Carvajal: “Necesitaba decirme a mí misma que puedo hacerlo”
La saltadora, que irrumpió con solo 16 años en los Mundiales de Fukuoka 2023, “demasiado pronto”, regresa en Singapur más madura y convencida de su último salto, tras lidiar con sus miedos.

Tenía tan solo 16 años, debutaba en unos Mundiales y, de pronto, alcanzaba la última ronda en tercera posición, únicamente por detrás de las todopoderosas chinas. Pero ese salto final, de una dificultad muy baja, la penalizó. Aun así, Ana Carvajal (Villanueva de la Cañada, 03-09-2006) asombró en Fukuoka 2023 y con su octava plaza se clasificó inesperadamente para los Juegos de París. Hoy, ya con la mayoría de edad, la experiencia olímpica y con un doble oro europeo absoluto y júnior en 2024 en la plataforma de diez metros, la madrileña convierte en una sonrisa lo que antes era presión.
Así lo está poniendo en práctica en Singapur 2025, donde debutó este sábado con una novena plaza en el equipo mixto, antes de reaparecer el lunes (07:30, hora española) junto a Valeria Antolino en los sincronizados desde la platafoma de diez metros.
“Por desgracia, me llegó demasiado pronto”, confiesa Carvajal sobre su irrupción hace justo dos años, en conversación con AS en el CAR de Sant Cugat, “porque no estaba preparada mentalmente para hacerlo tan bien en mi primera gran competición, teniendo que afrontar después muchas más. Tuve una época mala, me costó bastante salir a competir y hacerlo bien, porque yo misma me ponía presión”.

Un vendaje contra la “paranoia”
“Pero al final he acabado aprendiendo”, asegura la de Villanueva de la Cañada, que ha tenido que sortear una apabullante precocidad con baches en el camino, como cuando a los ocho años de repente le entró pánico a saltar, o la lesión en la mano que la atormentó en los meses previos a los Juegos. “Me sigo poniendo el vendaje porque si no me entra paranoia, me da miedo”, advierte, “aunque ya solo me duele si caigo mal al agua”.
La gran barrera, sin embargo, era la emocional. Ya lo constató en este periódico su director técnico, Domenico Rinaldi, justo antes de los Juegos: “Hemos invertido un año para recuperarla mentalmente, para que se lo crea”. Y ella misma lo confirma ahora, con la distancia que confiere el tiempo: “Efectivamente, era justo eso, necesitaba decirme a mí misma que puedo hacerlo, como así ha sido”.
“Necesito adrenalina”
Ese cambio de chip se debe ver materializado en el último salto. En una puntuación que no devalúe el resto de la competición desde la plataforma sino que lo mantenga o incluso mejore. “Por fin he hecho el último salto. Es consistente y necesito adrenalina para que me salga bien. Ya lo tengo bastante seguro”, asegura Carvajal, quien completa: “Creo que era un tema mental, me encabezonaba con que lo tenía que hacer, que ya me tocaba, mientras que el año pasado estaba más centrada en otros saltos con los que también tenía algún problema”.
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Solventado ese obstáculo, observa de frente Carvajal estos Mundiales de Singapur. Y se puede permitir, pues cuando lleguen tendrá aún 21 años, el lujo de enfocar también una mirada larga hacia los Juegos de Los Ángeles 2028: “A París fui con la felicidad por el mero hecho de estar allí, y a los siguientes Juegos ya iré muchísimo más mentalizada, a luchar y a que tengan miedo”, remacha. Ahora sí, pura fortaleza mental.
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