Esta España es infinita
La Selección femenina de hockey patines conquista su séptimo Europeo consecutivo, el octavo de su historia, de nuevo con Portugal como víctima y ante el entregado público de Olot.
Sólo alcance del arte, de la genialidad, la magia o de la maestría está la capacidad de conseguir que lo difícil parezca sencillo. En ese nivel de virtuosismo se sitúa la Selección española femenina de hockey patines, que ha hecho de ganar casi una rutina como quien va a la oficina, y que desarticula incluso al mejor de sus rivales con la calma aparente de alguien que detiene sus pasos ante paisaje bucólico. Como el de Olot, donde este sábado la España de Ricard Muñoz se proclamaba campeona de Europa por séptima vez consecutiva, octava en total en 16 ediciones. Y otra vez contra Portugal. Es esta Selección, como ocurrió antaño con la masculina, un equipo infinito.
El hábito no puede restar ni un ápice de mérito al título conquistado. Porque las lusas, a pesar de enlazar seis finales perdidas ante las españolas, plantaron cara y de qué manera. Su planteamiento nada tuvo que ver con el del partido inaugural del campeonato (5-1), a pesar de que el resultado final fue el mismo. Las de Hélder Antunes mordieron, molestaron, atacaron y tuvieron en Marlene Sousa a un martillo pilón que golpeaba una y otra vez la puerta de una inmensa Anna Ferrer.
A cambio, generaba España peligro pero le faltaba claridad en la finalización. Hasta que, en su enésima intentona, se cruzó Aina Florenza de derecha a izquierda para evidenciar por qué es la máxima goleadora de la OK Liga y para armar un latigazo que se le coló por bajo a Claudia Vicente, impecable hasta ese minuto 11. Casualmente, faltaba en la pista Sousa, quien a su vuelta volvió a lanzar avisos en forma de disparos.
Así que un cierto respiro de alivio se percibió en el Pavelló d’Esports de Olot, en La Garrotxa y por toda la península (hasta la frontera con Portugal, claro) cuando Sara Roces y Marta Piquero conectaron como lo hacen en el Telecable de Gijón para establecer el 2-0, con la inestimable ayuda de Victòria Porta, quién diría que debutante esta semana en la Selección, en su bloqueo a una defensora.
No daba abasto Vicente en los primeros instantes de la reanudación, a la que salieron las españolas a sentenciar, a golear, con múltiples acercamientos en los primeros minutos de Florenza, Sara Lolo y Puigdueta, bajo la certera batuta de la capitana, Anna Casarramona, triple campeona del mundo y séptuple ya de Europa. Y, sin embargo, continuaba Portugal viva, agresiva, con zarpazos puntuales aunque peligrosísimos como el de Sofia Moncovio que desarmó de nuevo Ferrer, como repetiría más adelante ante Leonor Coelho.
No necesitó autoayuda España para gestionar el paso de los minutos con un marcador favorable que valía oro. Máxime cuando a cinco minutos para el final pitó el italiano Claudio Ferraro penalti sobre Sara Roces. No se inmutó la bigoleadora de la noche, Piquero, en su ejecución del 3-0, brillante, poderosa y propio del poso que sólo atesoran los equipos campeones. Como lo es Casarramona, quien redondeó la final a falta de un minuto, una suerte de justicia divina de quien se lo iba a perder por lesión. “No me canso de ganar”, manifestó a AS antes del campeonato. Que así sea. Por los siglos de los siglos.
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