‘La Esencia’ de Europa
Samuel Molina se proclama campeón de Europa del peso welter al vencer por decisión mayoritaria (114-114, 113-116 y 113-116) a Jordy Weiss en Laval, Francia.
Francia no se le resistió por segunda vez a Samuel Molina (30-3-0, 15 KO). El español se impuso por decisión mayoritaria (114-114, 113-116 y 113-116) en Laval, por la disputa por el EBU del peso welter ante Jordy Weiss (32-1-1, 3 KO), a quien le arrebató el cinturón y el invicto. “Sí se puede. Solo deciros a los más jóvenes. Yo primero lo vi y luego lo creí. No me sorprende porque he trabajado 24/7, he soñado por combates como este. No he dejado de trabajar, es un deporte muy sacrificado. Yo he caído y me he levantado, aquí es donde se demuestra que eres un verdadero campeón”, declaró el español entre lágrimas.
Ambos boxeadores empezaron tanteándose, lanzando manos tímidas mientras se desplazaban por el ring en una disputa por ver quién se hacía con el control del centro. Impactó un par de manos buenas en el rostro de Molina con la izquierda, pero el español respondía a la contra, haciéndole retroceder. Samuel salió con fuerza en el segundo, poniendo a Weiss contra las cuerdas. Los intercambios de golpes cada vez eran más potentes, y los dos llegaban al rostro del contrario en una guerra en la corta distancia. Los cruces de manos y las combinaciones llegaban con fuerza, y el malagueño empezó a sangrar por la nariz. El choque estaba muy parejo, una guerra en movimiento por todo el cuadrilátero.
El francés impactaba su izquierda en el rostro de Molina, que le hacía retroceder. Ninguno de los dos pensaba ceder y el español se lanzaba al ataque sin miedo. Ambos impactaban y recibían. Samuel acorralaba a Weiss contra las cuerdas, pero este sabía salir clavando la izquierda. El francés se revolvía, llegando con duras combinaciones a las que supo responder el malagueño. Los dos lucían cansados, con las caras marcadas, pero con los ánimos por las nubes, sin intención de ceder nada. En el sexto asalto, unas manos peligrosas a la contra de Weiss impactaron en el rostro de Molina, que mantuvo el tipo. Los ataques del local no amedrentaron al español, que seguía lanzado al ataque. El francés presionaba con insistencia, haciendo daño. Los intercambios cada vez eran más brutales, pero ambos se aguantaban firmes, en pie hasta que sonó la campana.
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