La española de 15 años que apunta a los Juegos: “En mi segundo día me dejé una uña, pero volví”
Naia Laso, 5ª en los Mundiales de skate, habla con AS. “A por ello”, le dice su padre. “Entrenar con ella es una gozada”, añade el seleccionador nacional.
No hace tanto de la primera vez de Naia Laso sobre un skate. La española, que cumplió 15 años en noviembre, descubrió la disciplina con siete. “Empezó con un longboard (un skate con la tabla más larga y ruedas más grandes) que le habían regalado a su hermano, pero que no utilizaba. Recuerdo que lo cogía como si fuera una tabla de surf. Se tumbaba encima, iba hacia adelante e intentaba ponerse de pie”, desgrana su padre, Roberto, en conversación con AS. Ahora, tras lograr el quinto puesto en los Mundiales de Ostia (Italia), celebrados en octubre, Naia es candidata a estar en los Juegos Olímpicos de París. “Si llego, estaría supercontenta. A lo malo, sería top-20 del mundo. Me haría mucha ilusión”, dice la propia Laso, “tímida”, pero cada vez “más suelta”. “A los más jóvenes, esto de las entrevistas les viene de nuevo, pero es resultado de su trabajo y de hacer lo que mejor saben: patinar”, se suma orgulloso el seleccionador nacional, Alain Goikoetxea.
Naia compite en la modalidad park (también existe la street). A grandes rasgos, consiste en realizar trucos sobre el skate para ir sumando puntos. Actualmente, es 10ª en el ranking olímpico. En París, participarán 22 chicas y 22 chicos. Todas las plazas se otorgarán de forma oficial a pocas semanas de los Juegos, después de las Olympic Qualifier Series, que tendrán lugar en Shanghái (del 16 al 19 de mayo) y Budapest (del 20 al 23 de junio). A ellas, en las que se realizará la selección definitiva, acudirán los 44 mejores del mundo. Antes, falta un último campeonato puntuable, el próximo mes en Dubái. “En la segunda fase, se mantienen los puntos de la primera. Como Naia tiene buena puntuación, por eso se dice que tiene la plaza bastante asegurada”, detalla Roberto.
Pese a que los Juegos sean una posibilidad real, la rutina de Naia no dista tanto de la de cualquier adolescente. Este año, ha competido en Estados Unidos o en Brasil, pero también ha seguido cursando 4º de la ESO con naturalidad. “Lo llevo bastante bien”, asegura. Por la mañana, va al instituto. Por la tarde, patina. Además, lo tiene que hacer a casi una hora de casa. “En Bermeo (de donde es), tenemos un skatepark, pero es bastante viejo. Vamos a entrenar a Bilbao. Yo tengo bastante flexibilidad en el trabajo, sería imposible de otra forma”, detalla su padre. En medio del caos, Naia se divierte. Pese a que no se declara fan de Star Wars, compite con unos calcetines de Yoda porque su madre se los regaló y le dan “suerte”. Pese a salir “cansada” del instituto, piensa en que va a patinar y le “cambia” la mentalidad. Aún no sabe qué quiere estudiar, pero sí que quiere seguir haciendo trucos en el aire “tanto como pueda”. Lo suyo es muy serio (¡unos posibles Juegos!), pero sigue siendo un juego.
Un inicio accidentado
El primer contacto consciente de Naia con el skate fue en un curso veraniego que se realizó en Bermeo. El gusto no le viene por tradición familiar. “No he tocado una tabla en mi vida”, bromea Roberto, que sí aficionó a sus hijos al esquí o al surf. El inicio, sin embargo, fue accidentado. “En el segundo día de curso, se me quedó una uña en la rampa (entre el hierro y el hormigón del skatepark) al hacer un truco y me la dejé entera”, recuerda el prodigio de 15 años. “Mi madre me dijo que lo iba a dejar, pero al siguiente día también quise ir”, añade con orgullo. “En el skate, el dicho se cumple a la perfección: todo el rato es caer, levantarse y seguir. A partir de ese día, le compramos un skate nuevo. Al principio, era para estar con los amigos. Todos los fines de semana nos juntábamos con otras familias unidas por el skate”, rememora su padre.
En Italia, Roberto vio competir a Naia en unos Mundiales por primera vez. “Al resto, como habían sido bastante lejos y los precios de hoteles y vuelos eran demasiado costosos, no pude ir”, lamenta. “Lo vas a hacer bien, a por ello”, le dijo a su hija. Y Naia siguió las órdenes a la perfección. Hizo lo que hace en su día a día. “Entrenar con ella es una gozada, al igual que con el resto del equipo. Son jóvenes y tienen esa naturalidad. Cuando patinamos, nos divertimos. En el skate, hay que ir venciendo miedos. Hay que ser positivos. Y lo son”, resalta el seleccionador nacional, acostumbrado a madurar mucho talento. En Tokio, en la modalidad de street, se vio el podio olímpico más joven de la historia. En park, con dos medallistas nacidas en 2008, la situación no distó mucho. Naia, con 15 años, ya le ha dedicado la mitad de su vida al skate.
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