FÚTBOL SALA | MUNDIAL
Francia celebra con orgullo su multimillonaria apuesta
‘Les Bleus du futsal’ ya está en octavos del Mundial. El presidente del fútbol francés, que ha destinado millones a este deporte, les apoya en Uzbekistán.
Francia se ha tomado muy en serio el fútbol sala. Desde la Federación Francesa de Fútbol llevan años trabajando de forma muy dura y sin reparar en gastos para que su selección, en unos años, pueda ser considerada una potencia como lo es históricamente en otros deportes de equipo como el baloncesto, balonmano o el propio fútbol. Y los resultados no se están haciendo esperar. Francia ya tiene plaza asegurada para los octavos de final del Mundial de Uzbekistán a pesar de que se trata de uno de los debutantes en la competición. Sus victorias claras ante Venezuela y Guatemala han dejado un gran sabor de boca y muchos le miran ya como el equipo tapado para poder dar una campanada en este Mundial.
Para Francia, tener un fútbol sala potente se ha convertido en una prioridad. En 2022 se anunció que se destinarían 18,4 millones de euros a este deporte hasta 2025. Y la razón va más allá del deporte de alta competición. “El fútbol sala es el deporte escolar líder tanto para niños como para niñas. Tenemos a casi 200.000 jóvenes jugando al fútbol sala, es natural que la Federación esté muy interesada en él”, explica Philippe Diallo, presidente de la FFF, que no dudó en bajar a la pista del Universal Complex de Bujara para fotografiarse con los jugadores tras certificarse la clasificación matemática.
Pero ese interés en la formación va unido a potenciar el alto rendimiento. Clairefontaine, el moderno complejo en el que Mbappé, Griezmann y compañía se concentran con el equipo de fútbol, cuenta con un espacio específico para el equipo de fútbol sala, al modo que hace España en la Ciudad de Fútbol de Las Rozas. Allí se concentraron los llamados ‘les Bleus du Futsal’ desde los primeros días de agosto para realizar una detallada preparación que les hiciera llegar en un estado de forma óptimo a la cita mundialista.
Un éxito en el que también hay cierta influencia española, como el capitán, Kevin Ramírez, hijo de españoles que nació en Francia, pero a los 16 años se trasladó a Málaga, donde se enamoró de este deporte. “Cuando nos concentramos, estábamos felices de volvernos a ver, no podíamos esperar. Todos se prepararon bien individualmente durante sus vacaciones. En la concentración, sufrimos juntos, nos apoyamos, trabajamos duro, para llegar bien a esta Copa del Mundo”, cuenta sobre el camino hacia este Mundial.
Ramírez, a sus 36 años, es la voz de la veteranía para jóvenes estrellas que ya se han convertido en algunos de los mejores jugadores del panorama actual. Es el caso de Mamadou Touré, una sensación en el Barça a sus 23 años, o Souheil Mouhoudine, apuesta del campeón español, el Jimbee Cartagena. Un bloque que peleará con Irán por el liderato de su grupo y que ya se ha convertido en una de las selecciones más temibles del planeta futsal y en una de las disciplinas emergentes del deporte francés, como afirma Diallo: “Estoy muy orgulloso del fútbol sala francés por lo que están haciendo en su primer Mundial. Es un momento histórico”.
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