PARÍS 2024 | NATACIÓN | EMMA CARRASCO
“Los Juegos sientan aún mejor tras haber estado en el hospital”
Nieta, hija, hermana y prima de nadadores, Emma Carrasco estaba predestinada. Pero se lo ha trabajado mucho para estar en París con 18 años. Y más después de una primavera convulsa.
Asegura Emma Carrasco (Lleida, 31-12-2005) que no vacila a su padre, el olímpico en Sidney 2000 y decimotercero en los 200 metros estilos Jordi Carrasco, con que lo superará. A pesar de que compite en la misma prueba. Y también en los 400 estilos. Igualmente, rehúye la pregunta de si sueña con arrebatar a Mireia Belmonte el récord de España en ambas distancias. Ella escribe su propio camino, envuelta en una familia que emana agua por las venas: su abuelo (Jordi ‘Quimo’ Cadens), madre (Laia Cadens), hermano (Jordi Carrasco) y prima (Mireia Pradell) también han sido o son nadadores.
Campeona mundial y europea júnior, prudente pero decidida, la integrante del Club Natació Sant Andreu, que ha afinado este ciclo olímpico en el CAR de Sant Cugat a las órdenes de Ben Titley, afronta desde este lunes (11:00) sus primeros Juegos con tan solo 18 años y una enorme proyección. Tenía siete cuando, en los Mundiales de Barcelona 2013, se fotografiaba junto a Missy Franklin, Ryan Lochte o al lado de Katie Ledecky, con la que ahora coincidirá en La Défense Arena. Y de todo ello charla con AS.
¿Se ha marcado algún objetivo, semifinales o pelear por una final, en estos Juegos?
A decir verdad, no he mirado ni las inscripciones. Mi objetivo principal es aprender mucho y disfrutar, dando obviamente el máximo, y ya está.
¿Los Mundiales de Fukuoka 2023 le dieron el bagaje que necesitaba?
Desde luego. Los Mundiales de Fukuoka fueron el campeonato del que más he aprendido en mi vida hasta ahora.
¿Cómo se encuentra? Lo digo porque en primavera encadenó un par de sustos en forma de enfermedades que a punto estuvieron de costarle el billete olímpico.
Ha sido una recta final complicada porque, ciertamente, se encadenaron un par de problemas de salud que escapaban de mi control. Sufrí dos infecciones de riñón y en mayo el último fue una neumonía, seguramente consecuencia en parte de lo otro, así que tuve que bajar de la concentración en altura (en Andorra) previa al Open de España, cuando solo quedaba un mes. Tuvimos que cambiar la planificación de entrenamientos, con una puesta a punto muy individualizada, forzada por las circunstancias.
Y prescindió en el Open de los 400 estilos porque tenía ya la mínima, pero no homologada. Se la jugaron un poco, ¿no?
Lo tuvimos que decidir junto a los entrenadores y los médicos, porque los 400 estilos requieren de más tiempo para la preparación que yo no tenía. Por eso nos centramos sobre todo en 200 estilos, ya que el objetivo de la temporada era conseguir esa mínima olímpica. Lo hicimos cogido con pinzas, y por suerte salió todo bien. Al final las cosas difíciles, como ir a los Juegos después de haber estado en el hospital o sentada sin poder hacer nada, sientan mejor. A nivel psicológico fue bastante duro, pero me rehíce y he podido volver a tope.
Los 200, los 400 estilos… Son las pruebas que va a nadar en París, y las que tienen a Mireia Belmonte, con quien ha compartido entrenamientos en el CAR de Sant Cugat, como plusmarquista española. ¿Su objetivo es superar esos récords?
Yo la verdad es que prefiero seguir mi propio camino, superarme a mí misma cada día, cada temporada, y llegar lo más lejos que pueda. No me gusta compararme con otras nadadoras, solo conmigo misma.
Buena salida. Probemos con otro nombre propio: Ben Titley. ¿Cómo le está mejorando el actual seleccionador de la natación española?
Es un privilegio tenerlo de entrenador en España, porque ha llevado a multitud de nadadores y nadadoras a Juegos Olímpicos. A nivel de planificación de entrenamientos es maravilloso. Se ha ido ganando la confianza de los deportistas porque los resultados van saliendo. Nos dejamos ir por él, disfrutamos del camino y así los objetivos acaban cumpliéndose.
Los objetivos y los sueños. Porque con siete añitos, en los Mundiales de Barcelona 2013, se hacía fotos junto a nadadores y nadadoras. ¿Con alguna competirá en estos Juegos?
A ver que piense… (se mantiene en silencio cinco segundos). Aparte de Ryan Lochte o Missy Franklin, que ya se retiraron, me hice fotos con Katie Ledecky. Y con algunos más. Compartir unos Juegos con referentes que he tenido de pequeña me hace una ilusión enorme.
Aunque de pequeña practicó danza y tenis, imagino que la natación ya le corría por las venas…
Desde muy pequeña me lo pasaba bien nadando, participando en carreras, y haciendo amistades. Por eso seguí y, casi sin darme cuenta, hemos llegado a hoy.
Olímpico en Sidney 2000, decimotercero en 200 estilos, su padre es Jordi Carrasco. ¿Se pica con él por superar esa posición en los Juegos?
(Ríe) No, no se me ocurriría. Y él más bien me ayuda, me anima siempre a disfrutar, a pasármelo bien y ya está. Con quien sí tengo un buen pique es con mi hermano. Estamos en un punto en que hacemos prácticamente las mismas marcas (Jordi tiene tres años menos), competimos en los mismos campeonatos y es divertido.
¿Y quién gana más?
Antes, siempre ganaba yo. Ahora me está costando cada vez más, en 200 estilos ya me ha pasado, pero en 400 estilos todavía estoy ahí, por delante, con los 4:37 que hice en febrero.
Su madre, la también exnadadora Laia Cadens, es psicóloga. ¿Eso la ayuda en momentos tan duros como los descritos de la primavera?
Es verdad que hace más de madre que de psicóloga, una figura ésa que ya tenemos en el CAR. Y lo importante en ese sentido es que desde pequeña ella y mi padre me han dado unos valores y una manera de pensar que me sigue ayudando muchísimo. Se han movido a donde hiciera falta para llevarme a entrenar, verme competir, trasladarme al CAR… Todo lo que ha permitido que llegara a unos Juegos y que pueda luchar por conseguir más cosas.
Hablamos de su madre, hermano, de su padre olímpico. Su abuelo, Jordi Cadens, ha sido un referente en la natación española. Y su prima Mireia Pradell también es nadadora. ¿Pero qué sucede en su familia?
Yo creo que es porque, como la natación es un deporte sumamente individual, nadas sola tantas horas al día que al final conectas contigo cuando estás dentro del agua. Mis padres se conocieron por la natación, mi abuelo siempre ha estado vinculado, mi prima también comparte esa pasión. Es un vínculo familiar tan grande que te lleva a decantarte por el agua.
Y por la Psicología, ¿verdad? ¿Por qué tuvo que abandonar en pocas semanas la carrera de Biomedicina?
Era imposible de compaginar con los horarios de entrenamiento en el CAR, y a la tercera semana de curso vi claro que era inaguantable: no podía ir a clase ni hacer los trabajos en grupo, tenía que pedir apuntes a los compañeros… Me cambié de carrera y de universidad, y en la UCAM estudiando ‘online’ es mucho más compatible.
Por cierto, ¿cómo se sintió, después de haberla consolado con un abrazo cuando teóricamente se había quedado fuera, con la invitación a Jéssica Vall para ir a los Juegos?
Lo que al principio fue un drama, un golpe muy duro, ha acabado siendo un motivo de felicidad para ella y para toda la natación española.
¿Con grandes marcas como las suyas o las de Carmen Weiler, el relevo en la natación española está asegurado?
Me hace ilusión compartir los primeros Juegos con Carmen, porque siempre hemos competido, desde pequeñas. Mola mucho que vayamos consiguiendo nuestros objetivos. Lo del relevo… ojalá, lo veremos con el tiempo.
Ella se entrena y estudia en Virginia Tech. ¿Se ha planteado irse a los Estados Unidos?
Los Estados Unidos son precisamente una opción porque resulta mucho más fácil compaginar la natación con los estudios, tienen un modelo asequible. Pero en España, ahora con Ben (Titley), también tenemos una muy buena oportunidad para conseguir grandes cosas a nivel deportivo, y encima estando con mis amigos, cerca de mi familia. Yo no me lo planteo.
Teniendo 18 años, ¿se ve tranquilamente compitiendo hasta los Juegos de 2036?
(Sonríe). Bueno, prefiero ir paso a paso. Primero los de París y luego ya iremos viendo.