Adriana Cerezo está preparada: campeona de Europa ante Dincel

En 2021, antes de deslumbrar en los Juegos de Tokio con una plata, Adriana Cerezo, con 17 años, se proclamó campeona de Europa en Sofía (Bulgaria). Este jueves, con 20 primaveras, con presente y futuro a partes iguales y París 2024 en el horizonte, la española (-49 kg) repitió en Belgrado (Serbia). En la final, en un clásico del taekwondo continental, la subcampeona olímpica superó a Merve Dincel en tres asaltos. La turca, además de defender corona en el Viejo Continente y ser la vigente campeona mundial, es una de las pocas rivales que se le suelen atragantar a Cerezo. Esta vez, exhibiendo una madurez que le ha llegado al compás de los éxitos, no fue así. Pese a empezar por detrás, esperó y contemporizó para, tras tanta templanza, estallar en la celebración, muy acrobática. Antes de abrazarse en repetidas ocasiones con su entrenador, Jesús Ramal, regaló una rueda y un mortal. A 78 días de París, todo se festeja el doble.

Hasta la final, Adriana, que fortaleció su segundo puesto en el ranking (importante para el cuadro en los Juegos), avanzó como lo que es, una deportista que se ha colgado 64 medallas en competiciones internacionales y que ha ganado casi el 85% de sus 150 duelos registrados. Es prácticamente invencible. La primera en comprobarlo fue la rusa Irina Rogozina, en octavos. La subcampeona olímpica ganó en dos asaltos mientras sus compañeros del día, Joan Jorquera (-63 kg) y Belén Morán (-73 kg), se quedaban por el camino. El primero, pese a partir como uno de los favoritos en la categoría (es doble medallista mundial y europeo), fue superado por el húngaro Omar Salim; la segunda, pese a forzar el tercer parcial, cedió contra la checa Iveta Jirankova. Adriana, imponente, avanzó tras deshacerse en cuartos de la búlgara Aleksandra Georgieva y, en semifinales, de la alemana Anya Kisskalt. En todos los casos, por la vía rápida.

La final fue otra cosa, como se esperaba. Es difícil conocerse mejor que Adriana y Dincel, que se pasaron buena parte del primer asalto analizándose, como si no se hubieran estudiado lo suficiente aún. Todo empezó tenso y se resolvió por detalles. La turca, algo más agresiva de salida, se puso por delante por mayor número de contactos no puntuables. Arriesgó más y le salió bien en la primera manga. A la larga, sin embargo, triunfó la consistencia de Adriana, que impuso su ritmo en los dos siguientes asaltos, idénticos de salida, con un 2-0 favorable a la española. El segundo, una exhibición de agilidad y reflejos, lo cerró con un 4-2; el último, en el que supo escapar de la locura final, con un 6-4. Tras ello, se liberó. Gritó y señaló a Ramal, muy tranquilo entre asaltos, hasta moviéndose con la música que sonaba por los altavoces del pabellón serbio. Sabía que su pupila lo tenía todo bajo control. Y sabe que, en París, volverá a luchar por el oro.

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Un ciclo brillante

Desde Tokio, Adriana ha dado motivos de sobra para pensar que, en Francia, puede dar ese último paso que le faltó en Japón. En este tiempo, la española se ha subido al podio mundial (el único que le faltaba en grandes competiciones) y, en el Viejo Continente, también ha sumado un bronce, en los Europeos de 2022, y otro oro, en los Juegos Europeos del año pasado. En esta última cita, precisamente, Cerezo, cortando una racha de seis derrotas seguidas contra ella, ya se impuso en la final a Dincel. En total, la pasada temporada, amasó 10 metales internacionales. Ahora, apunta al más valioso de todos. “He visto muchas veces los últimos 15 segundos... y eso es horrible. Cuando gane en París, ya me veré el vídeo entero”, dijo en AS antes de empezar la temporada, recordando su final olímpica. Con el déjà vú empezado, quiere mejorar el desenlace.

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