Laura Ester: “Era el año del oro, estábamos convencidas”
La campeona olímpica visita AS y deja abiertas las puertas de la Selección: “Tengo que hablar con Miki”. Como mínimo, jugará un año con el Mediterrani.
A diferencia de lo ocurrido con las medallas de bronce, el oro reluce impoluto. Laura Ester, con mucho cariño, lo saca de su bolsita. “Estas han salido bien”, dice entre risas, con el director de AS, Vicente Jiménez, observando el metal. Se mantiene en mucho mejor estado que el de Fran Garrigós, tercero en judo. La portera barcelonesa se sienta en el mismo sillón que el madrileño, dos días después de su visita, en la sala VIP del periódico. Después de las vacaciones (en el caso de la catalana, en Albania), es el momento de revivir todo lo ocurrido en los Juegos Olímpicos. Y de mirar hacia adelante, algo que en el caso de Ester, a sus 34 años, no estaba tan claro antes de París. Finalmente, seguirá. Como mínimo, un año más. Será en el Club Esportiu Mediterrani, situado en ‘su’ barrio de Sants, donde empezó a jugar al waterpolo. “Toca volver a casa”, dice después de 14 años en el CN Sabadell. El deporte “engancha”, como ella misma asegura.
En los Juegos, tanto Laura como buena parte de la Selección femenina de waterpolo, subiéndose a lo más alto del podio, cerraron un círculo. “No era una obsesión, pero estábamos convencidas de que era el año que tocaba. Eso también se ha visto en el agua. Estábamos muy convencidas de que podíamos con cualquiera. Era la medalla que nos faltaba”, celebra en nombre de todas las Guerreras, apodo compartido con la Selección de balonmano, pero del que reclama el copyright. “En 2010, Miki Oca (el seleccionador) nos pidió un grito para antes de cada partido. ‘¿Quién somos? Guerreras’, decíamos. Luego, nos lo copiaron”, cuenta entre risas. Su generación lo cambió todo. Antes de su llegada al equipo, nunca se había logrado la clasificación para unos Juegos. Con ellas, se consiguieron las platas en Londres 2012 y en Río 2016, con París como culmen.
“He estado en los cuatro Juegos que ha disputado el waterpolo femenino. Pasé de nada a todo. En 2011, quedamos las 11 del mundo; el año siguiente, logramos la clasificación y la primera medalla. Siempre hemos dicho que fue bueno tocar fondo para, luego, conseguir todo lo demás”, resume Ester, que señala la mentalidad como factor diferencial. “Ha cambiado la forma de pensar. Antes, nos veíamos un escalón por debajo de todas las selecciones y eso nos impedía competir a nuestro mejor nivel. Después de todos estos años, siguiendo arriba, lo más importante ha sido creernos que somos de las mejores de Europa y del mundo”, explica la barcelonesa, que no cierra las puertas de la Selección, en la que, en París, fue suplente de Martina Terré. “Aún no está claro del todo (si seguirá como internacional). Quería pasar este verano, disfrutar de los Juegos, descansar y sentarme con Miki para ver qué es lo que quiero y qué es lo que quieren ellos”, revela.
La vuelta a casa
Con el futuro como ‘guerrera’ en el aire, a día de hoy, Laura, conocida como Pajarito, se centra en “lo único” seguro: su próxima temporada con el “Medi”, al que llega con otra campeona olímpica, Anni Espar. Atrás, deja una trayectoria de leyenda en el Sabadell, al que llegó con 20 años, en 2010. En total, acumuló 521 partidos y un número de títulos que, de primeras, es incapaz de contar. La lista tiende al infinito. “No lo sé. Sé que siete Champions. A partir de ahí... Cuando me dicen los títulos, me los creo, pero no me acuerdo de todos”, admite entre risas. Además de esas siete Champions, fueron 12 Ligas, 11 Copas de la Reina, diez Copas de España, cuatro Supercopas de Europa y 12 Copas de Cataluña.
Un viaje magnífico y otro círculo que se cierra. En el Mediterrani, Ester se reencontrará con Marian Díaz, compañera de equipo en el pasado y, ahora, entrenadora. Una de las pocas en la Liga. “Por ser joven y por ser mujer, ha tenido que luchar mucho para que se la respete. Está llevando a uno de los mejores equipos de España, pero, de puertas hacia fuera, ha tenido que luchar mucho. Las jugadoras siempre han ido a muerte con ella. Si encuentras tantas barreras, hay mucha gente que se rinde y da un paso al lado. Te cansas”, reivindica. “Quizás cuando nuestra generación, con nuestro palmarés, llegue a los banquillos se nos respete un poco más”, desea, aunque, en su caso, y pese a tener el título, no se ve como entrenadora. Pase lo que pase, y con otra generación brillante que ya forma parte del éxito olímpico, su legado ya es de oro.
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