Claudia Pérez: un Mundial en el nombre de su madre
La ala del Silicius Majadahonda brilla en el Mundial que no pudo jugar su madre, Luisa Pérez, exinternacional.


Cuando Claudia Pérez (Madrid, 21 años) entró al césped del Community Stadium de York sustituyendo a Tecla Masoko, en el minuto 66 del duelo entre Nueva Zelanda y España del Mundial de rugby femenino que acoge estos días Inglaterra, un hilo invisible siguió su curso. Uno que pasa por Beatriz Muriel, Itziar Díaz o María Casado hasta desembocar en ella, la última jugadora del CR Majadahonda que ha disfrutado el honor de defender a la selección nacional en el torneo más importante de este deporte. Y al que habría que unir también a otras que no tuvieron esa oportunidad pero también forman parte de la historia de las Leonas. Muchas de ellas aún la están escribiendo. Las María García, Lucía Díaz, Cecilia Huarte, Jimena Blanco-Hortiguera, Marta Cantabrana, Zahía Pérez... Todas militan o han pasado en algún momento de su carrera por el club al que Claudia llama ‘casa’, el que ha visto crecer a distintas generaciones de su familia, incluida su madre Luisa Pérez, exinternacional que tras retirarse entrenó en las categorías inferiores del equipo madrileño y lo presidió entre 2020 y 2022.
Ella no pudo cumplir el sueño mundialista. Lo ha hecho en el nombre de ambas Claudia, que atendió a este diario antes del segundo encuentro de la Selección en tierras inglesas. Cuenta que en casa son siete. “Todos jugamos. Mi madre sigue yendo alguna vez con el equipo de touch (modalidad con el contacto más limitado), mi padre juega partidos en regional y todos mis hermanos juegan menos la mayor, que lo ha dejado este año para centrarse en los estudios. El gusanillo nos lo pegaron nuestros padres. Íbamos de pequeñas a ver sus partidos y ya cuando nos fuimos haciendo mayores nos fueron apuntando. Yo empecé con 12 años”.
Por eso estar en este Mundial no es solo una cuestión deportiva. Hay un componente de emotivo y de responsabilidad añadida, por ser la única representante del Majadahonda en esta edición, la que más repercusión mediática ha tenido hasta la fecha, y por tanto un modelo a seguir para las siguientes generaciones de un club muy familiar. “Es una ilusión añadida. Va a ser muy importante a nivel de España, Majadahonda e internacional. Yo lo veo por ejemplo con mis hermanas, que vienen a verme jugar, se ponen mis camisetas para ir al colegio... Es una responsabilidad, pero creo que es buenísimo que tantas niñas nos vayan a ver y se vayan a sentir representadas”, se enorgullece.

A ella le gustaría transmitir una imagen de “ilusión”. “Yo cuando era más pequeña, cuando llevaba poquito jugando, veía partidos de la selección y me imaginaba algún día llegar ahí. Lo veía algo súper lejano y cuando empecé a crecer un poco, ya sub-16 y demás, me lo puse como un objetivo clarísimo. Que yo, de alguna manera, iba a llegar a la española y era lo único que quería. Entrené muchísimo para eso y de repente un día te llega la oportunidad. La Claudia de hace seis años se hubiese quedado loca si le digo que ahora mismo estaba jugando un mundial. Entonces sobre todo eso, una ilusión increíble por estar aquí y que todas las niñas que tengan este sueño, que de verdad trabajen por ello, porque luego todo lo que se vive es increíble y es algo que ninguna otra experiencia te puede dar".
Parte de su familia, incluida su madre, ha seguido in situ sus pasos en el Mundial, en el que ha participado de las tres derrotas de una España que ha dejado, pese a los resultados, sensaciones de que hay futuro. Ese calor lo ha sentido de cerca: “Ese sentido muchísimo el apoyo de todo el mundo. No han parado de repetirme que están orgullosísimos y cosas muy bonitas, que represento perfectamente los valores del Majadahonda. Yo intento llevarlos lo mejor posible y que se sientan orgullosos de mí”. Ha contribuido a la imagen de combatividad ofrecida por las Leonas con 14 placajes y un ensayo distribuidos en 24 minutos contra Nueva Zelanda, el partido completo ante Irlanda, en el que llegó su posado, y 70 contra Japón en la agridulce despedida del equipo.

Lo cierto es que su historia encaja perfectamente con la de un club en el que abundan las sagas. Los Pérez, los García, los Rodera... Claudia, al menos por ahora, seguirá defendiendo esa manera de construir rugby. No descarta salir al extranjero, ahora que hay ligas muy competitivas como la inglesa y la francesa absorbiendo talento de todas partes. Pero asegura que, mientras juegue en España, su sitio estará en Majadahonda, en un caso que demuestra que, aunque sea más espinoso, hay un camino hacia la élite del rugby que no pasa necesariamente por salir del país.
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