WATERPOLO | BUDAPEST 2022 | DEJAN SAVIC
“En Serbia hay un problema: los padres quieren que sus hijos sean Djokovic”
Dejan Savic se ha ganado a pulso la etiqueta de mejor entrenador de waterpolo. Atiende a AS antes de que Croacia los dejara fuera de las medallas en el Mundial de Budapest.
Los amantes del waterpolo conocen de sobras a Dejan Savic. Los aficionados que se enganchan en Europeos, Mundiales y Juegos seguramente también. No pasa inadvertido ese cuerpo de boya pese a sus 47 años, esa gesticulación fuera de la piscina, esa pinta de ogro gruñón que se desvanece en la primera palabra y en el primer gesto. Savic es todo cordialidad cuando se sienta a una mesa. Pide que la entrevista sea delante del televisor para ver el partido de octavos entre Italia y Australia, mientras pregunta si Dani López Pinedo ya se ha retirado o si aún está o cómo puede tener una sala para preparar reunirse con el equipo. Todos la tienen menos su Serbia, el mejor equipo de los últimos 14 años. Un maestro que gestiona el siempre complicado equipo serbio, un gestor de egos que tiene muy claro cómo construir un equipo. Y Serbia, dos veces campeona olímpica, siempre lo es aunque Croacia les haya apeado de las semifinales.
-¿Qué les pasó ante Croacia?
-Fue un gran partido, muy igualado. Trabajamos las superioridades y cómo defenderlas, pero en el tercer y el último cuarto no estuvimos acertados. No defendimos bien y perdimos. Cosas de waterpolo.
-Después de Tokio afrontaron un cambio generacional. ¿Cuesta ese proceso?
-Tuvimos que hacer este cambio porque teníamos a seis jugadores que eran biológicamente viejos. Lo bueno que tenemos es que hemos empezado a pensar en el cambio después de Río 2016. Todos estos jugadores que suponen el relevo ya tienen experiencia porque jugaron grandes campeonatos. En el Mundial de Gwangju ya compitieron o al menos han jugado dos veces en la Copa de la FINA. Llevan desde 2016 en el sistema de entrenamiento y en el de competición. Hemos hecho un cambio sin dolor, pese a que estamos fuera de las medallas ahora.
-¿Le vienen generaciones flojas al waterpolo serbio?
-Después de París 2024 llega una generación floja, pero no solo en nuestro deporte y en nuestro país. Creo que los jugadores de ahora son técnicamente mejores que nosotros, pero no tienen la habilidad adquirida. Tenemos seis o siete jugadores con esa habilidad en el waterpolo actual, pero antes eran 20 o 30, estas habilidades se están perdiendo.
-¿A qué se refiere con habilidad?
-Los niños juegan menos. Ahora tienen problemas modernos, son más gordos, tienen diabetes y asma. De los 10 a los 18 años es cuando se forma el deportista, pero ahora no hay tanta práctica y eso condiciona. Serbia tiene además otros problemas. Los padres se meten mucho y arrastran a los niños. Todos quieren que sus hijos juegan a fútbol o baloncesto porque pueden ganar más dinero si lo hacen bien. O a tenis. Ahora todos los padres quieren que sus hijos sean Djokovic. Hay un fenómeno Djokovic, y eso también un problema.
Djokovic es un ejemplo entonces. ¿Cómo se percibe en el país su decisión de no vacunarse?
Hay 50-50. Gente que cree que debería vacunarse y otros que consideran que la libertad individual está por encima.
-Cuándo hablaba de la falta de habilidad y de entrenamiento me venían a la cabeza los entrenamientos de Matutinovic con la España en los años 90. ¿Ahora ese grado de exigencia es posible?
-Sí se puede hacer esa metodología, pero no tienes con quien trabajarla. Los de 15 o 16 años no pueden aguantarla. No tienen base, ellos lo que quieren es pasar rápidamente del 1 al 5. Para aprender en el colegio debes leer y escribir primero.
-¿Quiénes son los favoritos para este Mundial?
-Para mí eran Hungría y España. Ahora España, ya sin Hungría.
-¿Cómo explica su remontada ante España tras el 9-7 a falta de cinco minutos en las semifinales de los Juegos de Tokio?
- No sé que ha pasado, Filipovic metió un gol con cuatro brazos delante, es un fuera de serie. Puedes hacer la táctica y cuidar la técnica, pero luego si te marcan un gol así… No sé qué decirle.
-¿Qué le parece España?
-Hay una conexión entre el entrenador y los jugadores. Hay una buena atmósfera. Se entienden y se respetan. Han modernizado este waterpolo con un juego que empezaron los japoneses y ellos lo han hecho a su manera, en este tipo de juego son los mejores del mundo. El pressing de Japón es ahora el pressing de España. Los jugadores, además, llevan años jugando juntos en el Barceloneta y en la Selección.
-¿A qué jugadores destaca?
-Obviamente, a Perrone. Luego a Munarriz y Granados. Y quiero destacar a Larumbe, que ha hecho una progresión brutal en los tres últimos años.
-Usted también fue un destacado jugador. ¿Cómo empezó en la Belgrado preguerra?
-Mi historia es muy fácil. La piscina del Partizán está muy cerca del barrio donde he vivido siempre. Mi padre me llevó con siete años a la piscina y aquello fue un amor a primera vista. Pasé por toda la escuela de Partizán y jugué del 89 al 98 por el primer equipo. Luego me vine a Barcelona.
-¿Su niñez fue feliz?
-Tuve una niñez increíble, los amigos, la escuela... Todo hasta 1992 fue idílico con estos problemas de la guerra. De todas formas, con las sanciones no pude jugar en categoría júnior.
-¿Y qué recuerda de la guerra?
-Tenía 16 años, tenía muchas otras cosas en las que interesarme, pero nuestras carreras se complicaron. No salíamos de las fronteras, solo jugábamos los campeonatos nacionales. No sabíamos que pasaba fuera de Yugoslavia.
-Y por fin llega a Barcelona en 1998...
-Gracias a Toni Esteller y Vujasinovic. Era un chico de 22 años que llegué a una ciudad increíble con ganas de jugar a waterpolo, con ganas de vivir la vida, porque no fue tan buena en Belgrado de 1993 a 1997. Tenía muchos amigos de todo el waterpolo, del CN Catalunya, del Canoe, Mediterrani… España era una gran familia entre los jugadores. Eso no pasaba en Serbia. Si eres del Partizán o del Estrella Roja, eras enemigo en la Selección. En Barcelona aprendí a que los entrenadores pueden abrazar y besar a sus jugadores. Nunca lo había visto. Lo hago yo ahora con mis jugadores. Aquella generación tiene historias increíbles, construían equipo.
-¿Qué tenía aquella España?
-Siempre hablamos de ese equipo, tuvimos fortuna de conocer a esa gente y vivir con ellos. Olvidaba estas palabras que estoy pronunciando, tengo la piel de gallina ahora mismo. Tenían sangre caliente, tenían amistad y respeto dentro de la piscina. Eran geniales para el waterpolo, Estiarte era increíble, Rollán era el mejor motivado. Y tenían a muchos que eran los mejores del mundo.
-¿Usted representa el famoso carácter balcánico?
-El carácter lo tienes de nacimiento o tienes que crearlo en un equipo, pero el técnico tiene que estar siempre por encima de los jugadores. Si no eres capaz de crear una atmósfera adecuada, el entrenador lo debe encontrar en algunos jugadores. Es como un puzle. Si tienes jugadores sin ese carácter de equipo, es mejor que no estén, son como un jugador. Si un jugador quiere estar más arriba que el entrenador, tienes que quitarlo.