Paula Leitón: “Mi condición física me salvó la vida”
La campeona olímpica narra en ‘XXL’, un libro que derrocha personalidad, su lucha contra el bullying y la gordofobia. “Pasé de niña a adulta, la adolescencia me la salté”, afirma en AS.

Cuando Paula Leitón (Terrassa, 27-04-2000) nació, a su madre le dijeron que sería una niña pequeña. Dos años después, ya rompía todos los percentiles. A los 12, jugaba en División de Honor de waterpolo. Con 15 era internacional con la Selección española, donde sus compañeras (familia ya) la bautizaron como el “bebé gigante”, por su cara aniñada en contraste con su rotunda anatomía, que la llevó a ser la boya titular a los 17. Y así, hasta colgarse el oro olímpico.
Pero ese día, en que todo debía ser felicidad, comenzaron los insultos. La gordofobia. Y su firme reacción, que ahora amplía, explica y desmenuza en XXL, del oro olímpico a la lucha contra la gordofobia (Plataforma Editorial), un libro en el que explica su historia, impactante y humana, con el bullying entrelazándose con el éxito. Y con una personalidad más grande que su envergadura. Antes de afrontar el camino hacia el Europeo de Funchal 2026, el próximo reto de las Guerreras, se sienta con AS en el CN Atlètic Barceloneta, su club desde esta temporada.
¿El libro es una necesidad suya de expresarse, un encargo o ambos?
Las dos cosas. Unos meses después de los Juegos se puso en contacto conmigo la editorial, Plataforma, porque creían que yo tenía que dejar por escrito mi historia, lo que me había pasado y todo lo que estoy haciendo. Lo de escribir un libro se me había pasado por la cabeza, y cuando se presentó la oportunidad pensé que era un buen momento. Podía salir algo muy bonito y que fuera de ayuda para mucha gente, así que fue un sí rotundo.
¿Está recibiendo ese retorno de gente que se siente ayudada?
La verdad es que sí. Estoy recibiendo muchísimos mensajes por redes sociales que me dan las gracias por explicar cómo una deportista ha llevado algo que le pasa a muchas niñas y niños. Este libro no son las ventas que tenga, porque no voy a vivir de ello, sino toda la gente a la que pueda llegar. Me llena que me aborde por la calle un padre que me cuenta que no sabían cómo ayudar a su hija, y que gracias al libro está verbalizando lo que le pasa, que está pidiendo ayuda, y me pide que siga por ese camino.
Está logrando algo grande. Y eso que, cuando nació, les dijeron a sus padres que usted iba a ser pequeñita…
(Ríe) Sí, nací con tres kilos y 48 centímetros, y mi madre siempre me cuenta que, por ello y por el crecimiento durante el embarazo, un médico le dijo que iba a ser pequeña. Y eso que en mi familia son altos: mi madre mide 1,82 y mi padre, 1,80. Pero a los dos años ya me salía de la gráfica del percentil, para no volver nunca más. Así que mi madre me llevó a ese mismo médico y le dijo: “Aquí tienes a la niña que iba a ser pequeñita”. A los diez años, ya medía 1,80.
Por eso imaginamos que, aunque empezó haciendo natación, fue una de las pioneras en los equipos femeninos del Club Natació Terrassa.
Fue en benjamines. Nadaba, pero los deportes individuales nunca me han gustado, tampoco competir contra mí misma. Se nos presentó esa oportunidad de montar un equipo femenino con el grupo de amigas que habíamos formado, y dijimos ¿por qué no? Competíamos contra equipos masculinos o mixtos. Era el año 2009, di el paso a probar en el waterpolo… y hasta el día de hoy que no he salido de la oficina.
Y eso que no debía de ser fácil cuando, por su corpulencia, hasta algún padre gritaba que usted no debía jugar porque creía que era mayor.
Uff, sí, me acuerdo perfectamente. En esas categorías, entras a la piscina en fila y vas cogida del entrenador, y yo era igual de alta que él, teniendo diez años. Ese día me pidieron el DNI porque un padre se había quejado de que yo no tenía la edad del resto. Total, que mi madre tuvo que bajar corriendo con mi DNI para demostrar que sí la tenía. Y mi entrenador alucinaba: ¿pero cómo iban a alinear a una jugadora que incumpliera las normas?
¿Son más crueles los otros niños o algunos adultos?
Yo siempre he dicho que el problema no son los niños, que son inocentes, que no te van a decir que como eres más grande no puedes jugar. El problema es que un padre piense que estás haciendo trampa cuando es un deporte de formación, para encontrar tus círculos, para pasártelo bien. Claro que al final entra la competitividad, pero decirle eso a una niña de diez años…
El problema no son los niños, el problema es un padre que estás haciendo trampa en un deporte de formación".
Paula Leitón
Y a los 12 debuta ya en División de Honor.
Sí. Siendo alevín, me hicieron la ficha para jugar con el equipo absoluto, justo cuando las chicas de la Selección acababan de ganar la plata en los Juegos de Londres. Me acordaré siempre porque esa temporada, con 12 años, jugaba ante mis referentes de la Selección.
Pero es que también con la Selección fue precoz. Maica García siempre le recuerda, tal como se explica en el libro, que llegó con una camiseta de Mickey Mouse, como una niña grande.
Cumplí los 15 años con la Selección. Siempre me decían que era como un bebé gigante. Al final, era una niña que había llegado a un grupo de mujeres con 25 ó 30 años.
¿Qué queda de aquella Paula?
De esa niña sigue quedando la ilusión de cada día de seguir tirándome a la piscina, de seguir consiguiendo grandes retos, esa ambición que he tenido siempre por estar en lo más alto, por conseguir lo máximo. Y también queda esa parte trabajadora que me ha llevado ahí, porque a lo mejor hay jugadoras con mucho más talento que yo, pero a mí esa constancia me ha llevado a tres Juegos y a colgarme el oro olímpico.
También ha tenido una madurez precoz, si me permite el oxímoron, porque con 17 años, en el año sabático de Maica García, usted era la boya titular de la Selección española.
Sí, me tocó madurar, yo siempre he dicho que pasé directamente de niña a adulta, la adolescencia me la salté. Ese año (2017) me tocó coger el toro por los cuernos, dar un paso importante en el equipo y estar más cerca de las veteranas, con 17 años, que de las que acababan de llegar a la Selección.
Pasé directamente de niña a adulta, la adolescencia me la salté“.
Paula Leitón
En esas que empezó a bajar de peso. ¿Qué le ocurrió?
Muchas veces en el deporte te piden estar en un cierto peso, en determinada masa de músculo, porque es necesario para tener el mejor rendimiento. Pero es verdad que en 2017, cuando me pidieron asumir esa responsabilidad, empecé a perder peso por las horas de entrenamiento y notaba que no podía con mis defensoras, que no tenía fuerza por mucho que aguantara más. Y al mismo tiempo, la gente me decía “¡qué guapa!”. Al principio, me lo empecé a creer. Pero luego me di cuenta de que no me encontraba bien, que mucha gente veía lo de fuera mientras lo importante, que es el deporte, no me estaba yendo bien. Tuve que encontrar el equilibrio.
Pues no quiero ni imaginar si eso mismo le sucede a una chica de 17 años que no tiene las ideas tan claras.
Claro, te lo repiten tanto, ves que te aceptan por estar más delgada, que al final a lo mejor te crees que ese es el camino. Mi suerte fue el deporte, y que sabía que debía encontrarme bien para poder competir.
Ves que te aceptan por estar más delgada, te lo repiten tanto, que al final te crees que ese es el camino".
Paula Leitón
¿Hasta que punto le marcó la fractura en un pie en 2015, que no fue jugando, sino porque le cayó una mesa encima cuando celebraba la plata en un Europeo Sub-21?
La verdad es que como deportista te puedes esperar una lesión, forma parte de nuestro mundo, pero no tanto cuando llega en una situación así. Tuve que estar seis meses parada, con un pie roto, sin poder ni siquiera tirarme al agua. Y eso para alguien tan acuático supone muchísimo tiempo.
Peor fue lo del Covid. En XXL explica, y resulta muy impactante, que estuvo grave, lo que le comportó dos semanas de ingreso hospitalario, y aún gracias.
Pues sí. Los médicos me dijeron literalmente que me salvó la vida mi condición física, el hecho de ser deportista. Llegué al hospital de Manresa, donde trabajan los médicos de la Selección, con un 46 por ciento de oxígeno en sangre. Mi cuerpo no me obedecía. Sufrí una pulmonía doble, era tremendo cuando me enseñaban la cantidad de líquido que tenía en los pulmones. Después, la medicación, el tiempo ya en casa entre cuatro paredes… Para todo el mundo fue difícil volver a los entrenamientos tras el confinamiento, porque el planeta se había detenido, pero a mí me costó el doble, mi cuerpo ya no era el mismo.
En el libro lamenta que, aunque en París 2024 se establecieron pases a la villa olímpica para familiares de deportistas, en su caso no se les permitió.
Sí, y se puede llegar a entender porque allí íbamos a competir, pero a la vez teníamos la posibilidad de compartir un sueño con quienes más nos quieren, porque no sabes si eso se va a repetir algún día, y en unos Juegos que al fin no eran en la otra punta del mundo, sino aquí a lado. Es un poco egoísta, pero al final por suerte todo fue bien.
Aunque no hubiera despedida de Miki Oca como seleccionador. ¿Ni siquiera este pasado verano en Singapur, cuando coincidieron con su nuevo equipo, China?
No allí hubo normalidad, un “¿qué tal estáis?” y poco más. Lo de la salida me pareció triste. La gente no se cree que las jugadoras nos enteramos por las redes sociales, por las noticias que se publicaron. Pero así fue. Es lícito que cada uno elija dónde seguir su trayectoria, solo faltaría, yo misma he cambiado esta temporada el Sabadell por el Barceloneta, pero un “chicas, me voy, que vaya todo bien” o “ha sido un placer todo este camino”... Espero que en algún momento llegue, aunque sea tarde.
Me pareció triste; la gente no se cree que las jugadoras nos enteramos por las redes sociales, pero así fue".
Paula Leitón
Por cierto, ¿dónde guarda su medalla de oro olímpica?
(Ríe) La guardo en un calcetín. Como aún tengo que llevarla de un lado a otro, la llevo en el calcetín, que es más cómodo y así no se ralla. Sé que no es el mejor sitio, por eso le estoy buscando una funda un poco más mona, porque a veces la saco delante de la gente y se quedan boquiabiertos, no por la medalla, sino por el calcetín.
Hay una frase de su madre que me parece el resumen perfecto de tu mensaje al mundo: “Paula, tú no eres la distinta, los distintos son los otros”.
Mi madre ha intentado inculcarme un montón esa frase, en el sentido de que cada individuo es único, no hay dos personas iguales ni nadie diferente al otro. Nadie es mejor ni peor que los demás. Yo no soy diferente por ser grande, los diferentes son los demás por su visión pequeña.
Casi un año y medio después del oro olímpico, y con el libro de por medio, ¿sigue recibiendo en las redes sociales mensajes de gordofobia?
Pues mire, si los sigo recibiendo no los he visto. Y si los viera los seguiría ignorando, para no darle voz a esta gente que va a hacer daño. Los que sí estoy recibiendo son mensajes bonitos, de apoyo.
¿Por qué cree que hay gente así, que le ve ganar una medalla de oro y en lugar de alegrarse, o irse a otro tema, va a por usted?
No sé si es envidia, pero a veces es más fácil meterse con otra persona para evadir nuestros propios problemas que hacer un poco de introspección, buscar ayuda para nosotros mismos. Es más sencillo coger un móvil, sentado en el sofá de casa y despotricar desde una cuenta anónima para sentirte mejor, en lugar de ponerse en la situación del otro y pensar qué estoy enviando, cómo lo recibirá. Porque las palabras lanzadas con maldad pueden causar mucho daño.
Es más fácil meterse con otra persona para evadir nuestros problemas que hacer introspección y buscar ayuda".
Paula Leitón
Su vida ha cambiado mucho, también en lo deportivo. ¿Cómo le va su primera temporada en el CN Atlètic Barceloneta, de ganarlo todo con el CN Sabadell a un proyecto emergente?
Pues sí, he tenido la suerte de haber ganado todos los títulos que se podían ganar, a nivel nacional y la Champions, y se me presentó la oportunidad de dar este cambio al Barceloneta, con nuevos retos. Y me dije, ¿por qué no? Tengo 25 años, estoy en uno de los mejores momentos de mi carrera, y por qué no ayudar a un club que quiere hacer una apuesta, que quiere estar en lo más alto igual que ha hecho el masculino, que lleva tantísimos años arriba. Eso es lo que nos mueve a los deportistas: nuevos retos, nuevos objetivos. Y con Chus (Martín, el entrenador) nunca había trabajado, y me hacía ilusión. Creo que se puede hacer algo grande, construir un equipo para llegar a lo más alto.
¿Se siente líder?
Sí, y tanto que me siento líder. Este es un equipo muy joven, imagínese, para que yo sea una de las veteranas… Y también estamos jugando en competición europea por primera vez en la historia del club. Sobre todo puedo aportar experiencia para dar pasos pequeños y firmes de la mano del club. No pretendemos ganar ahora la Liga, somos conscientes del trabajo que tenemos por delante, primero para mejorar, y después, para aspirar a ser las mejores.
¿Y en la Selección? ¿También es aplicable lo de llegar a lo más alto?
Bueno, me falta el oro mundial, no soy campeona del mundo.

París fue ayer, pero es que en poco más de dos años estamos en Los Ángeles. Y un año antes, queremos ese oro mundial que solo se consiguió en Barcelona 2013″.
Paula Leitón
Por eso lo decía: tiene el oro europeo, el olímpico, que es el no va más, y le falta el mundial. ¿Eso es lo que la mantiene con ambición para jugar con España?
Yo he ganado el oro olímpico con un equipo de 13 jugadoras que en los siguientes Juegos será diferente. Es decir, la ambición del equipo seguirá siendo igual o mayor, pero el grupo humano habrá cambiado: nuevo seleccionador, compañeras nuevas, unas que no habrán vivido esa situación olímpica, otras que sí… Y al final, es mi segunda familia. Lo que me mueve es conseguirlo con ellas, es luchar y trabajar cada día para poder llegar de la mejor forma a 2028. París fue ayer, pero es que en poco más de dos años estamos en Los Ángeles. Y un año antes, en 2027, queremos ese oro mundial que solo se consiguió en Barcelona 2013. Es un primer objetivo marcado previo al gran objetivo, de nuevo, de los Juegos.
Y a la vuelta de la esquina, a finales de enero en Portugal, les aguarda el Europeo.
Está al caer. También iremos a por todas.
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