Ocho años después, Carolina: victoria en su ‘redebut’ olímpico
La española, que se perdió Tokio por su grave lesión, supera a Stadelmann en su primer partido en París. Pau Gasol o las infantas, presentes.
Demasiado tiempo después, Carolina Marín volvió a unos Juegos Olímpicos. Sus gritos, aquellos que significan resiliencia, resonaron en el Arena Porte de La Chapelle igual que resonaron en su día en Río, cuando la española se colgó el oro. De aquello ya han pasado ocho años. Desde aquello, Marín ha acumulado muchas cicatrices. Sobre todo, en sus rodillas. En la derecha, primero, y en la izquierda, la que le privó de estar en Tokio. A dos meses de la cita japonesa, se la destrozó (rotura del ligamento cruzado y de los meniscos). El día después de aquello, un día antes de operarse, ya empezó a trabajar para estar en París 2024. Con el oro en la cabeza. “París es un sueño que me arrebataron en Tokio”, dijo en AS a principios de año. Este domingo, con una victoria sobre la suiza Jenjira Stadelmann (21-11 y 21-19), lo empezó a recuperar. El miércoles (14:00), contra la irlandesa Rachael Darragh (68º del mundo), seguirá con ello.
La figura de Carolina Marín se entiende al ver las gradas de La Chapellle, repletas de banderas españolas. En Francia, la onubense jugó en casa. En los asientos, también estaba parte de la plana mayor nacional: el presidente del CSD, José Manuel Rodríguez Uribes, el Director General de Deportes del CSD, Fernando Molinero, el embajador de España en Francia, Victorio Redondo, Pau Gasol, o las infantas, Elena y Sofía, en primera fila. El sonido, tras una sonora ovación, también fue familiar, con multitud de cánticos reconocibles (”¡Lo, lo, lo, que viva España!”). Casi todos, finalizados con un “olé”. Al término del primer set, un contundente 21-11, hasta se hizo la ola. Todo acompañó perfectamente al juego, imponente, contra una Stadelmann muy alejada en el ranking (102ª), pero contra la que había necesitado los tres sets en sus dos enfrentamientos anteriores. Esta vez, los números sí se trasladaron a la pista.
Pese a un intento inicial de plantar cara, Carolina no necesitó sacar sus mejores armas. Ya llegará el momento. Stadelmann duró poco, aunque luego retrasó la victoria. Salió valiente, mandando con un 1-3 de salida, y esa fue su única ventaja. Luego, no pudo aguantar el ritmo de una Carolina que, en palabras de su entrenador, Fernando Rivas, llega “en el mejor momento de su carrera deportiva”. Tras lo mostrado, y pese a la entidad de la rival, parece difícil rebatirle. Marín, como siempre, estuvo a leguas físicas de su contrincante. En lo táctico, se mostró agresiva, buscó mucho la red y remató tanto como pudo, algunas de las herramientas introducidas a lo largo de su tortuoso camino de vuelta. En lo mental, y “con la ilusión de una debutante”, no se relajó. Para acceder octavos, deberá quedar primera de su grupo. No quiere sustos. No quiere que nada ni nadie le vuelva a arrebatar su segundo oro.
Los nervios de la primera vez
“El primer partido siempre es complicado, porque estás con los nervios a flor de piel”, valoró una Carolina a la que, tras un inicio de segundo parcial fulgurante, se le atragantaron los últimos puntos. “El plan de juego era mantener yo el ataque, porque ella es muy atacante. Cuando se lo cedía, casi siempre las jugadas se las llevaba ella, que es lo que ha pasado en el segundo set. Me he ido al marcador y han aflorado los nervios. Me ha faltado variedad en mis golpeos y eso es lo que quiero mejorar para los siguientes partidos”, analizó de forma autocrítica. Y tomó notas para lo que le espera. “Quería ver cómo está el pabellón. Hay aire, así que hay que controlarlo desde ambos lados de la pista y, sobre todo, desde el lateral. Hay que tener mucha concentración en el control del volante”, desganó una Carolina “ilusionada” como la primera vez.