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PÁDEL | PARIS MAJOR PREMIER PADEL

Lebrón y Galán arrasan a Stupa y Lima para estar en su tercera final

Los número uno, que en cuartos habían zarandeado a Belasteguín y Coello, hoy ha sido aún más demoledora: 6-1 y 6-0. Tello y Chigotto, rivales por el título.

Juan Lebrón en un remate.

En 40 minutos (lo que a lo sumo se disputa un set), a una velocidad sideral, Galán y Lebrón se merendaron como si tal cosa, a Supaczuk y Lima, la número tres, desdibujada, sin recursos, desarmada, entregada. Ayer decía Coello que “vaya paliza nos han dado”, y hoy ha sido más marcada todavía: 6-1 y 6-0. Lima y Stupa sólo hicieron un juego, en el saque con el empate 1-1. Luego ya no hubo noticias del brasileño y el argentino.

Lebrón y Galán se plantan en el centro de la pista, y no hay manera de superarlos: los globos, con el calor de esta tarde, era un suicidio porque los dos la sacan desde cualquier parte; y si la bola viene baja, la volea de los españoles te destroza. No parece que se muevan, aunque están siempre activos, y definenconstantemente. Lebrón tiene una volea demoledora, que cuando menos se espera la cambia a un paralelo sin contestación; Galán se agiganta, ocupa la pista entera, y abarca tanto que rebajó la moral del mismo Stupa, que quiso ser un rebelde en el partido, pero era imposible.

Es el tercer Major del Premier Pádel, y en las tres tiene protagonismo la pareja española, que perdió en Doha y ganó en Roma, en ambas ocasiones ante Paquito Navarro y Di Nenno. Esta vez no se repite la final, porque Chingotto y Tello serán los que les den la réplica (15:00).

Paquito Navarro y Di Nenno no atraviesan su mejor época. La `pasada campaña también andaban con dudas y cumplieron una segunda parte del año espectacular. Ante Tello y Chingotto sólo han mantenido las apariencias: 7-6 y 6-3. En el primer set cada pareja ganó su saque, con puntos rápidos, sin volumen de juego, y en la muerte súbita los argentinos fueron los primeros que rompieron y ganaron. En el segundo set, Chingotto fue más agresivo que Di Nenno, y Tello le ganó el cruzado a un Paquito errático, casi desganado, como si el sol de París le sumiese en una galbana que le impedía reaccionar.