Las sirenas de Ucrania cohabitan con Rusia en Singapur
El “equipo del coraje” ha tenido que entrenar en el exilio, y entre bombas y apagones desde 2022. Las rusas, que en su vuelta pugnan con China, les escribieron: “Una operación especial os salvará”.
Ya no está la inmensa Svetlana Romashina, ni siquiera su sucesora, Varvara Subbotina, quien ante la imposibilidad de poder competir internacionalmente se retiró a los 23 años a inicios de 2024. Pero la natación artística rusa ha regresado a unos grandes campeonatos, en estos Mundiales de Singapur 2025, aunque sea con la condición de equipo neutral. Creyéndose “ciudadanos de segunda clase”, según expresó hace unos meses su seleccionadora, Tatiana Danchenko. Y lo lleva haciendo desde el pasado viernes, lógicamente, coincidiendo en el World Aquatics Championships Arena con Ucrania.
Está tomando velocidad de crucero esta nueva Rusia, heredera de aquella que desde 1998 arrasaba en cualquier cita continental, universal u olímpica, aunque ahora ha topado con la nueva hegemonía de China. Se les permite hacer declaraciones, mientras no sean políticas, y ondear banderas... del Equipo Neutral B, claro.
Bastante más lejos de las medallas se encuentran actualmente las ucranianas, que no han llevado a Singapur a sus poderosas gemelas Maryna y Vladyslava Aleksiiva, quienes en Tokio 2020 lograron el bronce. De hecho, solo Darya Moshynska -quien en Budapest 2022, con dos oros, se convirtió a los 14 años en la campeona acuática más joven de la historia de Ucrania-, Oleksandra Goretska y Anastasiia Shmonina tienen experiencia en Mundiales.
Lo que sí se sabe es que las de Olesia Zaitseva, bautizadas por la narradora televisiva Andrea Holland como “el equipo del coraje”, cohabitan en las competiciones (ya han coincidido en las finales del dúo técnico femenino y del equipo técnico) con deportistas de un país que las ha convertido en poco menos que nómadas, y acostumbrado a tener que convivir con las bombas. Así se muestra en el valioso documental ‘Las Sirenas de Ucrania’, que relata en primera persona el periplo que vivieron desde la invasión rusa, en la misma madrugada del 24 de febrero de 2022. Ahí se relata cómo una de las nadadoras del equipo ruso, lógicamente sin citar quién, les escribió al inicio de la contienda: “No os preocupéis, una operación especial rusa os salvará del nazismo ucraniano”.
De las comodidades a la huida de una devastada Járkov
De hecho, hasta el estallido de la guerra, las ucranianas se entrenaban en una piscina con todo lujo de comodidades -era exclusiva para ellas y hasta disponían de habitaciones con literas para descansar en las pausas- en Járkov, una de las ciudades más azotadas desde el primer instante por encontrarse a solo 30 kilómetros de la frontera con Rusia. Así que esa misma mañana huyeron de allí, se reunieron en Kiev y pudieron “salvar al equipo”, como reconoce Zaitseva, gracias a un acuerdo que les permitió trasladarse durante seis meses a Italia. En ese periodo, por cierto, un misil cayó junto a la piscina de Járkov.
Con neopreno por el agua helada, sin luz ni música
A su vuelta a la capital de Ucrania, en marzo de 2023, tuvieron que ejercitarse con bañadores de neopreno, porque fruto de un apagón no tenían electricidad, el agua estaba helada y fuera nevaba. Tampoco música, lógicamente. “Una vez nos asustamos mucho. No escuchamos la alarma antiaérea y hubo una explosión muy fuerte que hizo temblar las ventanas, mientras nos estábamos entrenando”, relata en el documental Vladyslava Aleksiiva, quien se casó en plena guerra, sin luna de miel al no poder su marido abandonar el país, como todos los hombres de entre 18 y 60 años, en la reserva por si el ejército requiere de sus servicios.
Las penurias en estos años de preparación, pues en Kiev durante un tiempo tuvieron que dormir en los pasillos de la piscina, a veces en el cuarto de baño, para estar protegidas por paredes y lejos de cualquier ventana al producirse la mayoría de alertas por la noche, se han ido alternando con la participación en campeonatos como la Copa del Mundo de Montpellier, en mayo de 2023 y los Mundiales de Fukuoka, dos meses más tarde, en los que encima se colgaron el bronce en el ejercicio libre por equipos.
El equipo que nunca veía la luz del día
De hecho, en septiembre de 2023 regresaron ya a su campo base de Járkov, a pesar de que los bombardeos seguían siendo diarios y las sirenas sonaban media docena de veces al día. La rutina no podía ser más devastadora, pues llegaban a la ya reconstruida piscina y salían de noche, y durante el día se entrenaban con unas tupidas cortinas para frenar la metralla de las bombas, así que nunca veían la luz del sol.
Especialmente estremecedora en ‘Las Sirenas de Ucrania’ es la escena del campeonato nacional que disputaban en diciembre de 2023 en Kiev cuando empezó a sonar una alerta antiaérea por la que todos en la piscina se refugiaron a toda prisa en el subterráneo… salvo las nadadoras, que siguieron compitiendo sin público y sin música, observadas a través de un monitor.
El inesperado pasaporte a París 2024
No menos estrambótico, aunque por suerte con un feliz desenlace, fue lo que les ocurrió en los últimos Mundiales antes de Singapur, los de Doha en febrero de 2024. El dúo quedó apeado de la final, de modo que no se clasificaría para los Juegos salvo que lo lograra el equipo. Pero un ‘base mark’ en la última rutina, la libre, las dejó devastadas. Volvieron a Ucrania, a casa, a la guerra, eliminadas de París 2024. Hasta que World Aquatics echó cuentas y se produjo un inesperado giro de guion: el dúo de las gemelas Maryna y Vladyslava Aleksiiva sí figuraba entre los 18 mejores del mundo, por lo que sería olímpico.
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Quintas fueron en el Centro Acuático de Saint Denis, por delante de las españolas Iris Tió y Alisa Ozhogina, séptimas. “Estamos satisfechas con nuestra carrera”, afirma Maryna, a lo que Vlada apostilla: “Y de estar vivas”. Y así sigue, ahora en Singapur, el equipo del coraje de la natación artística, en un reencuentro con Rusia que tarde o temprano debía llegar.
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