España, Plata de Ley

No es oro todo lo que reluce. Pero literalmente. Porque también relucen y brillan con luz propia el resto de medallas. Y la plata que se colgaron este sábado las Guerreras del Agua en la final del Europeo –su tercera consecutiva– ante Países Bajos, hoy tal vez amarga por la ocasión perdida, por no poder encadenar tres títulos seguidos y por reeditarse ahora en Eindhoven el sino de los Mundiales de Fukuoka del pasado verano, pero sabrá a gloria con el tiempo. Porque supone un metal más para una generación insuperable, que desde 2008 acumula 11 finales y 12 medallas entre torneos continentales, Mundiales y Juegos Olímpicos. Y a eso va este año, que no ha hecho más que empezar.

Denotaban las expresiones de máxima concentración de las españolas durante el himno español que no era un día cualquiera. Que ni siquiera tratándose de la tercera final consecutiva deja de ser especial y único. Y con esa mentalidad entraron en el agua. Con el 1-0 de Judith Forca en el primer contragolpe. Con Martina Terré salvando en inferioridad ante Bente Rogge, y después al tiro de Maartje Keuning, del CN Sabadell. Con Elena Ruiz robando. Y con Anni Espar cruzándola para el 2-0.

Pero ese ímpetu también originó el penalti de Bea Ortiz para que Simone van de Kraats, su compañera en el CN Mataró y una de las seis neerlandesas que militan en División de Honor, pusiera el 2-1. No lo pudo detener Terré, que sin embargo sí repitió paradón frente a Lola Moolhuijzen, en el último suspiro del primer cuarto, igual que había repetido Miki Oca las mismas descartadas de la semifinal ante Grecia (13-5): Cristina Nogué y Ariadna Ruiz.

Tomó nota Laura Aarts de las diabluras su homóloga en la portería, y se lució ante Elena Ruiz en un segundo cuarto en que a España se le descuadró el plan. Sin inspiración en ataque más que en el tanto de Bea Ortiz, a minuto y medio para el descanso, también dejó de carburar la defensa, lo que animó a Países Bajos a revertir el marcador y a irse. Marcaron Kitty Lin Joustra desde la boya por partida doble, Sabrina van der Sloot y Vivian Sevenich para situar un peligroso 3-5 que obligaba a fallar ya más bien poco.

Lo sabía Elena Ruiz, que enseguida redujo distancias con un trallazo frontal. También la omnipresente Terré, que volvió a las andadas ante Sevenich, Moolhuijzen y con una portentosa estirada en un penalti lanzado por Van de Kraats. Lo aprovechó Bea Ortiz, con un chut que botó delante de Aarts, para empatar de nuevo, 5-5. Parecía que habían secado las Guerreras a Países Bajos, pero le bastó un disparo lejano a Lieke Rogge para cerrar por delante un tercer periodo con un cierto sesgo arbitral, lo cual provocó la protesta (y la tarjeta amarilla) del seleccionador español.

Y, como parecían no pitarse las faltas a las boyas, decidieron Maica García y Paula Leiton tirar por el camino del medio y finalizar, como hizo la más joven de ambas en el 6-6, un maravilloso revés. Pero en una jugada se juntaron todos los males de España: la tercera y última exclusión de Anni Espar y la diana de Van der Sloot en una nueva superioridad, que las neerlandesas sí aprovechaban a diferencia de las españolas.

Sin embargo, a la octava de esas acciones con una jugadora de más, quizá la más importante porque restaban un minuto y 40 segundos, llegó el providencial 7-7 de Maica. En la réplica, estrelló la bola en el poste Lieke Rogge. Y en el penúltimo ataque ya de las Oranje, le tocó a Bea Ortiz sufrir su expulsión definitiva.

Sería la antesala de la desgracia, del disparo de Bente Rogge que entró llorando, como llora España una derrota durísima que el tiempo convertirá en una suerte de victoria. La de una generación histórica que siempre está ahí, en lo más alto, luchando por todo. Que volvió a perder como en Fukuoka ante una Países Bajos que conquista así su sexto Europeo. Pero el año será muy largo. En nada esperan otros Mundiales. En julio, los Juegos.

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