HOCKEY HIERBA | PREOLÍMPICO (M)
Max Caldas: “A París no pretendo ir de turista, quiero ir de entrenador”
El seleccionador de los Red Sticks, que este miércoles buscan ante Egipto el pase a semifinales del Preolímpico, asume el favoritismo en el torneo con tanta naturalidad como cita a Ted Lasso.
“Debemos aceptar que nos jugamos mucho, no sólo en lo inmediato sino también a medio plazo, porque también de ellos dependen las subvenciones para generaciones posteriores”, asume Max Caldas (San Isidro, Argentina, 09-03-1973), seleccionador de los RedSticks y oro olímpico al frente de la Oranje femenina en Londres 2012, en una frase que da vértigo. Pero inmediatamente baja la bola, como si recibiera un flick, y se atreve a citar a un personaje de ficción como Ted Lasso –”mi ídolo como entrenador junto a Craig McRae”, lanza– para recordar, como su paisano Diego Simeone, que no miran más allá del próximo partido. Y eso que están a sólo dos, o a tres, de obtener el billete olímpico.
Y ese encuentro en cuestión es ahora el España-Egipto de este miércoles al mediodía (Teledeporte y RTVE Play), al que llega la Selección de hockey hierba como líder de grupo, con cuatro puntos, pero la conveniencia de ganar para ahorrarse sustos, ya que tres suman Austria y Corea del Sur, por uno de los propios egipcios, vigésimos en el ránking mundial pero capaces de empatar con los coreanos (4-4). Los dos primeros de grupo irán a las semifinales del viernes. Y los tres primeros de este Preolímpico que se disputa en Valencia, a los Juegos de París.
¿Es mucha la presión en este Preolímpico?
En los torneos siempre hay dos momentos, clasificarte y el instante decisivo, pero en este hay tres: acceder a semifinales, ganarla y meterte en los Juegos o, si no, jugártelo todo en el partido por el bronce. Son tres momentos que sobrellevar. Pero sabemos muy bien cómo hacer las cosas y por qué hacemos lo que hacemos. Debemos aceptar que nos jugamos mucho, no sólo en lo inmediato sino también a medio plazo, porque también de ellos dependen las subvenciones para generaciones posteriores, pero si nos enfocamos mucho en eso desviaremos la mirada de lo que podemos controlar.
¿Y cómo se gestiona?
En eso estamos tranquilos: conocemos nuestras fortalezas y debilidades, estamos en permanente diálogo entre los jugadores y el psicólogo. Aceptamos que es un torneo de una presión diferente, que somos favoritos porque somos los segundos en el ránking tras Bélgica, y la responsabilidad que eso implica. Nos gusta esa presión de ser buenos, pero vivimos el día a día.
Sin ánimo de ser aguafiestas, ¿da vértigo pensar que la Selección masculina de hockey hierba ha ido ininterrumpidamente a los Juegos desde Roma 1960?
Una vez has elegido este trabajo, tanto yo como seleccionador como los jugadores sabemos que rara vez un deportista de alto rendimiento escapa de estas cosas. Tienes dos opciones: o te acojonas o lo aceptas y das tu mejor versión. Y me parece que tenemos un grupo de jugadores jóvenes que cada vez tiene mayor experiencia, que la juventud no es un impedimento, y que tenemos mucho a favor. Aceptamos que será complicado, pero no nos limita sino que nos motiva. No pretendo ir a París de turista, quiero ir de entrenador.
Tras un ciclo olímpico un año más corto de lo habitual, desde que usted tomó el mando, y con una Selección muy joven, ¿ha llegado en un buen momento esta cita?
Sí, creo que llegamos formados como debemos estarlo en este momento. Siempre pretendes estar y ser mejor, pero en nuestro contexto como país en hockey, somos cada vez más persistentes en la mejora de la persona y del jugador. Estamos bien. Obviamente, estaríamos mucho mejor si ya nos hubiéramos clasificado (para los Juegos) o el Preolímpico se jugara más tarde, porque los clubes también juegan su rol en la preparación de los jugadores. Pero llegamos bien, estamos preparados. Aprendimos de lo que hicimos y nos enfocamos a dónde queremos ir, pero lo relevante es el ahora.
¿Es un reto mayor ese “ahora” en un combinado joven?
Ted Lasso, que como personaje de ficción es mi ídolo como entrenador, junto a Craig McRae (técnico del Collingwood de fútbol australiano) en la vida real, llama en un capítulo de la serie a un jugador y le dice: “Sé un pez dorado, que es el animal más feliz del mundo porque tiene una vida de diez segundos”. Ese es nuestro lema, es de lo que va esto. En una Selección joven es el gran desafío, pero vamos por el buen camino.
Aunque lo que vale es el momento, ¿qué aprendió España el año pasado con la sexta plaza en el Europeo y los cuartos de final en el Mundial?
Muchas cosas. En el Europeo hubo una brecha entre la expectativa y la realidad del equipo en ese momento, al haber crecido tanto y tan rápidamente a nivel Mundial desde que comenzamos pudimos pensar que sería fácil y que tendríamos opciones de ganarlo; y sí, pero para ello debimos pasar antes por momentos que no habíamos atravesado. Nuestra confianza en nosotros mismos era tal que lo creímos, y nos faltó una dosis de realidad para llevarnos a nuestro lado algunos instantes decisivos de partido.
¿En ello han incidido?
Ese paso es el más complicado de todos, porque es el que más esfuerzo demanda y el que menos se ve desde fuera. Hemos trabajado en defensa de penalti córner, en reconocer momentos clave para jugar todos a lo mismo, la preparación individual cuando no estamos juntos… Cosas a las que podemos dar una vuelta de tuerca. Me gusta ser optimista, yo veo siempre el vaso medio lleno.
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