Marta Fernández, triple medallista en París: “De niña me daba pánico el agua”
La nadadora se consolidó con una plata en 100 metros libre y dos bronces en 50 metros espalda y 50 metros braza. Ya había hecho triplete en Tokio.
Se puede dejar atrás el miedo y el dolor. Marta Fernández (Burgos, 1994) lo ha aprendido brazada a brazada. Aquella niña que temía el agua ha encontrado en él su refugio, más si cabe, durante un ciclo marcado por una gran pérdida —la de su madre— y por un cambio de categoría —de S5 a S3—. “En la piscina me siento bien. Es ese rato en el que noto menos el avance de mi enfermedad y las barreras que fuera. Es mi momento de tranquilidad. No me imagino un día sin piscina”, explica en AS. Hay una foto, en su casa, que simboliza su gran cambio. “La gente no se lo imagina, pero de pequeña tenía pánico al agua. Nací con parálisis cerebral y mis padres me llevaron a nadar, como una de las mejores formas de rehabilitación para la espasticidad. Me agarraba a los bordillos. Hasta que, en un campamento de verano, le perdí el miedo. Conservo esa foto, en medio de la piscina, con manguitos”, recuerda.
La gran sacudida vivida este año dejó más al descubierto, si cabe, los pilares de su vida. “Cuando este año se ha derrumbado todo, mi familia, mis entrenadores y mis compañeros me han sostenido y tirado de mí. Si he llegado a París es gracias a mi entorno”, se emociona la nadadora, que se ha sacado la espinita de Tokio: “Mi balance de París es muy positivo. Vuelvo con tres medallas a casa, que reflejan mucho trabajo, aunque no te voy a mentir, soñábamos con el oro. He vivido estos Juegos como si fueran los primeros. Me impactó que hubiese 17.000 personas en la Défense Arena. Los que somos generación COVID habíamos competido en silencio o con muy poco público y esto no tiene nada que ver”.
De Tokio se trajo tres medallas —oro, plata y bronce— y la experiencia de ser la abanderada en la ceremonia de clausura. Allí fue la revelación y París ha supuesto su consagración. Otro triplete, pero esta vez compuesto por una plata en 100 metros libre y dos bronces en 50 metros espalda y 50 metros braza. “Me he dado cuenta de que puedo seguir ahí. La apuesta era arriesgada y lo noté. Nadé cuatro días consecutivos e iban a ser cinco, pero el hombro izquierdo me dijo hasta aquí. La recomendación médica fue no nadar la última prueba (los 50 mariposa)”, asegura una burgalesa muy pucelana. En Valladolid lleva viviendo más de una década y es donde trabaja como administrativo del Estado. “Estudié un grado en Administración y Dirección de Empresas y luego me saqué la oposición. Conseguí la plaza el año de Tokio. Tengo jornada reducida, de 9:00 a 14:00 horas, y las tardes son para entrenar, piscina y gimnasio, además del psicólogo y los fisios”, enumera.
El deporte le ha dado grandes cosas. Conocer a su referente, Teresa Perales, ha sido como ganar una medalla. “Tengo mucha suerte de conocerla y aprender de ella. Tere, por su lesión de hombro, está en una categoría inferior a la mía, pero ella se subió en el 100 libre. De París me llevo ese momento de nadar en la final con ella. Yo hice plata y récord de Europa y ella, récord paralímpico. Imagínate el valor que tiene, compitiendo con personas con menos discapacidad que tú”, subraya Marta, que se deshace en elogios hacia sus compañeras de piscina: “Nuria Marqués lleva demostrando, desde pequeña, que tiene mucha calidad y sigue ahí y lo de Tasy Dmytriv nosotros ya lo veíamos”.
Muchos han sentido como propias sus conquistas. Dos piscinas llevan su nombre —una en Burgos y otra en Los Valcárceres, que pertenece a Villadiego, el pueblo de su madre— y su sonrisa se dibuja en los muros del IES Diego de Siloé, realizado por los alumnos con la ayuda del grafitero Kaneda 02. “¡Me han puesto al lado de Pau Gasol y Rafa Nadal! Es increíble”, alucina la nadadora, a quien Tokio le cambió la vida: “Desde entonces he recibido muchos reconocimientos. Me hace ilusión. La gente me para por la calle y me siento un referente para los niños, sobre todo con discapacidad”. Sueña con seguir. Sueña con más Juegos. “Tengo la enfermedad que tengo y nunca sabes dónde estarás mañana, pero sueño con ir a Los Ángeles y dar mi mejor versión”, formula en voz alta. Ella exprime cada instante. Cada paso del camino. “El deporte me ha dado muchas cosas, mucho más que medallas”, reflexiona Marta, a quien la natación le ha ayudado a seguir adelante. A sanar. A no perder la esperanza.
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