Carolina recupera la épica
La onubense salva cuatro puntos de partido para remontar ante la china He Bing Jiao, 9ª del mundo, y acceder a los cuartos del Mundial de Tokio.
Salvar cuatro puntos de partido es un ejercicio de talento supremo, pero también de confianza. Requiere tener la capacidad y creer en dicha posibilidad, siempre remota. Puedo porque pienso que puedo. Carolina Marín, tras dar la vuelta a un 16-20 en el tercer set frente a la china He Bing Jiao, 9ª del mundo, ya está en los cuartos de final del Mundial de Tokio (16-21, 21-15 y 22-20 en 1h:16), donde se enfrentará mañana (sobre las 09:00, hora española) a la líder del ranking y vigente campeona, la japonesa Akane Yamaguchi. “Muy contenta. Sobre todo, por la remontada que he hecho al final. Ha sido un partido muy duro, uno de esos duelos, contra jugadoras del top mundial, que me aportan confianza”, remarcaba la campeona olímpica tras certificar su pase, sintiéndose poderosa de nuevo más allá de su fuero, de un viejo continente que en mayo, en Madrid, once meses después de su grave lesión (rotura del ligamento cruzado y de los meniscos interno y externo), conquistó por sexta vez seguida. “Ahora el nivel va a ser diferente”, avisaba entonces Fernando Rivas, su entrenador. Y Marín, tras caer en Indonesia y Malasia, vuelve a responder.
Uno a uno. El primer punto de partido transitó con mucha tensión, tras un challenge no exitoso de la jugadora china, que había rematado mandando el volante más allá de la línea de fondo. La acción era clara, pero quería asegurarse. Sabía que, ante Carolina, no se puede desaprovechar ninguna oportunidad. Agua. En el segundo, la onubense golpeaba en salto, una de esas armas que ha incluido en su nueva “caja de herramientas”, para dejar a Jiao He por los suelos. Grito de rabia. Fuera tensión. La mitad del camino estaba recorrido. El tercero se quedaba en la red y despertaba la incredulidad de la nueve del mundo, que intentaba fijar la mirada en un punto indeterminado, buscando la última gota de inspiración en su frasco. El cuarto, de nuevo, no pasaba la barrera. Saltos de rabia e impotencia por un lado y cabeza alta por el otro, desprendiendo autoridad, como si ese desenlace ya estuviera escrito.
Carolina, pese al éxito en la capital, se encuentra en un proceso muy particular. “Sólo está al 60 o 70%”, aseguraba Rivas en mayo. Volver a la competición era el mayor logro posible, pero, al mismo tiempo, el primer paso hacia un fin mayor. En sentido amplio, ser, de nuevo, la mejor; en sentido estricto, alzarse con ese segundo oro olímpico que la lesión alejó en Tokio, en ese suelo nipón donde, ahora, Marín sigue recuperando virtudes. Hoy, tocaba la épica. Y todo lo que implica. “Estar un año sin jugar es complicado. Sobre todo, para la mente”, recordaba la jugadora española tras certificar su pase a cuartos. Tras hacer vibrar a un público que, en el tramo final, se fundió con ella. Como en Madrid, como si también jugara en casa. Es lo que provoca.
En su estado natural
En Japón, además, Marín no está sola. Con ella, también ha viajado todo su equipo. El mismo que, hace unos meses, saltaba de alegría por los pasillos del Polideportivo Municipal Gallur. Con ella, siendo una novedad en este tipo de desplazamientos, también está su psicóloga, María Martínez. El físico, tras el largo periodo de inactividad, va a más; la mente, aquello que distingue a los buenos de los genios, debe acompañar, como señala una y otra vez la propia Carolina. Frente a Jiao He, la tricampeona del mundo aguantó, llegó y se lo creyó. Pese a una salida imponente de la china, no tiró una primera manga complicada, que la jugadora asiática dominó con solidez. Mentalmente, se mantuvo en el partido; deportivamente, aterrizó en él en el segundo set, con su primera remontada del día. Del 5-9 al 14-13 para despegar, cediendo sólo un punto más. De ahí a la locura, que Carolina asimilaba con naturalidad. Sin apenas celebración. Cuatro puntos que acercan la cuarta corona.