El Movistar Inter arriesga y la moneda, esta vez, sale cruz
El Osasuna supera al Movistar (2-4), que había ganado todo ante su afición. Con empate, los madrileños salieron con portero-jugador.
El Movistar Inter vio truncada su buena racha ante su afición tras caer ante Xota (2-4), que en ningún momento perdió la cara al encuentro. El pabellón Jorge Garbajosa disfrutó de una emocionante noche que comenzó con un juego de luces y sonido, acompañado del bullicio de una afición que, este año sí, ve posible romper una sequía de títulos que data de 2021. Eso sí, se despidieron de la peor manera, con una derrota dolorosa... pero todavía con ánimo: pese a caer, las gradas aplaudieron y animaron al equipo al acabar. Esto es largo y al quinto partido llegó el primer ‘golpe’ en casa.
De salida, ambos equipos entraron con un ritmo alto... aunque con claro dominio del Movistar. Se sucedían las ocasiones, con Asier Llamas haciéndose grande en la portería visitante al igual que su homólogo en los interistas, Jesús Herreros. Un duelo táctico, sin apenas interrupciones que solo se vio alterado con un zurdazo de Mínguez. Con el tanto de uno de los siete fichajes realizados el pasado verano el partido se fue al descanso. Tras la reanudación, Xota salió con más soltura a la pista, teniendo a Dani Saldise, un ex del Movistar, como uno de los grandes agitadores del encuentro. Fruto de ese cambio de chip, los navarros dieron la vuelta al marcador en apenas seis minutos con tanto de Bebe en propia puerta (tras desviar un disparo de Pachu que iba fuera) y de Juninho después de aprovechar un revuelo en el área.
Poco duró la alegría en el Osasuna ya que Mínguez, en su mejor noche de su todavía corta etapa como interista, puso la igualada con una acción a balón parado: córner y, esta vez, derechazo para dentro. Con el partido nuevamente igualado, el Movistar se volcó, la grada apretó... pero los navarros estaban muy serios y en todo momento confiaron en sus posibilidades. A falta de 3:24, Alberto Riquer arriesgó: el empate no le servía como local. La moneda salió cruz. Con el juego de cinco, con Drahovsky con la camiseta de portero-jugador, el juego no llegó a ser todo lo fluido que le hubiese gustado al técnico y sin apenas ocasiones. Juninho, sin Jesús en la portería, hizo el 2-3 y Cervino, ya sobre la bocina, provocó el estallido de alegría de los visitantes, que lograron un triunfo de mucho prestigio. “Ni antes éramos los mejores ni ahora los peores. La decisión de portero-jugador era normal, queríamos ganar”, dijo Alberto Riquer tras el encuentro en rueda de prensa.
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