La “reflexión” del K4
Craviotto, Cooper, Germade y Arévalo, junto a su entrenador, Miguel García, hablan con AS sobre el camino a Los Ángeles, con interrogantes por resolver.
Las bromas se suceden. “¡Díselo tú, díselo tú!”, le sueltan a Rodrigo Germade cuando AS pregunta a los integrantes del K4, bronce en París y plata en Tokio, cómo está siendo su vida desde que finalizaron los Juegos Olímpicos. “Me lo estoy tomando con mucha calma. Estoy haciendo cosas que habitualmente no puedo, como estar tirado en el sofá. No, no... Aprovecho el tiempo de otra manera”, responde el gallego, que desata las risas de sus compañeros. Hablan con este periódico en presencia de su entrenador, Miguel García, que resume el espíritu del grupo. “Hay un ambiente muy propicio para que luego se consiga lo que se consigue. Todo une. Incluso salir un día todos juntos de fiesta”, asegura con una mentalidad alejada de lo que le tocó vivir. En su época, “todo era látigo”. Su método funciona.
Después de subir otro escalón en la historia del deporte español, Germade, Marcus Cooper, Carlos Arévalo y Saúl Craviotto se sienten muy liberados. No hay tensión. Y será así por un tiempo. “Sigo haciendo gimnasio, pero la piragua la he tocado poco desde el momento en el que crucé la meta en los Juegos Olímpicos. Ahora, aprovecho para dedicarle tiempo a mi proyecto personal, el Plan Cooper (ofrece atención personalizada en cuanto a entrenamiento, nutrición y psicología)”, dice Marcus, que vive pegado a su ordenador. “Un poco más y duermo abrazado a él”, bromea el abanderado español en París, que vivió la experiencia de forma muy intensa. “Lo podría poner hasta por encima de un oro, porque hay menos abanderados que medallistas de oro. Fue algo único. Todo el mundo dice que fuimos los más animados. A mí me ofrecieron un chubasquero y no lo quise porque estaba viviendo el momento”, dice sobre sus recuerdos por el Sena, debajo de la lluvia.
En el presente, el K4, como su marca, está meditando. “Yo, de momento, estoy en un proceso de reflexión. Acabamos de aterrizar de las vacaciones y, de momento, Los Ángeles están muy lejos, pero no descarto nada. Paso a paso. Primero, quiero plantearme nuevos proyectos y propósitos. Tengo que sentarme con el míster (mirando a Miguel García) y ver qué hacemos. Es verdad que Los Ángeles me quedan un poquito lejos”, revela Craviotto, que a sus 39 años se niega a hablar de plazos, aunque algo merodea por su cabeza. “De momento, la fecha (de la retirada) se ve borrosa. Está cerca, pero se ve borrosa”, dice el deportista español con más medallas olímpicas (seis). El resto de la embarcación, sí apunta con seguridad a la próxima cita olímpica. “Yo, personalmente, quiero afrontar el ciclo con ganas. Creo que podemos seguir trabajando a muy buen nivel para luchar por ese ansiado oro, que es lo que falta”, lanza Arévalo con fuerza.
Las pruebas y la decisión del capitán
Todo gira alrededor de un nombre. “Depende de lo que haga Saúl. Sigue teniendo la agenda muy apretada. Necesita un poco más de tiempo para atender todos los frentes que tiene abiertos. Luego, nos sentaremos para ver cómo afrontarlo”, resume Miguel García cuando se le pegunta sobre cómo ve el futuro del actual K4. De momento, los cuatro componentes están empezando a trabajar a un ritmo suave. Será así hasta enero, cuando la intensidad empezará a ir en aumento. “El año postolímpico siempre es de transición y empezamos un poco más tarde que otras veces. Los planes son menos exigentes. Sobre todo, para los que son un poco más veteranos”, explica el entrenador. Los Europeos, en junio, y los Mundiales, a finales de agosto, son las dos fechas señaladas en el calendario de 2025. Antes, en mayo, estará la Copa del Mundo de Hungría para afinar.
Hasta entonces (y también después), se sucederán las pruebas para ir perfilando las embarcaciones. “Este año, vamos a aprovechar mucho para hacer pruebas de K4, de K2... mover un poco al personal y ver cómo mejorar de cara al ciclo”, desentraña García, con un nombre clave sobre la mesa: Adrián del Río (con 21 años, fue cuarto en K2 al lado de Cooper). “Adrián es una pieza clave ya dentro del equipo. Lleva con nosotros tres años. Es un tío joven, con un perfil parecido al de Saúl y puede ser su sustituto natural. Su preparación será un poco más exigente que la de los demás. Iremos viendo dónde encajarlo”, revela. Con la posibilidad de que en Los Ángeles todas las pruebas de kayak sean de 500 metros (aún no es oficial), todos irán buscando su sitio. Cooper, por ejemplo, se plantea hacer las tres modalidades (K1, K2 y K4). “Es la única forma que veo de superarme a mí mismo, aunque no digo que lo vaya a hacer”, aventura. Tiempos de reflexión.
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