Estados Unidos: tetracampeona en un ambiente mágico
La Selección de Adam Krikorian consiguió su cuarto Mundial consecutivo ante Hungría con 7.000 espectadores en la grada (9-7). Musselman, con cinco tantos, marcó el penalti decisivo en el último minuto.
Estados Unidos multiplicó por cuatro su dominio en el mundo. Desde los Juegos de Londres en 2012 suma tres oros olímpicos y cuatro Mundiales, el último este sábado en Budapest en la piscina Alfred Hajos ante una combativa Hungría y una atmósfera mágica, con 7.000 gargantas animando sin parar a las anfitrionas. Un partido no tan plácido como el de rondas anteriores. Las americanas tuvieron que sudar y sufrieron, y sentenciaron solo a falta de 50 segundos cuando de penalti marcaron el 9-7. Musselman. Su goleadora. Ya era matemáticamente imposible que Hungría alcanzase a Estados Unidos. Inalcanzables de nuevo las americanas, un equipo de leyenda que solo pudo derrotar España en el Mundial de Barcelona en 2013.
Denostada la Selección masculina de waterpolo, condenada este domingo a jugar por la séptima plaza, Budapest se volcó con la femenina, que había llegado a la final después de ganar por 14-12 a Holanda, que fue bronce, en las semifinales. El ambiente era magnético. Caía la noche y los focos iluminaban el agua cristalina de Isla Margarita, las gradas estaban repletas de familias y de niños, todos ellos entregados a una selección que les ha hecho revivir los grandes momentos del país. Y les hizo incluso soñar con que derrocar a Estados Unidos, la mejor selección femenina, el Dream Team del waterpolo, podía ser alcanzable. Pero se quedó finalmente en un sueño.
Intimidadas por el público, y por el ambiente (”nunca he jugado en un lugar así, con tanta gente”, comentaba Maggie Steffens en la previa), Estados Unidos no fue fiel a su nivel hasta el tercer cuarto. Hungría asfixió a las americanas y encontró en ataque el cañón de Kesztheklyu y de Gurisatti, que superaron a Jonhson y equilibraron el marcador (4-3). El partido era cerrado, de pocos goles, con grandes intervenciones de la portera magiar, mientras que de nuevo Musselman era el filón en el que se agarraron las estadounidense. Ya contra España anotó seis tantos y en la final consiguió cinco más. Su martillo ha sido determinante en ataque.
Con 8-4 a falta de seis minutos todo parecía decidido, pero Hungría recortó distancias con dos tantos de Mate y Szilagyi. Este último con revisión del VAR que paralizó el encuentro durante tres minutos y despertó los cánticos en la grada. Hungría iba a morir con las botas puestas. Estados Unidos falló su ataque y, a falta de dos minutos, la portera húngara nadó de portería a portería para generar una superioridad. Y Hungría, por arte de magia, a falta de 1:20, se puso a un gol gracias al tanto de Keszthelyi. Había partido.
Estados Unidos se sometía a una situación de presión. Si no marcaba, Hungría tendría el último ataque para empatar y forzar los penaltis. Pero una jugada de mucha habilidad del equipo americano acabó en penalti. El seleccionador magiar protestó airadamente y le dio una patada a una valla publiciataria. Musselman no perdonó. Era el 9-7. Estados Unidos lo celebró comedida en la piscina, quizás intimidada por el ambiente o porque ganar forma parte de su cotidianidad. Hungría salió aplaudida. Han ganado una plata que sabe a oro. Y la han peleado hasta el último minuto.