El bronce ficticio de una inmensa Carvajal, de solo 16 años
La madrileña llegó tercera, solo por detrás de las chinas, al último salto, pero era imposible la medalla en 10m plataforma por la dificultad menor. En un año en París puede aspirar al podio.
Es difícil determinar la magnitud de lo que ha conseguido la saltadora de Villanueva de la Cañada y de solo 16 años, Ana Carvajal, en la final de 10m trampolín en los Mundiales de Fukuoka. Su posición final (octava) es lo de menos, porque vino marcada por un último salto de dificultad 2, el más bajo de las participantes, ya que la española está todavía en edad júnior y necesita trabajar en un concurso más completo para poder aspirar a las medallas internacionales: la mayoría de las saltadoras optaron por una dificultad de 3,2. Ese guarismo límitó la puntuación y alejó a Carvajal de un puesto de medalla que se había ganado en las anteriores cuatro rondas, cuando logró la tercera mejor nota, la primera del planeta Tierra teniendo en cuenta que las dos chinas compiten la galaxia de la perfección.
Para entender la magnitud de los saltos, quizás, el pionero y presidente del Real Canoe, Ricardo Camacho, puede aportar luz: “Los saltos no son el waterpolo o la sincro, donde no hay tantos países competitivos. Los saltos son como la natación. China copa dos medallas y luego tienes México, Estados Unidos, Italia, Alemania, Gran Bretaña, Canadá, Japón, Corea... Y podíamos seguir un buen rato”. Con toda esa competitividad, esta madrileña de 16 años que empezó a saltar en la piscina de su pueblo con apenas seis ha demostrado que, añadiendo un salto más a su programa, puede aspirar con todas las de la ley a una medalla en los Juegos de París 2024, donde llegaría con 17 años y toda la carrera por delante.
Carvajal tejió un concurso regular, sin estridencias. Su nota más baja fue un 6,5 y la más alta un 9. A falta de un salto, era tercera con una puntuación de 264.70, pero el último, que de nuevo rozó la perfección, no fue un trampolín (47.00) por esa corta dificultad. Registró 311.70, a 29 puntos de la medalla de bronce, que se la colgó la canadiense Caeli Mckay que lloró de emoción. Si Carvajal hubiese obtenido la misma nota en el quinto salto que en el cuarto, habría subido al podio. Los oros son de otro mundo. En esta ocasión, Yuxi Chen (457.85) le ganó la partida a la campeona olímpica Hongchan Quan, que de nuevo hizo un salto de diez puntos por unanimidad de los jueces, pero no le alcanzó (445.60).
La llegada de Domenico Rinaldi, director técnico, y Arturo Miranda, el cubanocandiense, ha catapultado los saltos españoles, especialmente ahora focalizados en Carvajal, una nadadora con unas cualidades privilegiadas para la competición. Fría, infalible, no cometió errores en un escenario de máxima exigencia pese a su falta de experiencia y juventud. Hay que añadir que es buena técnicamente y que tiene una entrada al agua que multiplica los puntos; “afilada, elegante”, propiciada por su altura. El concurso de Carvajal en Fukuoka puede considerarse el bautizo de una más que posible estrella de los saltos españoles, ese patito feo de la natación a causa de las escasas licencias, que ahora podría tener un icono para crecer.