Waterpolo

El Encinas reescribe la historia

El equipo de Boadilla, sin piscina propia y con los jugadores pagando para poder competir, consigue un histórico ascenso a División de Honor que es un bálsamo para el waterpolo madrileño.

Los jugadores del Encinas celebran su enorme éxito de ascender a División de Honor.
AITOR MARTIN | DiarioAS
Alberto Clemente
Alberto Clemente es licenciado en Historia y Periodismo por la Universidad Rey Juan Carlos. Empezó su andadura en el periodismo en Cadena SER, donde estuvo de mayo de 2018 a enero de 2019, desempeñando sus funciones en la web, dentro de la sección de deportes. Tras dicha estancia, pasó a formar parte de As, siendo parte de la sección de baloncesto.
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Un manto verde de humo y banderas cubría el exterior del M-86 el pasado 7 de junio. El mismo que en el interior había llenado las gradas de un color esperanza que fue el que guió al Encinas a la mayor de todas las proezas. Ahí, en una piscina prestada, correspondiente a la Comunidad de Madrid y a la que tantos equipos echan mano al no poseer lugar propio de entrenamientos o partidos, las gradas estaban abarrotadas y los gritos de ánimo y júbilo eran una constante que envolvía el ambiente de una épica ensordecedora. Una de esas tardes mágicas de deporte y emoción que se constató con lo ocurrido en el agua en un partido de waterpolo de alta intensidad. Nerviosismo al principio, y lágrimas saladas de alegría al final. Muñecas frías y cabezas calientes por lo que estaba en juego, pero también una agitación y una inercia que fueron cambiando la tendencia hasta hacerla a la inversa. Y al final, todo explotó. Con una ovación cerrada. Con un estruendoso aplauso.

No era para menos. El Encimas había logrado lo indecible, un éxito sin precedentes: ascender a División de Honor. Es sólo el cuarto equipo madrileño que lo consigue con el actual formato tras Canoe, el desaparecido Ondarreta (hoy refundado como Alcorcón, en Segunda División) y la Concepción, que consiguió hace ya más de una década un éxito de proporciones similares al del Encinas, uno que encima consiguió igualar años después. La importancia del éxito del equipo de Boadilla es doble al haber descendido esta misma temporada el Canoe, el único equipo no catalán de la historia en conquistar el campeonato nacional, hace ya un cuarto de siglo. Madrid mantiene una única representación y el waterpolo de la capital respira aliviado. Mientras el Encinas, protagonista de la historia, relame con gusto las mieles del triunfo, hace posible lo imposible y se frota las manos. Pero no se olvida del reto que tiene por delante. Uno mayúsculo.

El histórico éxito se ha cimentado luchando contra la lógica. Con muchos jugadores formados en la cantera, prácticamente la totalidad madrileños. La desaparición de La Latina y la mala situación del Canoe permitieron que muchos regresaran y algunos ficharan. Y, de repente, ese grupo de chavales que se conocen desde hacía casi 20 años se juntaban en el mismo equipo. “Es el resultado del trabajo de muchos años. La culminación de toda una generación. Nos conocemos de toda la vida”, asegura Javier Baringo, que se consolida como un clásico del waterpolo madrileño con su tercer ascenso nacional, el segundo a División de Honor. “Es algo muy muy grande estar desde pequeños creciendo con tus amigos y ahora poder hacer lo que hemos hecho con ese grupo de amigos. Es brutal y el trabajo de tantos años que se materializa al conseguir el ascenso. Es muy satisfactorio”, asegura Xavi Jiménez, otro de los pesos pesados del vestuario, acompañado de su sonrisa eterna. El capitán, Víctor Fernández, se mueve en la misma línea: “He llevado un camino toda la vida con jugadores con los que he coincidido este año. He podido jugar con mis hermanos, Pablo y Javi. Ha sido un año maravilloso y espectacular”.

Un éxito de un club y de todo un equipo que se ha cimentado con años y años de lucha constante y una historia de idas y venidas que finaliza con una merecida consolidación. AS se acercó a Boadilla del Monte el pasado 11 de junio, el único día con lluvia de todo un caluroso mes, para hablar de primera mano con los protagonistas, del organigrama de su entidad y del futuro más próximo. “Teníamos muchas dudas de todo porque ahora ascendimos la temporada pasada de Segunda a Primera y éramos conscientes de que teníamos un equipo joven muy completo y con mucha ilusión, y sabíamos que nuestro primer objetivo era estar en el grupo de arriba asegurarnos el no descenso. Luego la temporada nos ha ido poniendo en el sitio cuando deportivamente hemos ido encontrando nuestro hueco. Paso a paso llegamos al objetivo de estar en el grupo de arriba, que era lo que como te decía antes, que era lo que nos lo que nos daba tranquilidad para no descender, pero luego nos fuimos encontrando que íbamos ganando todo era una mezcla de satisfacción y de sorpresa. íbamos ganando, íbamos ganando, quedamos primeros en la primera fase y llegamos a los playoffs como candidatos al ascenso y ahí es cuando nos empezamos a pensar que podía ser”, nos cuenta Claudio Camarena, vinculado a puestos directivos en el club desde 2022 y actual Director General.

El waterpolo madrileño necesita muchas alegrías de este tipo. Tras el descenso del Canoe, nos encontramos que somos la alternativa”, añade Claudio, que asegura que lo ideal es que los dos equipos hubieran coincidido en la máxima categoría. Rafa Fernández, que fue jugador del Canoe durante una década e internacional con la Selección española en 2017, ha sido el hacedor de los dos ascensos consecutivos en los banquillos, a Primera y a División de Honor. Y tampoco era eso lo que pensaba a inicios de temporada: “El objetivo era sencillo. Éramos un equipo recién ascendido y lo primero que dije era que nos teníamos que mantener y pasar al grupo de arriba para estar tranquilos. Que esa primera fase era esencial para poder estar cómodos. Y ya una vez en el grupo de arriba ya se iría viendo. Teníamos cuatro incorporaciones nuevas, había que empastar al equipo y teníamos que hacer grupo y empezar a adaptarnos. No era un trabajo fácil”. Así empezó todo. Buscando la tranquilidad de la permanencia antes de subir a División de Honor.

Romper barreras: una mujer en un grupo de hombres

Rafa no ha estado sólo en el banquillo ni en el club. Ha recibido la imprescindible ayuda de sus colaboradores: Carlos de Pazos e Irene Hagen, una exjugadora que fue subcampeona de Europa con España en 2008, en esos éxitos previos (que los hubo) a la generación dorada. “No solo es un éxito, es un lujo”, asegura Claudio. “Se habla mucho de igualdad, se habla mucho de que las mujeres tienen que tener los mismos derechos que los hombres. Y aquí está la prueba”. Rafa también se rinde a su mano derecha: “Es muy importante porque la gente se piensa que al final el deporte femenino, el waterpolo femenino está por debajo del masculino. Y no es así. Irene tiene una trayectoria deportiva con un palmarés que ninguno en el club lo tenemos”, asegura.

El Encinas reescribe la historia
Carlos de Pazos, Irene Hagen y Rafa Fernández, de izquierda a derecha.AITOR MARTIN

La propia Irene atendió a AS en las instalaciones del Club Las Encinas de Boadilla. “Creo si los cálculos no me fallan soy la única chica a nivel de segunda entrenadora que hay entre nosotros”, asegura. “Todavía en los partidos me preguntan si soy la delegada y eso chirría mucho. Te miran de otra forma. Pero en el equipo todos me tratan a mí como si fuera uno más. Hay como un poco el concepto de que una chica no puede llevar a chicos y un chico sí puede llevar a chicas, pero no al revés. Si Rafa no está, el entreno es el mismo. Somos una extensión el uno del otro”. Una desgraciada anomalía que el Encinas ha transformado en normalidad, con Irene tirándose al agua junto con sus compañeros cuando el pitido final sonó y confirmó el ascenso. El Encinas ganó 12-9 al Sant Feliu. El 8-7 favorable a los catalanes en la ida no bastó. La historia estaba escrita. Y había que celebrarlo.

División de Honor, un reto mayúsculo

Las complicaciones de subir a División de Honor son muchas y variadas y en el Encinas saben que tienen por delante un auténtico desafío, como ya ha pasado a otros clubes, especialmente en los últimos tiempos, en los que ha habido renuncias y muchas dificultades para competir por ausencia de dinero. Xavi ya lo vivió en Canoe: “Acabas muy quemado porque disfrutas si es un reto personal y deportivo, pero al final del día es muy exigente y hay que llevar muy bien la salud mental, llevar los otros ámbitos de tu vida”, dice. “Es una liga profesional en la que nos vamos a enfrentar contra gente que es muy top, contra los jugadores de la selección española. Sería un paso importante para el club y para nosotros, pero tenemos que seguir profesionalizando el equipo”, añade Baringo en referencia a un grupo de chavales que paga por practicar la actividad que más les gusta. “Se nos va a hacer muy duro si no fichamos un par de jugadores”, dice Víctor Fernández.

El problema es el de siempre: se necesita dinero. Claudio lo deja muy claro: “Necesitamos tener recursos para que nuestros jugadores no tengan que pagar por jugar. Si a partir de ahí tuviéramos algo más para compensarles los gastos de desplazamiento y alguna alegría en algún momento, pues ya nos daríamos por satisfechos. No tenemos estructura todavía ni económica, ni deportiva ni administrativa como para poder competir al más alto nivel. Esperamos que con el club cada vez va aportando más más medios, sobre todo de instalaciones para que podamos aquí realizar nuestros entrenamientos. Lo que queremos es que finalizar todo este proyecto con la instalación propia”. Y es que el equipo se ubica en Boadilla, pero juega en el Mundial 86 sus partidos como local. Algo impensable y que les convertirá en el único club de División de Honor sin piscina propia o, al menos, una piscina en la que puedan entrenar y también jugar aunque sea pública. Y para todo eso se necesita la figura de un patrocinador. Algo esencial para competir en esa categoría.

El Encinas reescribe la historia
Los jugadores levantan la Copa en la visita de AS a las instalaciones de Boadilla.AITOR MARTIN

Hay que tratar a los jugadores como se merecen, no deberían pagar cuota”, asegura Rafa, que también es consciente de las dificultades y de la necesidad de una ayuda económica externa. “No es sostenible sin todo eso. Vamos a entrar nuevos en la liga, vamos a pasarlo muy mal contra los equipos de arriba, que cuentan incluso con fichajes extranjeros. Si no profesionalizamos el grupo lo veo bastante complicado”. El entrenador se retiró hace tan solo dos años, tras caer en el playoff de ascenso a Primera en dos temporadas consecutivas. Y a ese recuerdo se aferra: al de la perseverancia y la pericia, al de la insistencia, para saber que todo puede ser posible y que si ahora el sueño era ascender, mañana puede ser permanecer. Y que es tangible, palpable. Pero que habrá que trabajar mucho este verano para conseguirlo. Y que necesitan ayuda para ello.

Eso sí, antes de lo que viene toca recoger los frutos de la victoria y disfrutar de ellos. Sabiendo que el mérito que tiene llegar hasta aquí es sideral. “El deporte de alta competición es muy duro y hay muchos momentos en que se te hace muy cuesta arriba. Antes estudiábamos y jugábamos. Ahora trabajamos y jugamos”, dice Baringo. Como Xavi, que lo dejó el año pasado y ha recuperado la ilusión por el deporte con sus amigos mientras estudia Economía, Matemáticas y Ciencias de Datos. O Víctor, que trabaja en una auditoría y tuvo que pedir una reducción de jornada para poder hacer doble sesión en Canoe. Que estuvo apunto de dejarlo romperse el labrum del hombro derecho y ahora arrastra molestias similares en el izquierdo. Pero que ha seguido a pesar de todo en un año en el que ha vuelto a disfrutar como el niño que empezó en su momento en Encinas. O como Rafa, que con 31 años dejó la clínica de fisioterapia en la que trabajaba para hacerse autónomo y poder compatibilizar ambos trabajos. Dos ascensos en dos años. Ha merecido la pena.

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Contra todo eso, contra viento y marea, ha luchado hasta el final un equipo en una victoria que es de todos. “Esa hermandad ha dado como fruto, sobre todo, una grandísima pasión por nuestro deporte, una grandísima ilusión”, asegura Claudio. De Goyo Ginés y José Antonio Rodríguez, pioneros del waterpolo en Boadilla, al equipo actual. Pasando por Miki Oca o Ángel Andreu, criados en esa cantera y campeones olímpicos en 1996. De los compañeros a los amigos, y finalmente a los hermanos, de sangre o de corazón. De las paradas de Ricky en la portería a los goles del otro Ricky, levantando al público desde la pileta. De las lágrimas del Víctor MVP a la alegría y euforia del Víctor que volvió a casa para hacer historia. De Rafa a Irene. De Javier Quemada y ese gol por la escuadra que quitó los nervios a sus compañeros tras toda una vida en el mismo club; a los momentos trascendentes de los Pablos, de Juli o el coraje de Dani Segura. De la mejor parte de la inmadurez más irreverente. Porque madurar, como envejecer, es ir descartando sueños. Y el Encinas quiere seguir soñando. Ya llegará División de Honor. En el recuerdo siempre quedará una victoria titánica, épica. Cubierta de un manto verde de camisetas, banderas y humo. De color esperanza. El año que viene, Encinas-Sabadell.

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