Deferr: “Repetiría mi vida: los errores, las victorias y las derrotas”
El triple medallista olímpico fue el protagonista en el programa ‘La Riota’, donde habló de la salud mental, de su labor en el barrio de La Mina y de la serie que se hará de su vida.
El Gervasio Deferr más personal, el que se desnuda en su libro ‘El gran salto’, asomó anoche en el programa La Riota de Ràdio Molins de Rei, donde repasó su carrera y sus luchas en los cielos y en los infiernos en un ambiente distendido y humorístico, cóctel donde el de Premià se mueve como en el suelo del gimnasio. “Volvería a repetir mi vida, con los errorres, las victorias y las derrotas. Mi sueño era solo ir a unos Juegos. ¿Ganar? Lo logré, ¿cómo no voy a repetir? Se me ponen los pelos de punta”, dijo justo antes de anunciar que Atresmedia emitirá un documental ficcionado basada en su libro que tendrá cuatro episodios.
“Mis padres pelearon para que consiguiera mi sueño”, se arrancó ‘Gervi’, cuya familia dejó Argentina en plena dictadura para construir su vida en Premià de Mar: “Cuando gané me llamaron de allí, incluso Clarín me llamaba el argentinocatalán... Argentinos son mis padres, yo soy de aquí. Cuando era pequeño no me quería nadie”. Deferr repasó sus anécdotas en los Juegos de Sidney, Atenas y Pekín, donde se colgó medallas y vivió situaciones paradójicas como la de su oro en salto del potro en la ciudad griega, cuando la noche anterior salió “a llorar y a estar de duelo” tras su decepción en suelo, su prueba favorita; pero el alcohol no le hizo mella y se colgó el oro como había hecho cuatro años antes.
El exigente deporte de elite también pasó factura en ‘Gervi’, quien preguntado por Simone Biles y su abandono en los Juegos de Tokio recordó que “seguro que en mi época hubo gente como ella que dio un paso atrás, pero que no tenía la repercusión. Llegó con 16 años, lo ganó todo cuando estaba el caso del médico que abusaba de ellas. La Federación cambio a los responsables pero no dio apoyo psicológico a las niñas”.
El catalán reconoció que después del oro en Sidney, con 19 años, fue “egocéntrico” y miraba a sus compañeros “por encima del hombro”, pero que gracias a los amigos y a su casi de positivo en marihuana “se me quitó la tontería”. Ahora inculca a los jóvenes de La Mina (Sant Adrià) sus enseñanzas, un lugar donde encuentra “la pureza que olvidamos cuando somos mayores”, aunque advierte de que “no utilizamos bien la tecnología. Todo es redes sociales y dejamos a un lado la evolución personal”.
Deferr se despidió fiel a sí mismo. “Tengo mis medallas tiradas por casa”, dijo. Permanecen inmóviles los recuerdos, lo que perdura de una vida que volvería a ser vivida.