FÚTBOL SALA | MUNDIAL (F)

El Mundial de la perseverancia

El fútbol sala femenino empezó a reivindicar el torneo hace una década a FIFA. Años de lucha para conseguir disputar un torneo que existe en masculino desde 1989.

Jugadoras de todo el mundo con Orive en la última iniciativa.
Aimara G. Gil
Actualizado a

El que persevera, alcanza, dice un proverbio español. Perseverancia es lo que ha tenido el fútbol sala femenino a lo largo de las últimas décadas para que, por fin, se haga justicia. El único deporte que existía un Mundial masculino pero no femenino ha tenido que luchar contra viento y marea para que se les escuche y apuesten por un deporte que como explicó la presidenta de la AJFSF, Natalia Orive “ni es fútbol femenino ni es fútbol sala”. Estaban en el limbo.

Desde 1990, hace ya 35 años, el fútbol sala femenino lucha por tener un espacio que se le negaba hasta hace un par de años. Entonces, se empezaron a crear las competiciones nacionales oficiosas en diferentes países. En España, uno de los pioneros en este sentido, la Liga femenina se creó en la temporada 1994-95. Entonces, el Comité nacional de fútbol sala femenino apostó por crear una competición y equipos como el Futsi, Burela, Elche o Móstoles se arriesgaron a luchar por este deporte.

El Mundial de la perseverancia

El fútbol sala femenino iba creciendo poco a poco, con pioneras que creían y amaban este deporte. Aunque las ayudas y los apoyos eran contados. Con el paso de los años, la evolución iba demasiado despacio, a pesar de que las adeptas a este deporte crecían. El primer intento de Mundial fue en 2008 en Cataluña, con la selección catalana y otras doce selecciones. Un torneo para dar visibilidad al deporte organizado por la Asociación mundial de fútbol sala. Dos años después se dio el paso definitivo para demostrar a los organismos que un Mundial era posible.

De 2010 a 2015 se organizó el “Women’s Futsal World Tournament”. Un torneo con la normativa de FIFA pero sin el organismo mundial. Solo se jugaron seis ediciones y fue mucho más que un torneo, fue una demostración de fuerza y un acto de protesta contra la inacción de la FIFA. Visibilidad y presión. Durante seis ediciones que se celebraron entre España (en dos ocasiones), Brasil, Portugal, Costa Rica y Guatemala, las jugadoras vivían un Mundial sin FIFA y hubo una clara dominadora: Brasil. La selección carioca, que ya desde 2005 celebraba de forma oficial la Copa América de Futsal Femenina, ganó los seis torneos. Pero tampoco funcionó. Llegó la hora de levantar la voz.

Fue en 2015 cuando las reivindicaciones de las jugadoras se hicieron oír. Tuvieron que acudir a las redes sociales para viralizar el hastag #WomenPlayFutsalFIFA y que el mundo empezase a conocer esta injusta desigualdad en el único deporte en el mundo con competiciones oficiales de masculino y la inexistencia en femenino. Un grito que llamó la atención y salió en los medios, pero tampoco fue suficiente. Dos años después, en 2017, Portugal lanzó otra iniciativa con el lema: We Want a World Cup. El tiempo pasaba y FIFA no parecía estar dispuesta a invertir en fútbol sala femenino. UEFA creó la Eurocopa y ya existía la Copa Asiática y la Copa América. El deporte iban encontrado su hueco, pero no a nivel mundial.

Con Natalia Orive, presidenta de la AJFSF a la cabeza, las reivindicaciones se intensificaron a partir de 2021. Ese año, de nuevo con el hastag #WomenPlayFutsalFIFA y justo cuando arranca el Mundial masculino de Fútbol sala en Lituania, la AJFSF ha iniciado un movimiento mundial que une a todas las jugadoras del planeta. Las jugadoras y los jugadores más relevantes del fútbol sala mundial hicieron causa común para ser escuchados por la FIFA ante la injusticia que atenta contra la igualdad de géneros y que alimenta la discriminación hacia el deporte femenino. La brasileña Amandinha, mejor jugadora del mundo, la iraní Fereshteh Karimi, mejor jugadora de Asia, Anita Luján, capitana de la selección española, y Carlos Vagner ‘Ferrao’, pusieron voz a una situación insostenible. Con un vídeo reivindicativo que se hizo viral y llegó a todos los rincones del mundo, a FIFA no le quedó más remedio que dejar de dar la espalda a esta reivindicación y plantearse seriamente que había que organizar un Mundial femenino.

El Mundial de la perseverancia

“Ha llegado un momento que hemos dicho que basta ya. Jugamos a este deporte, necesitamos un espacio porque se nos está privando de él”, recalcó Natalia Orive que continuó: “Estas potenciando a la mujer en el fútbol y como responsable también tienes entre tus estamentos el fútbol sala, ¿qué pasa con las mujeres que los practican? Ahí ya no hay igualdad, ¿qué pasa con los códigos éticos de buena gobernanza? ¿Te los saltas?”, sentenció. Razón no le faltaba, porque la AJFSF no solo quería jugar un Mundial, quiere que el fútbol sala femenino fuera tratado con equidad con respecto al fútbol femenino o al fútbol sala masculino. Igualdad, una palabra que está costando encontrar en este deporte. Como dijo la presidenta: “Denunciamos un trato discriminatorio y de abandono sistemático de la FIFA”.

Noticias relacionadas

Aquella campaña obligó a FIFA a aparecer y a dar su brazo a torcer. En diciembre de 2022 en el Consejo de FIFA se acordó la disputa de un Mundial femenino con 16 equipos participantes. Dos años tardó en seleccionar la sede, Filipinas, y un año más en poder disputarse. En 2025, las jugadoras han ganado una batalla más, se han hecho escuchar y la clamado al mundo que la igualdad no solo tiene que ser de palabra, sino también con hechos. Ganó el fútbol sala femenino, ganaron las jugadoras y los aficionados, ganó la equidad en el Mundial de la perseverancia.

¡Tus opiniones importan! Comenta en los artículos y suscríbete gratis a nuestra newsletter y a las alertas informativas en la App o el canal de WhatsApp. ¿Buscas licenciar contenido? Haz clic aquí

Etiquetado en:
Comentarios
Normas

Rellene su nombre y apellidos para comentar

Te recomendamos en Polideportivo