Dos GOATs sueltos por Madrid

En la Fuente de Cibeles de Madrid se respira expectación, ilusión, pequeños que se frotan los ojos mientras sus ídolos les firman un autógrafo, y, sobre todo, nervios. Nervios porque nadie sabe quién está a punto de salir de uno de los cientos de coches oficiales que se van parando en la rotonda de la capital. Ni siquiera los propios asistentes. “Si viene Nadal, me desmayo”, comenta Adiaratou Iglesias. El balear asistió, de hecho le hicieron llegar el último como guinda final para llevarse la mayor ovación de todas. Ojalá, por tanto, la atleta española se encuentre bien tras verle. Antes, una constelación de estrellas comienza a caminar hasta la entrada de la Calle Alcalá: Carlos Alcaraz, Jude Bellingham, la recientemente retirada Garbiñe Muguruza, la premiada Aitana Bonmatí, Marc Márquez, Novak Djokovic... Y, en medio de un sinfín de íconos, aparecen Tom Brady y Usain Bolt.

Dos de los mejores deportistas de todos los tiempos acudieron a la gala de los Premios Laureus que se celebró ayer en el Palacio de Cibeles. Al debate del GOAT se sumó Boris Becker, que en la alfombra roja proclama al de su deporte. “No me gusta hablar de grande, me gusta hablar de exitoso. Y el tenista más exitoso de la historia es Djokovic”, exclama el alemán. Quizá se olía que el serbio, expupilo suyo, iba a capturar su quinta estatuilla de mejor deportista masculino del año para empatar con Roger Federer como los más laureados de la categoría. Pero, premios a un lado, fue la noche de otros dos GOATs.

Júbilo de los aficionados cuando desembarca Bolt, siempre con su sonrisa marca de la casa. Algo menos para Brady, con menor reconocimiento fuera de Estados Unidos a pesar de su condición de leyenda absoluta del deporte. Incluso el domingo se dio el lujo de pasearse en patinete por el centro de Madrid antes de acudir al Clásico. “Fue increíble. Una gran experiencia y un estadio impresionante. El partido respondió a las expectativas. Fue una noche increíble”, explica a AS el quarterback. Ocho oros olímpicos y cuatro Laureus para el jamaicano, siete Super Bowl y una estatuilla para el norteamericano, la que reconoció su carrera en 2022 y saldó su deuda con la Academia. De las primeras cosas que hace Bolt, por cierto, es acercarse a Bellingham y saludarle imitando su ya icónica celebración. Le abraza el inglés, otro de los grandes nombres de la gala, que se fotografía junto con el jamaicano y ambos con sus brazos en cruz.

Toda la farándula nacional e internacional se reúne sobre la alfombra roja de los Laureus. Ya no solo gente relacionada con el deporte, incluso influencers que captan a otro tipo de público como la todopoderosa María Pombo o Laura Escanes. Nadie se quiere perder la fiesta del deporte mundial, que este año eligió a Madrid como su casa. Sorprende la nominada australiana Arisa Trew, que aparece con su skate y se marca un ollie mientras el resto de celebridades alucinan. El alcalde, José Luis Martínez-Almeida, de vuelta de su luna de miel, firma autógrafos como si se tratase de Djokovic, con el que coincide y comparte protagonismo. Y, cosas que tienen estos eventos, Diego Pablo Simeone y Rodrigo de Paul entran por la pasarela justo después de Sebastian Haller, integrante de la plantilla del Borussia Dortmund que eliminó al Atleti hace menos de una semana. Todo está olvidado, porque en Madrid anoche se celebró la fiesta del deporte, una reunión de estrellas como no hay otra en el planeta, y que tuvo a dos (o más) GOATs como atracción principal.

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