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NATACIÓN

Keller, el oro olímpico con Phelps que vivió en un coche y recibe una condena por asaltar el Capitolio

Gloria, caída a los infiernos y redención para un nadador que tocó fondo tras su retirada y divorcio, y que se radicalizó en favor de Trump. Ahora impartirá charlas sobre sus errores.

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Klete Keller, junto a Michael Phelps en unos campeonatos de natación y durante el asalto al Capitolio.

La clásica historia estadounidense de gloria, caída a los infiernos y redención está a punto de alcanzar el ‘The End’. O así al menos se presume. Es lo sucedido con Klete Keller, cinco veces medallista olímpico entre Sidney-00, Atenas-04 y Pekín-08, entre ellas los dos oros en el relevo 4x200 libre junto a Michael Phelps o Ryan Lochte. Seis meses de arresto domiciliario, tres años en libertad condicional y 360 horas de servicios comunitarios, dando charlas a adolescentes y universitarios sobre sus errores, es la condena que finalmente ha recibido por su participación en el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021.

“No tengo excusas por lo que hoy estoy aquí, entiendo que mis acciones fueron delictivas y soy plenamente responsable de mi conducta”, adujo Keller ante el juez, Richard Leon, que el pasado viernes falló una sentencia muy alejada de los diez meses de prisión que pedía el fiscal. La irrupción del exnadador entre la turba de más de un millar de asaltantes trumpistas que denunciaban un tongo electoral en favor de Joe Biden en las elecciones presidenciales de 2020 dio la vuelta al mundo. Enfundado en la chaqueta del equipo USA, con el parche del equipo olímpico en el pecho, fue captado por vídeos dentro del Capitolio profiriendo cánticos contra Nancy Pelosi y Chuck Schumer, del partido Demócrata, y entonces portavoz y líder del Senado, respectivamente. Y también cantando en medio del edificio parlamentario el himno estadounidense.

Klete Keller, en su época de exitoso nadador.
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Klete Keller, en su época de exitoso nadador.Thomas Kienzle

Lo más singular de su participación en el asalto, sin embargo, fue que de vuelta al hotel donde se alojaba lanzó a la basura la emblemática chaqueta, algo considerado un auténtico sacrilegio en el país de las barras y estrellas. Según su abogado defensor, Zachary Deubler, la tiró por vergüenza propia después de haberse encontrado en el tren a un niño que le preguntó sobre su carrera olímpica y le pidió si podían hacerse una foto juntos.

Mucho antes del asalto, y del juicio que ha acabado con su condena, Keller ya había tocado fondo. Estudiante de Ciencias Políticas aunque parezca paradójico, ya previamente a los Juegos de Atenas sufrió un colapso emocional que a punto estuvo de costarle su concurso. Casado tras Pekín-08 y con tres hijos, su mujer le pidió el divorcio sólo seis años después, en 2014, cuando por casualidad, al tener que acudir al hospital por una caída en Halloween de uno de sus hijos, se percató de que carecían de seguro médico… El ya exnadador, que había ido alternando empleos de distinta monta, le engañaba al decir que seguía trabajando. La realidad es que se pasaba todos los días dando vueltas.

Abocado a vivir dentro de su coche durante casi un año, Keller entró en una severa depresión, lo que le llevó a tener que ser acogido primero por su hermana, después por su abuela, hasta que en 2018 decidió dar un giro a su vida. Se mudó a Colorado, inició una carrera como agente inmobiliario y empezó a pagar la manutención de sus hijos. Pero, en paralelo, también se fue radicalizando, con un apoyo tan ciego a Donald Trump que acabó por asaltar el Capitolio. Y tirar a la basura la chaqueta de su otra vida, la de los grandes éxitos olímpicos. Ahora tiene 360 horas para redimirse. Para que su película tenga un final feliz.

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