudo ser, pero será. Al menos, es lo que invita a pensar lo visto en los últimos días. Y en los últimos años, porque el El Balín, hijo de El Balita, mito y seleccionador nacional, lleva tiempo avisando. La plata es histórica (el tope de España eran siete bronces), pero el futuro es de oro.

Lozano Jr. ya fue el primer español en conseguir una medalla en unos Mundiales Júnior (un bronce en 2022). El año pasado, dejó claro que estaba para retar a los mayores. El talento andaluz (Córdoba, 20 años) fue podio en el Europeo absoluto y terminó los Juegos Olímpicos de París entre lágrimas. Fue diploma, pero cayó en un combate por el bronce que sintió injusto. “No es una excusa, pero yo no me he visto perdedor...”, repetía ante la prensa, aún tocado emocionalmente, y con el apoyo de su padre, bronce en Atlanta 1996 y plata en Sídney 2000. Tiene el carácter y los genes.

Lo volvió a demostrar en Liverpool, desde su debut hasta la final, a la que salió sonriendo y saltarín, con Rafa Lozano sénior cubriéndole las espaldas. Le echaron un poco de agua en su mirada, felina como sus movimientos, y se apoyó brevemente en una de las esquinas del cuadrilátero. Muchos pensamientos en muy poco tiempo. Los plasmó en un primer asalto muy maduro, en el que analizó antes de pasar a la acción. El Balín, más resguardado, radiografiaba a un Sabyrkhan agresivo. Una vez lo tuvo claro, dio un paso al frente. Conectó un croché de derechas, muy limpio, y un recto de izquierdas, con el que él mismo se sorprendió, como mejores golpes. Su oferta, sin embargo, fue insuficiente para igualar lo cedido.

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Necesitaba más. Y Lozano Jr. empezó el segundo asalto desenfadado. Con menos respeto, pero también asumiendo más riesgos. Sus ráfagas iniciales obligaron al campeón kazajo a cambiar su guardia, pero la energía se acabó. Sabyrkhan, imperturbable, apagó rápidamente la rebelión y, en los últimos minutos, sólo tuvo que contemporizar para quedarse una victoria clara (5-0 para los jueces). Otro aprendizaje para El Balín y otro éxito para el boxeo español, que está volviendo a épocas doradas. Se fue de París con dos medallas olímpicas y se irá de Liverpool con dos medallas mundiales, con Enmanuel Reyes Pla (-90 kg), El Profeta, como repetidor (bronce en los Juegos y ahora).

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