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TRIATLÓN

Javier Gómez Noya, el genio del triatlón, dice adiós

El gallego (41 años), cinco veces campeón mundial y plata en los Juegos Olímpicos de Londres, se retirará a final de temporada: “He llevado mi cuerpo al límite.

Para nadar durante 1.500 metros, salir del agua, montarse en una bici y pedalear durante 40 kilómetros, bajar, ponerse unas zapatillas y correr durante 10 kilómetros más, hay que tener un corazón muy fuerte y una musculatura de acero. Nuestro mejor triatl
NEZAR BALOUTAFP

Javier Gómez Noya, el genio del triatlón, el estajanovista del deporte que combina la natación con la bicicleta y la carrera a pie, se retira con 41 años. Así lo anunció hoy el gallego (nacido en Basilea, Suiza), “después de 26 años compitiendo”. “Mi cuerpo está sufriendo por asimilar la carga de entrenamiento que sé que necesito para competir al más alto nivel; lo he llevado al límite durante muchos años y he tenido una carrera que ni en mis sueños más locos podría haber imaginado, así que creo que es momento de seguir disfrutándolo pero con un poco menos de intensidad y estrés”, explicó.

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Tras de sí, queda el palmarés más impresionante de su deporte, con cinco campeonatos mundiales, por delante del británico Simon Lessing (4) y el también español Mario Mola (3). Y la plata olímpica en Londres 2012 batiéndose a muerte con los hermanos Alistair y Jonathan Brownlee, unas batallas que llevaron a otro nivel su deporte. En la retina está el Mundial que gana al esprint a Jonny en 2013 en Londres. Siempre al límite.

Aunque fue subcampeón olímpico, la historia de Noya con los Juegos fue la de un amor poco correspondido para lo que pudo ser, pues fue cuarto en Pekín 2008 afectado por flato, se fracturó un brazo poco antes de ir a Río 2016 en un año en el que lo había apostado todo al oro con una exigencia salvaje y, tras pasarse a la larga distancia, retornó a la olímpica para buscar el oro en Tokio 2020 sin éxito. En 2018 había intentado el asalto al mítico Ironman de Hawái, que tenía entre ceja y ceja, pero acabó 11º.

Ahora, sus esfuerzos estaban centrados en la media distancia del circuito T100, pero la salud no le ha dado tregua. La COVID le dejó secuelas en forma de fatiga y complicaciones musculares, antes de sufrir dos fracturas por estrés.

Esta temporada tampoco remontaba, y además sufrió el palo del fallecimiento de su madre. “Hice todo lo que pude pero no ha funcionado, así que es el momento de dar un paso atrás y tomármelo con más calma”, dice. Padre de Olivia, una niña de casi dos años, fruto de su matrimonio con la triatleta neozelandesa Anneke Jenkins, Noya seguirá ligado al triatlón desde otros ángulos. También tendrá más tiempo para rasgar las cuerdas de su guitarra eléctrica con su grupo Liorta. Puro rock&roll.

Noya, que recogió el testigo de Iván Raña (campeón mundial en 2002), tuvo que luchar en sus inicios contra las autoridades, que le retiraron su licencia en 1999 por una valvulopatía aórtica congénita. Años de visitas a especialistas por todo el mundo en los que compitió en Francia o donde le dejaron hasta que en 2003 el Consejo Superior de Deportes le dio el ‘apto’ y ganó el Mundial Sub-23. Ya no paró. El Premio Princesa de Asturias 2016 sirvió para reconocer una carrera que tendrá su punto final disputando algún triatlón antes de final de año. El genio se despedirá corriendo. Cómo no.

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