No hay Cocco que pueda con los sueños de la Selección

Con seis puntos, por los cuatro de España, y con un pabellón Pala Igor completamente lleno se presentaba Italia al definitivo encuentro de la liguilla del Mundial. El desenlace hacia los cuartos de final. Los de Guillem Cabestany, con la obligación de ganar para rebasar a los anfitriones como primeros de grupo. Así que, como no podía ser de otra manera, saltaron chispas en Novara. Se avanzó la Selección, 2-0. Reaccionaron los italianos. En 43 segundos de auténtica locura recuperaron los locales el liderato, guiados por su capitán, Giulio Cocco. Pero Ignacio Alabart, autor de un doblete, situó el definitivo 4-3 que, además de ese primer puesto, coloca a Suiza (que viene del torneo Intercontinental) en los cuartos de final, el viernes, y a Portugal presumiblemente en las semifinales.

Debía creer Nil Roca que cualquier ocasión perdida podía suponerle un enorme castigo a España, dado lo parejo del enfrentamiento, cuando en los primeros compases se echaba las manos a la cabeza después de que se le escapara un tiro. Y seguramente reforzó sus temores cuando Carles Grau tuvo que agrandarse para evitar que entrara el tiro a quemarropa de Francisco Ipinazar. Pero fue precisamente un robo de Pau Bargalló sobre el ítaloargentino lo que frenó en seco ese inicio frenético, intensísimo, repleto de alternativas.

Recuperó el capitán español para avanzar y, sin contemplaciones, fusilar a Ricardo Gnata en el 1-0. Suspiros. Alivio. Habían transcurrido apenas siete minutos. Y la Selección, además de dominar en el marcador, pasó a llevar la batuta ante una noqueada Italia. Curiosamente, eso sí, fue pedir Guillem Cabestany calma insistentemente en un tiempo muerto y acelerarse de nuevo el partido, una montaña rusa, de Sergi Aragonés a Alberto Pozzato en ocasiones de gol.

Pero incluso en ese contexto sacó más petróleo el combinado al que menos convenía esa precipitación. Recibía Ignacio Alabart de César Carballeira, para recortar hacia dentro y disparar, tiro lejano pero certero. El 2-0, a 12 minutos para la media parte.

Que no podía relajarse España pese a su ventaja se encargó de recordarlo inmediatamente el conjunto local, que sacó su orgullo dormido. Y su calidad. Y que hasta el descanso pasó a mandar, a tratar de recortar distancias. A punto estuvo de lograrlo Alessandro Faccin, con un disparo que estrelló en el palo. Y también Francesco Compagno y Pozzatto, quienes se toparon con Grau.

Al portero español lo siguieron atosigando nada más reanudarse el partido tanto Davide Banini como Giulio Cocco, ambos en el mismo ataque. No tardaría el propio capitán italiano en encontrar la recompensa del gol, muy astutamente, al aprovechar el rechace a un tiro inicial de Alessandro Verona. 2-1 y más de 21 minutos aún por delante en un ambiente hostil.

El ‘infierno’ de Novara

Acaso la única forma de aplacar la furiosa reacción italiana era meterles de nuevo el miedo en el cuerpo. Y en pequeñas dosis así lo hicieron Nil Roca y Martí Casas, quienes exigieron a Gnata por primera vez en un buen rato. Sin embargo, no acabó de funcionar, porque poco después tuvo el empate Verona ante Grau. Enseguida, Francesco Compagno. Y Andrea Malagoli. Se empezaba a hacer muy largo el partido.

Paradójicamente, lo que transcurrió muy rápido fueron los 43 segundos en los que se anotaron el 2-2 de Cocco -al convertir en segunda instancia un discutidísimo penalti-, el 3-2 para España en una bola de Aragonés que cazó Carballeira solo seis segundos después y el 3-3 de Compagno.

El mismo jugador tuvo el cuarto, pese a lo cual no entró en pánico la Selección de Cabestany, que le puso cabeza y, sobre todo, una presión alta que secó a los italianos, que los ahogó cuando más lanzados parecían. Y a tres minutos para el final, una gran jugada de Bargalló avanzando, superando a rivales, desembocó en el 4-3, anotado por Ignacio Alabart. En vano quedaron los intentos postreros de Cocco y de una Italia que acabó sin portero, a la desesperada, y cayendo en las redes de España.

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