El museo del breaking
AS vive desde dentro la final nacional de Red Bull BC One, celebrada a los pies del Reina Sofía. Grazy y Lola, ganadores, competirán en París.
No es una de las participantes, pero siempre se pone tan nerviosa como ellas. Y eso que ha estado presente en diez de las veinte ediciones de la Red Bull BC One, que este sábado celebró su final nacional en Madrid. “Soy vergonzosa. Mi truco, cuando veo a la gente, es imaginarme que estoy en mi habitación pinchando sola”, revela Lorena Aragón, conocida dentro de la escena como DJ Lady Funk. Es el corazón de la fiesta, la persona con el secreto más preciado. En la competición de break más prestigiosa del mundo en formato uno contra uno, es la única que sabe qué sonará en cada momento por los altavoces.
“Cambia mucho de pinchar para un evento así a un festival, un club o un garito. Ahí estás a tu rollo y no pasa nada. Aquí, si te equivocas, puedes provocar un error en el bailarín. Es mucho más complicado”, explica en la plaza de Juan Goytisolo, justo antes de empezar la final. Minutos después, su música empieza a sonar. Le gustan los temas con muchos drums (percusión) y un bombo marcado. A los participantes (b-boy y b-girl, en la jerga), también. Y al público que, bajo un sol abrasador, busca huecos donde no los hay: gradas llenas, suelo, esquinas...
“¡Eh, eh, eh!”, empiezan a gritar los presentes al ritmo de los competidores. Cuesta seguirles. A los pies del Museo Reina Sofía, lo suyo es arte, pero también deporte. “Para llegar a ciertos movimientos, hay que trabajar mucho la fuerza, la musculatura, la flexibilidad y la resistencia. Hay que tener un físico de atleta, pero también tiene su parte artística”, explica el b-boy francés Yung, uno de los jueces de la tarde. Junto a Ronnie y Mimz, de Las Vegas y Saitama, respectivamente, que están en la capital española expresamente para la cita, tiene una gran responsabilidad. De sus decisiones saldrán los campeones, con billete para la final internacional de Red Bull, que tendrá lugar el 21 de octubre en el Estadio Roland Garros. Oportunamente, en París, sede de los primeros Juegos Olímpicos con presencia del breaking. “Podría haber medalla española, no digo que no. Os doy un 50% de posibilidades”, ilusiona.
Deporte y arte se dan la mano
Los veredictos dependen, principalmente, de tres factores. “Se tiene en cuenta el baile en sí, moverse al compás de la música y expresar los sentimientos en el momento oportuno. También todo aquello que se relaciona con los códigos de la cultura hip-hop. Por último, se analiza el lado técnico, tanto en dificultad como en ejecución”, desgrana Yung. Al ritmo de Blade, un tema propio que Lady Funk se guardaba para la hora de la verdad, este sábado, b-boy Grazy y b-girl Lola lo bordaron en todos los parámetros. “Me flipa, no pensaba que esto llegaría ahora. Estoy superemocionada por poder mostrar quién soy internacionalmente”, celebraba la segunda, de sólo 16 años, que le dedicaba la victoria a su padre, “trabajando”, con ternura. Siempre ha confiado en ella, sin prejuicios.
En el breaking, el deporte y el arte se dan la mano. La vieja y la nueva escuela, también. Rompen barreras hacia horizontes impensables hace no tanto “Cuando llevas muchos años compitiendo, la sensación de Lola se va perdiendo. No hay esos nervios, la novedad. Después de tanto tiempo, lo importante para mí es seguir aquí, romper los estigmas de la edad. Ganar mi tercer BC One con casi 36 años...”, reflexionaba Grazy, que ha sacado un libro, ha participado en videoclips o ha actuado en el Cirque du Soleil. Muchas etapas de una vida que, seguramente, no vislumbraba tener unos Juegos como objetivo. “Imagínate a 16 tíos y tías en la villa olímpica con gorras y ropa ancha. Va a romper moldes, esquemas, mentes”, fantaseaba. A Lola, la oportunidad le ha pillado “pronto”, pero se ha imaginado en unos Juegos desde pequeña. De momento, ya tiene una Red Bull. Grazy, tres. Campeones de España. Soñadores en París.