Martín-Portugués, tras los “deportólogos”: “Me retirará el deporte, no la gente”
La sablista habla con AS tras superar su duro paso por los Juegos. En Orán, se colgó una plata para volver a empezar.
Los Juegos Olímpicos terminaron demasiado pronto para Lucía Martín-Portugués. Antes de lo esperado dado su nivel. Antes de lo que merecía dado su camino vital y deportivo. La sablista, “tras picar mucha piedra”, llegó a París 2024 como número cuatro del mundo y con ocho medallas internacionales durante el ciclo. En el Grand Palais, sin embargo, no pudo pasar de su debut, en el que cedió contra la húngara Anna Marton. “¡Qué vergüenza! Perder en primera y venía a por medalla...”, lamentó aún sobre la pista. “Estoy bastante decepcionada. No he estado al nivel”, añadió ya más calmada, antes de vivir la crueldad de las redes sociales. “Me gustaría poder recordaros a todos que detrás de las pantallas hay personas”, compartió tras recibir muchos comentarios fuera de lugar. “Salieron un montón de ‘deportólogos’ que sabían exactamente qué debía hacer con mi vida. Me quedé un poco afectada”, recuerda.
Se rompió y ya se ha recompuesto. Como tantas veces a lo largo de su vida. “Estoy bien, muy contenta. Pensaba que, psicológicamente, volver a la competición después de los Juegos iba a ser muchísimo más duro. Al volver a entrenar, los primeros días fueron un poco de shock. Luego, en la competición, como es lo que llevo haciendo toda mi vida, que no ha cambiado nada, no me pasó. Un evento en el que me ha ido mal no puede determinar toda mi esencia deportiva”, explica ahora Martín-Portugués, que habla con AS en el inicio de una temporada en la que ya ha sumado una medalla más a su colección: plata en la Copa del Mundo de Orán (Argelia). “Es muy satisfactorio por el trabajo que llevo haciendo todos estos años. No me salió en los Juegos, pero me está saliendo ahora todavía”, destaca.
El metal, de inmenso valor para una esgrima española que Lucía y sus ‘chicas del sable’ impulsan sin parar, podría no existir. La madrileña, de 34 años, se llegó a plantear la retirada. “Cuando hasta tú has llegado a dudar de si deberías seguir, demostrarte que estás a la altura y que sigues valiendo es vital. Ni somos tan buenos cuando ganamos ni tan malos cuando perdemos”, reflexiona Martín-Portugués, que vio el abismo deportivo ante sí cuando se planteó que podía perder gran parte de su sustento económico. “Tuve mucha incertidumbre porque perdía mi beca Team España Olímpico, la ADO. Pensaba que la beca Ranking se me iba a poder mantener. Era mi esperanza de seguir. Al principio, me dijeron que no, algo insostenible para mí y mis compañeras, que entrenamos siete horas al día. Finalmente, se solucionó”, revela la sablista, que también se sintió muy respaldada por Iberdrola, de la que es embajadora.
Objetivo número uno
La reconstrucción de Martín-Portugués empezó a las pocas horas de su derrota en París. “Me fui a casa y, hablando con amigos y familia, pensé que no podía cambiar mi resultado, pero sí que podía cambiar mi actitud y mi experiencia olímpica”, se retrotrae. La sablista, con nombres como Belén Toimil o Sara Hurtado que le han “abrazado mucho”, volvió a volar a los Juegos para reconciliarse con el deporte. Y lo hizo. “Me cogí un hotel y me quedé tres días. Pude estar con la gente, en la Villa y disfruté del olimpismo, de ese ‘por qué y para qué hacemos todo esto’. Conocí a muchas personas superguays. Me traje a gente muy interesante que, entre todos, nos hemos ido apoyando. No hacemos esto por un evento en exclusiva, lo hacemos porque lo disfrutamos y porque tenemos el privilegio de dedicarnos a lo que nos gusta”, dice con voz de agradecimiento.
Con un nuevo plan para terminar mejor las temporadas, ya tiene nuevos retos. “Estamos controlando más las cargas y las descargas. Siempre empiezo el año muy bien y me va fatal en las últimas pruebas del año, en Mundiales y Europeos. Estamos intentando gestionar un poco más eso, con los descansos y regulando los entrenamientos, para llegar más frescas a junio”, explica Lucía, con un objetivo entre ceja y ceja: ser número uno del mundo. “A mí me gusta ganar todo el rato (risas). Llevo tres años con un objetivo que tengo cerca y se me termina escapando. Quiero ganar el ranking mundial, que es una de las cosas más difíciles que hay”, lanza con su renovado optimismo y con los números en la mano. En los últimos años, ha terminado séptima, quinta y cuarta. La progresión conduce hacia arriba. Y tiene cuerda para rato, aunque va “año a año”. “La retirada me tiene que llegar cuando el deporte me retire, no cuando la gente quiera que me retire”, expresa. “Insiste, resiste y persiste” (su lema). Una vez más.
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