El niño que “trabajaba para comer” y viste de marca: “El breaking me dio una razón”
B-boy Allef, de origen muy humilde, es una de las estrellas que este sábado participará en la final mundial de Red Bull BC One, en Roland Garros.
A Mirley Allef Santos Carvalho, conocido en el mundo del breaking como b-boy Allef, le gusta mucho la miel. “Todo lo dulce”, dice a AS en París, donde este sábado (desde las 18:00, en As.com) se celebra la final mundial de Red Bull BC One. Hace 29 años, nació en el norte de Brasil, en Caxias, al este del estado de Maranhão. De familia muy humilde, cuando no quedaba nada para comer, su abuela, a la que nombra con extremo cariño, sacaba unos botes de miel que tenía guardados para los días de emergencia. “Es una de las cosas que más recuerdo de mi infancia. A mi abuela trabajando o preocupándose por la comida. También recuerdo mucho jugar en la calle. En el norte no es como en las grandes ciudades, no teníamos hora y estaba con mis amigos hasta que se hiciera de noche”, dice a horas de bailar en uno de los mayores recintos deportivos del mundo, Roland Garros.
Allef habla como se mueve. Con una calma absoluta. No tiene prisa. En la escena, se le conoce como The Deep. “El profundo”, si se traduce literalmente. Tanto en sus palabras como en sus pasos de baile, hay muchas capas. “Creo que es por mi personalidad, por mis formas y por los temas que siempre saco. Trato de profundizar en todo, se trate de lo que se trate”, dice sobre el origen de su apodo. Con él, ha alcanzado cotas que no se podía ni imaginar. “No, no me esperaba que el breaking me ofreciera todas estas oportunidades. Al principio, sólo lo utilizaba como una forma de expresarme”, responde. No se imaginaba ser entrevistado en París. Ni hacerlo vestido completamente de Lacoste, marca que le patrocina desde este año. Un antes y un después.
“Ha sido un gran paso. No sólo para mí, también para toda mi familia. Ellos, en realidad, no saben mucho de lo que hay en el mundo. No entienden de marcas ni de medios. Tampoco entienden mucho lo que hago y, aún menos, que pueda ganar dinero por ello”, dice. Cada vez que pisa un nuevo país, manda vídeos del mismo a sus seres queridos. A nivel competitivo, su aventura empezó en 2018, cuando alcanzó la final brasileña de Red Bull BC One. En 2022, repitió como finalista. Ahora, ha conseguido dar el salto mundial sin abandonar su estilo, por el que hasta ha sido abucheado. No lo traiciona. Ante nadie. Tampoco ante las “más de 8.000 personas” que se esperan en Roland Garros. “Yo bailo para llegar a mucha gente. Después de esto, quiero bailar ante 10.000. Y luego, ante un millón. Conozco cómo de poderosos son mi cuerpo y mi alma. Con un detalle, con un simple movimiento, puedo llegar a esas 8.000 personas”, asegura con tacto.
El día que lo cambió todo
El breaking llegó a Allef sin avisar. Por pura casualidad. Su familia vivía en una granja y cultivaba su propia comida. “Yo soy de esos que saben de dónde viene el arroz y cómo se produce”, bromea. De repente, un chico que les estaba echando una mano con la sequía en una zona de cultivo, realizó un movimiento para impresionarle. “Funcionó”, recuerda. El Allef de 13 años se quedó prendado y le picó el gusanillo. “Lo hizo allí, en medio del campo, y me llegó su energía”, detalla. Lo cambió todo. “No tenía perspectivas con mi vida, de lo que iba a hacer con ella. No teníamos demasiadas cosas. No conocía a nadie que hubiera ascendido hasta ser rico ni ejemplos de esos. Trabajábamos para tener comida. Y ese tipo me mostró esto. Me enamoró y encontré una razón para mi vida”, resume. Con calma. A menos de 24 horas de bailar en Roland Garros vestido de marca.
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