La locura Littler sigue: título con 16 años y 23.000 euros sin entrenar

Está tocado por la varita de los genios. Este viernes, el reciente subcampeón mundial de dardos, Luke Littler, logró el Máster de Bahréin, su primer título como profesional en las World Series. Dando continuidad a su cuento de hadas, lo hizo con 16 años (este domingo cumple los 17), en su debut en el principal circuito internacional y con una actuación para los libros de historia. En cuartos de final, el prodigio británico se impuso a Nathan Aspinall con una partida perfecta, conocida en la jerga como nine-dart. En el menor número de tiradas posibles (nueve, de ahí el nombre), Littler consiguió los 501 puntos para ganar. Los alcanzó con siete triples 20, un triple 19 y un doble 12 para los anales de este deporte.

Antes de Aspinall, el prodigio Luke ganó a Man Lok Leung. Después, se deshizo de Gerwyn Price y Michael van Gerwen, tres veces campeón del mundo, número dos del ranking y perdedor en la final por 8-5. Como premio, se llevó unos 23.000 euros (20.000 libras) y alimentó aún más una figura que, en el Mundial, eclipsó hasta al campeón Luke Humphries, que generó mucho menos ruido que el niño maravilla de los dardos, como ya se le conoce alrededor del mundo. Por sus resultados, obviamente, y también por su carisma, que volvió a aparecer en Bahréin. Tanto durante las partidas, con sus celebraciones, como en sus declaraciones posteriores, que no dejaron a nadie indiferente.

“Dime tú. No sé. Estoy feliz de ganar”, arrancó tras la victoria en ITV4, televisión británica. “En cuartos de final, obviamente, hice el nine-dart contra Nathan, pero jugué bien ayer y he vuelto a jugar bien esta noche. Probablemente, nadie lo crea, pero no he lanzado un dardo desde la final mundial. Ayer lo hice por primera vez, pero todo valió la pena. Estoy feliz de ganar, obviamente, contra Michael. Sigue siendo uno de los mejores y estoy feliz de haber ganado en mi debut”, concluyó Littler.

Su rutina en el Mundial

Después de su final en el Mundial, Littler ya sorprendió con sus declaraciones. El joven talento, lejos de los nervios, describió una rutina difícil de concebir antes de un evento de tal magnitud. “Cené un revuelto de huevos con judías y luego me levanté a las 12 del mediodía para ir al torneo. Firmé a todo el mundo en su muñequera y luego comí una pizza margarita. Luego fui a lanzar durante media hora o 45 minutos, sorteamos quién lanzaba primero en la final, jugué un poco al Football Manager y entonces salí al escenario a jugar”, aseguró entonces. Este viernes, Van Gerwen pidió calma y “no presionar” a un talento que, sin aparente esfuerzo, al menos según sus palabras, está revolucionando el mundo de los dardos.

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