Nueva Zelanda aplasta a Argentina y alcanza su quinta final

Pocas veces se había dudado tanto de los todopoderosos All Blacks como en los meses previos a este Mundial. Nueva Zelanda dio la sensación de llegar a la cita de Francia alejada de su mejor versión, esa tan arrolladora a la que acostumbra, con 10 partidos perdidos desde el Campeonato del Mundo de Japón 2019. Su derrota frente a Sudáfrica (35-7) en agosto hizo saltar todas las alarmas, y el tropiezo en el partido inaugural del torneo ante los anfitriones, el primero en la historia del país oceánico en fase de grupos, llevó a pensar en que las iban a pasar canutas. Cuartos en el ranking mundial, fuera de muchas quinielas por el título... Pero los All Blacks, a la hora de la verdad, son los All Blacks. Con el modo apisonadora activado hace semanas, este viernes Nueva Zelanda barrió a Argentina (6-44) para convertirse en el primer finalista del Mundial de Francia. Ahí espera al ganador del Inglaterra-Sudáfrica del sábado.

Si los cuartos de final fueron una oda al rugby por su igualdad, la primera semifinal tuvo poca historia precisamente por todo lo contrario. Es lo que tiene este Mundial, con los cruces sorteados hace tres años y en el que las cuatro mejores selecciones sobre el papel se midieron entre ellas en la antepenúltima fase, dejando a dos pesos pesados fuera de juego. Las opciones de Argentina, que por tercera vez se quedó a las puertas de la final (y por segunda ocasión sin anotar un ensayo, sólo se apuntaron uno en 2007), pasaban por contener las embestidas de su rival. Lo consiguieron en los primeros minutos haciendo lo que mejor han hecho en este torneo, amasar el balón (77% de posesión en los ocho minutos iniciales, y llegaban con un 56% en el campeonato, el mejor de los supervivientes). Esto le valió a los Pumas para sumar los primeros puntos, pero aquello dio pie al rugby total de Nueva Zelanda. Todos defienden bien, todos pasan a las mil maravillas, todos corren como gacelas... Ni rastro del desgaste que se les presuponía tras la batalla frente a Irlanda.

Abrió la lata Will Jordan tras un gran salto de Richie Mo’unga, omnipresente aunque demasiado fallón con los pies (cierto es que la gran mayoría de sus intentos no eran sencillos), y Jordie Barrett puso tierra de por medio. En sus dos derrotas ante los Pumas desde 2020, los All Blacks no alcanzaron los 20 puntos. Esta vez llegaron a esa cifra al borde del descanso. Lección aprendida. Después del paso por los vestuarios, el Stade de France, envuelto en un ambiente bastante desangelado para tratarse de una semifinal de Mundial, por cierto, asistió a una masacre. Shannon Frizell por partida doble y Aaron Smith, excelso, se sumaron a la fiesta de Nueva Zelanda, primer equipo en superar los 30 puntos en una semifinal mundialista desde 2007.

El broche lo puso quien desatascó todo, Jordan, con dos tremendos ensayos más (tercero en la historia de los Mundiales que logra un hat-trick en semifinales) para un total de ocho en la edición, igualando el mejor registro de siempre del sudafricano Bryan Habana y sus compatriotas Julian Savea y Jonah Lomu. Nombres que asustan. Le queda un partido para colocarse en solitario como el jugador con más ensayos en un solo Mundial. En medio de la fiesta, Argentina, impotente y sobrepasada, solo pudo admirar la exhibición de unos All Blacks que ya están en la quinta final de su historia, más que nadie, y a un paso de su cuarta copa Webb Ellis. Y, para el resto, la moraleja aprendida: nunca se puede dudar de Nueva Zelanda.

Sigue el canal de Diario AS en WhatsApp, donde encontrarás todas las claves deportivas del día.