De huir de Cuba a ilusión de España: “Allí me humillaban”

“Ayumi era una niña muy rebelde a la que había días que le gustaba entrenar y otros que no tanto, pero que siempre tenía muy claro hasta donde quería llegar. Cuando tengo un objetivo, me dejo la carne por él y sólo veo eso”. Con una voz juvenil, la que le corresponde a sus 22 años, pero cargada de experiencia, porque la mochila es pesada, Ayumi Leiva recuerda su infancia en Cuba, país del que huyó en agosto de 2022. De camino a una competición en Cali (Colombia), la judoca hispanocubana aprovechó una escala en Madrid para escapar. Con sigilo, como cuando se desplaza por el tapiz, se separó del grupo y pidió asilo político a la policía del control de pasaportes. “Fue una decisión muy dura. Iba a dejar a toda mi familia atrás, a mi mamá, a mis hermanos... sin saber cuándo podría volver. Aún no les he visto desde entonces. Intentamos hablar todos los días. Les extraño”, lamenta sin romperse. Su entereza impresiona.

Es un carácter forjado por necesidad. Ayumi no eligió salir de Cuba. Se vio obligada a ello. “Un día allí era muy duro. Tenías que estar todo el tiempo aguantando los malos tratos de los entrenadores, no podías opinar, no podías preguntar, te humillaban... Aguanté un año, pero no lo podía soportar”, recuerda la judoca sobre su paso por el equipo nacional cubano. En su país de origen, nunca tuvo las cosas sencillas. “En mi primera competición júnior, me obligaron a firmar un papel diciendo que me comprometía a sacar una medalla. Si no firmaba, me echaban de la escuela”, pone como ejemplo sobre el nivel de exigencia al que se vio sometida desde temprana edad, algo también denunciado por muchos otros deportistas que han terminado abandonando el archipiélago caribeño.

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En España, vivió durante tres meses en un piso de la Cruz Roja, situado en Madrid. Luego, se instaló en Valencia, donde actualmente entrena con Sugoi Uriarte y Laura Gómez, grandes figuras del judo español y, además, siempre dispuestos a ofrecer su ayuda en casos como el de Ayumi (tras el estallido del conflicto con Rusia, acogieron a 25 judocas ucranianos, por ejemplo). “Supe de ella por la prensa. Vi que habían aparecido dos cubanas en Madrid y que estaban en un piso de la Cruz Roja. Sabía quién era la otra chica, porque había tenido participaciones a nivel internacional, pero a Ayumi no la conocía. Me escribieron porque querían unirse al grupo que tenemos en Valencia. El proceso no fue sencillo, porque estaban como refugiadas. Vinieron un día y Ayumi, desde el inicio, se vio que tenía ganas. Se notaba en su mirada”, recuerda el propio Uriarte, que le abrió las puertas de su casa.

La relación fluyó desde el principio. Si no fuera por un inoportuno contagio por COVID, de hecho, Leiva hubiera pasado las primeras Navidades en España con la familia Uriarte Gómez. “Tanto Sugoi como Laura, también su padre (es el presidente de la Federación Valenciana), siempre han estado muy atentos a qué he necesitado económicamente. Hasta me ofrecieron vivir en su casa un tiempo. Se lo agradezco todo mucho”, expresa Ayumi, que ahora comparte piso con dos compañeras del Centro de Alto Rendimiento de Benimaclet. No tardó en ganarse su cariño. “Tiene un gran corazón y una alegría especial. Todo el mundo la quiere un montón”, asegura Sugoi sobre su pupila, que quiere estudiar “algo relacionado con el deporte”. “Quiero convalidar los estudios de bachillerato, que lo terminé en Cuba, y estoy en ese proceso”, explica.

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Una proyección “única”

Ayumi recibió la nacionalidad española en julio de 2023. Por ello, hasta el presente año, no se había podido mostrar a nivel internacional. Ya se ha colgado cuatro medallas en -52 kg. La primera, de bronce, llegó en el Grand Slam de Antalya (Turquía). Después, volvió a subirse al tercer escalón del podio en el Qazaqstan Barysy Grand Slam y en el Madrid European Open. Este septiembre, dio un pasito más: plata en el Grand Prix de Zagreb para iniciar el camino hacia los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028, su objetivo. “En cada combate sentía que daba lo mejor y un poco más. Estoy contenta porque ya vamos cambiando el color de la medalla. Nunca he tenido la oportunidad de intentar la clasificación para unos Juegos. Tengo la certeza de que mis entrenadores me guiarán por el camino correcto”, dice Leiva, que cuando veía los combates de París 2024 sentía que “tenía el nivel” para estar peleando allí.

Sugoi no duda de sus posibilidades. “No he visto una proyección así en mi vida. Es una pantera. Cuando fija la mirada, es muy sigilosa, no te enteras y, de repente, ¡pam! Parece un gato, te come. Cuando quiere algo, sabes que lo va a conseguir. No sé si había visto nunca sus condiciones en alguien”, define sobre su judoca, que de pequeña soñaba con triunfar en el atletismo. “Mejoraría suelo, porque cuando llegué no tenía mucha idea. Ahora, me siento capaz de ganar en el suelo, pero apostaría en mejorar más. De pies, estoy mucho más fuerte. De suelo sí me gustaría aprender un montón más”, se autoanaliza Ayumi, con mentalidad de campeona. “Trato siempre de pensar en positivo. No subestimo a ninguna contraria, pero siempre pienso que puedo ganar y me veo en el podio”, asegura. A lo lejos, en el de Los Ángeles.

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