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Adriana Cerezo: “Ya tengo Los Ángeles de fondo de pantalla”

La española, plata en Tokio, habla con AS tras quedarse fuera del podio de París. “Un mensaje de Craviotto me cambió la forma de ver las cosas”, revela.

Adriana Cerezo: “Ya tengo Los Ángeles de fondo de pantalla”
JESUS ALVAREZ ORIHUELADiarioAS

El mismo día en el que se colgó la plata en Tokio, Adriana Cerezo (Alcalá de Henares, 20 años) se puso de fondo de pantalla la medalla de oro de París 2024. Un día después de caer en su segundo combate parisino, la española se puso el logo de Los Ángeles 2028, ciudad en la que ha estado de vacaciones. Con su inconfundible sonrisa, que sigue intacta, se lo enseña a AS mientras posa a cámara. En los Juegos, en los que no durmió “más de siete u ocho horas en total”, vivió un carrusel de emociones. Celebró el oro de Viviana Marton, compañera en el gimnasio Hankuk, donde entrena bajo las órdenes de Jesús Ramal, y lloró porque era lo que ella también deseaba. Sigue siendo así. “No me voy a quedar fustigándome. La ambición es la misma... o incluso más”, asegura en las instalaciones de UNIVERSAE, patrocinador del equipo, en su vuelta al trabajo.

¿Cómo está?

Bien. Ya mejor. Obviamente, no ha sido de los mejores momentos que he pasado en mi vida, pero también creo que es parte de todo un proceso y de todo lo que queremos vivir y hacer. Ahora mismo, nos toca aceptarlo y aprender de ello.

¿Cómo ha desconectado?

Pues ha sido la primera vez que he hecho vacaciones como tal. Sentía que las necesitaba. No físicamente, porque estaba bien, pero sí necesitaba plantearme qué respuestas dar a la gente cuando me preguntaran. Antes de dar respuestas, necesitas responderte a ti misma y hacer un análisis. Lo he hecho y estoy a tope y con ganas de empezar a construir.

¿Cuáles han sido esas respuestas que se ha dado a sí misma?

Me pregunté si lo había hecho bien o no, cómo había sido el proceso y si me arrepentía de algo. Principalmente, las conclusiones a las que he llegado son que el proceso fue increíble. ‘Que me quiten lo bailado’, sería un poco la frase (risas). Estuvimos de concentraciones en Tenerife, siempre he estado acompañada por la gente, los amigos, los medios... y no puedo estar más agradecida. No fue el final que me hubiera gustado, ni mucho menos, pero también sentí la alegría de Vivi. Las dos habíamos tenido la misma preparación y eso me hizo ver que, si ella lo había conseguido, es porque la preparación había sido buena. Ahora ya sé que esto es parte de mi historia y que tengo que aprender. Ya nos hemos sentado, lo hemos analizado y sabemos cómo queremos enfocarlo a partir de ahora, que no cambia mucho, sólo ciertos detalles.

Adriana Cerezo posa para AS antes de su entrevista.
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Adriana Cerezo posa para AS antes de su entrevista. JESUS ALVAREZ ORIHUELADiarioAS

Mientras pensaba todo esto, creo que estuvo en Los Ángeles de vacaciones...

¡Sí! Fue inesperado, porque me vine de París y no tenía nada comprado. Me fui a Miami, luego a San Francisco porque tenía amigos allí y terminamos unos días en Los Ángeles, antes de volver a Miami. Me hice una gira organizada en dos días, todo improvisado. Creo que es el destino, fíjate (risas).

¿Y qué vibras le transmitió Los Ángeles?

Me gustó mucho. Tampoco pude ver mucho, porque estuve un par de días, pero me gustó mucho. No fue algo premeditado, luego caí en ello. Me llamó la atención, me gustó el rollo y espero volver.

Ya tiene el logo de LA28 como fondo de pantalla. ¿En qué momento lo cambió por las medallas de París?

Al día siguiente. Salí de la Villa y mis compañeros estaban cenando por París. Estaba hablando con ellos, riendo, llorando... emociones encontradas por todos lados. De repente vi que todavía tenía París y busqué Los Ángeles 2028, me salió el logo y dije: ‘Ya está'. Hay muchas cosas por el camino, pero, obviamente, es mi gran objetivo y tener algo ahí me recuerda el motivo por el que me levanto cada día, a por lo que voy y por lo que voy a mejorar.

Nunca más volvió a ver su derrota en la final de Tokio. ¿Ha visto la de París?

No.

Al terminarlo, dijo que no le encontraba una explicación a lo ocurrido. ¿Ahora?

Tenía la sensación de que se me pasaba el combate muy rápido. No sé si fue por ser los Juegos o si, simplemente, fue un combate más, como me pasó otras veces a lo largo del ciclo. Nos tenemos que sentar a analizar el combate, pero, más allá de las conclusiones técnicas, estratégicas o tácticas, creo que es más cuestión de confianza y del momento. A mí, en ese momento, los dos puntos en contra se me hicieron un mundo y, realmente, no eran nada. No me queda la sensación de que fuera por una presión extra o por nervios. El calentamiento fue increíble y las sensaciones antes de salir eran muy buenas. En ese momento, cuando recibí el 2-0, empecé a sentir que se me pasaba el tiempo. Tenemos que analizar cómo hacer que esto no pase. Ya había tenido esa sensación antes, no sólo en los Juegos, y de todas las sensaciones se aprende. Ojalá no hubiera tenido que aprender de esta, pero, ya que estoy, que no se repita por ese lado.

“Hay que empezar a normalizarlo todo. Yo no me voy a quedar fustigándome. Está superado. Tengo tanta o más ambición”

Adriana Cerezo, sobre su momento actual

¿Pudo dormir ese día?

No (risas). La verdad es que no dormí en todos los Juegos. Si juntamos todas las horas que dormí esos días, deben ser siete u ocho, pero para bien y para mal. Son muchas emociones. El día de la celebración de Vivi fue todo euforia. Luego, se me pasó por la cabeza que igual ella acababa de conseguir algo que yo no conseguiría nunca. Todo llegaba con su lado bueno y malo. Es parte de los Juegos. Tampoco dormí en Tokio y las emociones eran buenas.

Decía que no notó una presión extra. ¿No le pudo pesar el hecho de que todo el mundo le señalara como medalla segura?

Es complicado. Personalmente, diría que no, pero es verdad que el resultado no se ha dado. Será un conjunto de factores. Las expectativas de la gente existían, pero las mayores expectativas de ganar un oro eran las mías. Verdaderamente, me lo creía. Fue la forma en la que enfoqué el ciclo y creía que iba a por el oro, que estaba escrito y que esa medalla era mía. Las expectativas de fuera yo las percibía como un apoyo, como confianza de la gente en mis posibilidades. Si yo digo que voy a por la medalla de oro y todos los medios y toda la gente me dicen que no, creo que tampoco hubiera sido de mucha ayuda (risas). Creo que mis propias expectativas y mi ansia pudieron pesar más. Desde fuera, al revés, he sentido mucho apoyo tanto antes como después.

¿De alguien en especial?

Ha habido muchísimos mensajes, pero, a mí, en concreto, me ha cambiado mucho la forma de ver las cosas uno de Saúl (Craviotto).

¿Se puede saber qué le dijo?

Me decía un poco que estas emociones él también las había vivido, que eran un punto de inflexión y que lo que marca la diferencia es seguir. En estos momentos te planteas muchas cosas: seguir, no seguir, si vales para esto... Que un deportista que es el mayor medallista olímpico de tu país te diga que él también ha vivido esto y que es natural, te hace ver que no eres sólo tú. Que no solamente puedo vivir lo malo, que también le puedo imitar y copiar en lo bueno. Y ya no era por el hecho de lo que me dijera. Tras conseguir su sexta medalla, que tenía que estar abrumado, que sacara un momento para escribirme y decirme que todo iba a estar bien es algo que le voy a agradecer siempre de corazón.

Adriana Cerezo posa en las instalaciones de UNIVERSAE.
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Adriana Cerezo posa en las instalaciones de UNIVERSAE. JESUS ALVAREZ ORIHUELADiarioAS

¿Cuál es la nueva hoja de ruta?

Mi confianza está totalmente depositada en mi equipo. Ahora, lo principal es estar bien físicamente y empezar a construir de cero: cómo me quiero formar como atleta, cómo quiero que sea mi modelo de trabajo, mi día a día... De Tokio hasta ahora, todo fue muy rápido, porque el ciclo fueron tres años y hasta que asentamos las ideas de la medalla pasó un tiempo. Ahora, toca poner el primer bloque. Lienzo en blanco, pero es verdad que tengo todas las pinturas.

¿Cómo lo afronta a nivel mental?

A nivel mental, me ha venido muy bien irme fuera para aclarar las ideas. Hay muchas situaciones que no te apetece afrontar, pero también te apetece quitarte ese peso. Las primeras entrevistas, hablar con patrocinadores, hacer las primeras publicaciones en redes, pisar el gimnasio de nuevo... Piensas que todo va a ser complicado, pero, luego, no lo es. Hay que empezar a normalizarlo todo. Yo no me voy a quedar fustigándome. Está superado. Ahora, Jesús también tiene algo que echarme en cara y yo podré agachar la cabeza (risas). Hay que mirar atrás, pero para aprender.

La ambición sigue siendo la misma, imagino.

Por supuesto. La ambición es la misma... o incluso más. Cuando conoces lo bueno, es sencillo tener ambición. Cuando te replanteas las cosas, llegas a un punto bajo y las ganas son las mismas, es porque realmente quieres esa cosa. Verdaderamente, lo quiero y me da igual todo lo demás.

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