Liam Dunkerbeck o 42 Mundiales en el ADN: “Con cinco años, ya iba a toda leche”
El español, hijo de Björn Dunkerbeck, leyenda del windsurf, habla con AS en la Red Bull Home Run. Ya es dos veces campeón del mundo júnior.
La leyenda empezó en 1986, cuando Björn Dunkerbeck, con 17 años, debutó en el circuito profesional de windsurf. Ahora, con 54, es el deportista más laureado de la historia (es campeón del mundo 42 veces) y respira tranquilo al pensar en su legado. El apellido está en buenas manos. “Mi padre me introdujo en todo lo que son los deportes de agua. Con tres años, empecé con el bodyboard, que es lo más fácil, con cinco aprendí a ponerme de pie y, desde ese momento, no paré”, dice su hijo, Liam, que habla con AS durante la Red Bull Home Run, celebrada en Andorra este febrero. Siguiendo la tradición familiar, ya es dos veces campeón del mundo júnior de la disciplina que corre por sus venas. Nació en el agua de Gran Canaria, fábrica de estrellas por sus condiciones geográficas, y encima de una tabla.
“A veces, también me subía con mi padre, con un chaleco que tenía forma de pez, e íbamos a toda leche. Con siete u ocho años, me empezó a poner la vela. Hasta los 14, competía a saco en surf y, a los 12, empecé a competir en windsurf. Con 15, ya ganaba bastante en la disciplina y me decidí por ello”, resume con calma una trayectoria que, pese a su corta edad (20 años), ya empieza a ocupar páginas. Su primera competición del World Tour Windsurfing (PWA), el circuito internacional más importante, la disputó en casa, en Pozo Izquierdo, con un top-3 repleto de buenos augurios (en categoría sub-13). En 2020, la cosa se puso seria: ganó la PWA Youth Wave World Cup (sub-17), en Noerstick, Cold Hawaii (Dinamarca). Ya no había marcha atrás.
Liam, cuyas facciones permiten intuir el origen danés de su padre, quien se mudó a Canarias con tres años, se atreve con todo. En Andorra, pese a ser sólo la segunda vez que se subía a una tabla de snow, participó en la Home Run. Se le dio bien, aunque lo suyo es el agua. No le tiene miedo, pero la respeta y cada día la entiende más. “Estoy todo el día surfeando o haciendo windsurf. Siempre te pasa algo. Cada vez que te subes a una tabla es distinta. Las olas rompen hacia sitios que no esperas, el tamaño cambia, el viento influye... cada día que vas al agua es una aventura. Nunca es igual”, explica sobre su fructífera relación con el mar. Cogió su primera gran ola en 2021, cuando se proclamó subcampeón del mundo júnior. En los dos siguientes años, se colgó el oro. Retomó el camino que marca su árbol genealógico.
Con los mayores
Ahora, Liam se prepara para el gran salto. Esta será su última temporada como júnior, categoría en la que no tiene rival. “Llevo dos años compitiendo en ambas, pero eso ya termina. En júnior, voy a ganar al 100%. En absoluto, voy con menos presión”, explica. Tiene mucho tiempo por delante. Su padre, de hecho, acumuló títulos mundiales hasta 2016, con 46 años. En Maspalomas, donde residen, intenta absorber tanto como puede de la experiencia familiar. “Me gusta mucho (que su padre también le entrene). Él me da todo lo que sabe. ¡Y también me da mucha caña (risas)! Aprendo constantemente, día a día, y lo aprecio mucho”, agradece. Y absorbe rápido. “Tiene mucho talento”, ha asegurado en varias ocasiones Björn sobre su sucesor. “Una carrera como la suya es bastante complicada de conseguir, pero sí, me gustaría vivir lo que él ha vivido”, desea Liam. La leyenda continua.