Echegoyen: “Hay que saber subir y bajar de la cresta de la ola”

No es un decir: siempre es un placer charlar con Támara Echegoyen (Ourense, 17-02-1984). Con su simpatía habitual descuelga su teléfono y es que se encuentra en Auckland (Nueva Zelanda). Como ella dice, aquí “vivo 12 horas en el futuro”. Justo de eso hablamos con ella, pero también de su pasado porque hace pocas semanas anunció de manera oficial el punto y final de su carrera olímpica. En su mochila cuatro Juegos, una medalla de oro (Londres 2012 con Sofía Toro y Ángela Pumariega en Eliott 6m) y dos cuartos puestos. El broche lo puso en París 2024 donde fue abanderada. Corre sal por sus venas y jamás se alejará de la vela. No puede, ni quiere. Tiene millas para rato.

¿Qué se le ha perdido en Auckland? ¿No podía estar tranquila en casa, no?

(Ríe) La verdad es que tengo muy buenos amigos y quería desconectar porque antes de tomar una decisión de empezar un nuevo proyecto, de decidir qué quiero hacer, necesito dedicarme tiempo de calidad. Había estado tres veces en Nueva Zelanda, pero nunca para desconectar y creo que me merecía perderme un poco, ver a gente y charlar sin necesidad de mirar el reloj.

En Marsella, tras los Juegos de París 2024, ya dejó caer que fueron sus últimos Juegos. Faltaba el anuncio oficial y llegó.

Sí, la verdad es que las campañas olímpicas me han aportado y creía que ya, tras cuatro Juegos, era el momento de tomar la decisión de abrirme paso a afrontar otros retos, desafíos. Me gusta seguir creciendo en todos los aspectos de la vida y durante las campañas olímpicas tuve que decir que no a cosas que ahora mismo creo que me irán mejor en ese crecimiento y aprendizaje constante que busco. Me encanta reinventarme.

¿Qué legado cree que deja a la vela olímpica española?

Pues ojalá pueda ser una fuente de inspiración por cómo he trabajado y alcanzado todo lo que me he propuesto. Yo he disfrutado mucho del camino y he podido conectar con muchísimas personas. Si me pregunta si he dejado huella, quiero pensar que sí. Porque más allá de los resultados está la Támara persona. Está claro que las victorias abren muchas puertas, pero después hay que mantenerlas.

Allá por donde va nadie gira la mirada para no cruzarse con usted. Es tremendamente muy querida en todos los lugares por los que ha estado. Y han sido muchos...

La verdad es que uno de los mejores regalos que he recibido últimamente fueron las muestras de cariño y mensajes tan bonitos que recibí cuando anuncié que dejaba la carrera olímpica. Pero que no se preocupe la gente: no haré más Juegos, pero mi llama como regatista sigue encendida. Ya sabe que no tomo una decisión de un día para otro y menos una decisión así, que no es fácil. Es un cambio radical de vida y ahora me enfrento a la incertidumbre. Pero es que de verdad tengo muchas inquietudes y sé que puedo aportar mucho aún a la vela. Ahora necesito tiempo para mí y dicen que cuando te aburres es cuando mejores ideas tienes. Lo voy a probar (bromea).

¿En el ‘mundo’ olímpico, cómo le gustaría que la recordasen?

No lo tengo claro, que cada uno lo haga como prefiera. Recibo mensajes de compañeros que me están haciendo muy feliz. Mi forma de ser siempre ha sido muy pasional y sí que me gustaría guiar a la gente en sus proyectos, en cómo se han de hacer las cosas, pero allá cada uno. Yo soy feliz.

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Un oro (Londres 2012), dos cuartos puestos (Río 2016 y Tokio 2020)... ¿A veces se gana y otras se aprende?

La realidad es que eso depende mucho del deportista. Los grandes deportistas pueden ver, en la derrota, cosas buenas para después lograr la victorias. Hasta ahí todo bien, pero es que solo gana uno y la derrota duele, claro. Somos competidores. Tener la actitud de aprender es vital en el alto rendimiento porque hay mucha gente con talento que no tiene gen de lucha y lo acaban dejando. Es increíble estar en la cresta de la ola, pero hay que saber subir y bajar.

Usted vivió cuatro Juegos...

Y a eso voy. Llegué a cuatro Juegos y no soy peor por no haber logrado el oro en todos. Yo participé en cuatro Juegos, reinventándome, con cuatro equipos diferentes y con todos ellos me proclamé campeona del mundo. Eso es una barbaridad, hay que estar orgullosa. Se me han escapado dos medallas por muy poco, es verdad y duele, pero es que de todos saqué algo bueno. El oro (Londres 2012) creo que llegó en el mejor momento, en el primer intento porque eso me abrió muchas puertas para el futuro. Me dieron confianza, tiempo para trabajar y fueron un reclamo para los patrocinadores. Los dos cuartos puestos (Río 2016 y Tokio 2020) me dieron la llama para llegar a París y allí fui abanderada.

¿Qué nota le pone a su carrera olímpica?

(Ríe) uf, soy de aprobado justito. Pero esta es otra de las cosas que he de aprender. Estoy en proceso, pregúnteme dentro de un tiempo.

¿Habría cambiado algo de su carrera olímpica?

Esta es fácil: sí, claro. Muchas cosas. Por ejemplo, en París. Pero claro, es mucho más fácil a toro pasado. Aunque, siempre, todas las decisiones que tomé fueron para llegar bien y ganar. Hay que ser constructiva, no destructiva. Estoy tranquila porque todo lo que decidimos fue en busca del mejor rendimiento. Todos mis Juegos me dieron mucho aprendizaje y compañeras excelentes. No todo el mundo sabe caer y levantarse y yo creo que siempre lo he hecho bien y de una manera muy original. Eso se llama vida.

En su mensaje de despedida olímpica dijo que era un ‘hasta luego’. ¿Se va a pasar al mundo de la entrenadora?

Demasiado pronto, pero sí que le voy a decir es que sería una pena desaparecer y que todo mi conocimiento no pudiese transmitirlo. El deporte no solo va de ganar, también de ayudar a que se consigan los objetivos. Yo disfruto ayudando y sería una pena no hacerlo. ¿Entrenadora? Quién sabe, pero aún quiero seguir siendo regatista y lo primero que he de decidir es hacia dónde ir. Quiero seguir emocionando con mis retos deportivos.

Deja un hueco difícil de cubrir en el 49erFX...

Ahí ya... ahora cada uno ha de decidir lo que quiere hacer. Cuando empiezas una campaña olímpica has de estar muy seguro de ello. Pero hay que estar tranquilos, los cambios generacionales siempre han existido y son muy bonitos, no vamos a estar siempre los mismos. Estoy seguro de que en Los Ángeles estarán repletos de caras nuevas y nos darán muchas alegrías. Hay que ser optimistas porque en España ha habido, hay y siempre habrá mucho talento.

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¿Dónde está su presente y futuro?

Cuando lo decida lo sabrá (ríe). Donde no me veo es en una Vendée Globe, yo sola no. Necesito juerga. La vela oceánica sí que está en mi cabeza. Es un mundo que exploré poco y seguro que puedo decir algo más. Después hay circuitos en los que puede haber espacio para mí, aunque hay que trabajarlo. Hay cosas y después también me gustaría tener pequeños proyectos propios que pudiese hacer en mi tiempo libre. Estoy hablando con muchos regatistas que afrontaron este cambio igual que yo, recopilando información. En España a ver si salen algunos proyectos interesantes, aunque está complicado. Me gusta la vela oceánica, volver a volar... toca estudiarlo todo.

Hablando de volar, proyecto español... ¿Puede ser en la Copa América?

Ojalá. Sería una gran noticia, no solo para mí, para toda la vela española. Estaríamos todos encantados porque hay mucho talento. Ya hubo en 2007, en Valencia, y por qué no otra vez.

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