La Super Bowl ya tiene protagonistas: Chiefs frente a 49ers
Kansas City da la sorpresa y se carga a los Ravens, mientras que San Francisco remonta a lo grande a los Lions. Cuarta Super Bowl para Mahomes, primera para un mágico Purdy.
No va más en la Super Bowl LVIII de Las Vegas, que ya tiene a los dos contendientes que el próximo 11 de febrero lucharán por levantar el trofeo Vince Lombardi. En la que será la revancha de la final de hace cuatro años, Kansas City Chiefs y San Francisco 49ers se reencontrarán en el Allegiant Stadium, de nuevo en el partido más importante del planeta. Se medirán dos quarterbacks con trayectorias muy distintas: por un lado Patrick Mahomes, en su cuarta Super Bowl en las últimas cinco temporadas y en busca de su tercer anillo, y por otro Brock Purdy, que sigue con su cuento de hadas tras ser elegido en la última elección (número 262) del Draft de 2022. Para sacar el billete a la estrafalaria ciudad de Nevada, los Chiefs sorprendieron a los favoritos Baltimore Ravens (10-17), mientras que los 49ers protagonizaron la mayor remontada tras el descanso (17 puntos) en la historia de las finales de conferencia para superar a los Detroit Lions (34-31).
Descartar a Mahomes y sus Chiefs de la pelea por el anillo nunca es buena idea, y así lo han demostrado los de Misuri una vez más. Llegaron a estos playoffs sin las mejores sensaciones, después de la temporada regular con menos victorias (11) de los seis cursos en los que el dos veces MVP ha ejercido de quarterback titular. En el camino a Las Vegas tuvieron que jugar dos veces fuera de casa, algo que Mahomes nunca había hecho ni una sola vez en postemporada, y ante rivales de entidad. Nada de eso importó. Apartaron a los Dolphins y a los Bills, y este domingo los Ravens fueron su última víctima. Baltimore, primer cabeza de serie en la AFC, venía mostrándose como una roca impenetrable, perfectamente carburados para alcanzar la Super Bowl. Pero se interpusieron en su misión Mahomes, un Andy Reid que dirigirá su quinta final y un superlativo Steve Spagnuolo, el coordinador de una defensa de Kansas City que fue la que cimentó el triunfo.
Se la volvieron a pegar los Ravens de un Lamar Jackson que, a pesar de que será nombrado MVP en unos días, echa gasolina al debate que existe en torno a su rendimiento en playoffs. El balance del quarterback de los de Baltimore en postemporada es de 2-5 y, para más inri, este domingo dejó una actuación algo deficiente o, por lo menos, no a la altura de lo que se le presupone. Y eso que protagonizó una prodigiosa jugada para el único touchdown de los Ravens en el partido, que capturó un Zay Flowers totalmente solo. Esa fue la respuesta a la anotación inicial que Mahomes sirvió a su fiel escudero, Travis Kelce, que superó a Jerry Rice para convertirse en el jugador con más recepciones en la historia de los playoffs (156 y sumando) y que después celebró sobre el verde del M&T Bank Stadium con la mediática Taylor Swift, su pareja. La ventaja al descanso era de 7-17 para los vigentes campeones, que en la segunda mitad tejieron una trampa defensiva que capturó por completo a los favoritos, sobrepasados en su estadio.
El previamente mencionado Zay Flowers se convirtió en el triste protagonista para Baltimore, que amagó con una remontada que fue sepultada por su receptor. Primero porque, tras una sensacional recepción, le cayó una estúpida penalización por provocar a los rivales. Lo pudo arreglar en el inicio del último cuarto, pero su estirada para touchdown resultó en tragedia después de que L’Jarius Sneed despojase el balón de sus manos para recuperar la posesión. Ahí, y con una posterior intercepción a Lamar en un pase difícil de comprender, finalizaron las esperanzas de los Ravens, que ni siquiera tuvieron enfrente en la segunda parte a un Mahomes excelso. El de los Chiefs se limitó a hacer bien las cosas, evitando problemas y abrochando el billete para una Super Bowl que agranda más todavía la leyenda del quarterback de 28 años. En sus seis temporadas como titular nunca había fallado a la final de conferencia, y ya son cuatro presencias en las últimas cinco Super Bowl. La primera de las dos que ganó fue, precisamente, ante los que serán sus rivales dentro de dos semanas, los San Francisco 49ers.
Los 49ers de un Purdy que sueña a lo grande vuelven a sufrir
En aquella final, celebrada en el Hard Rock Stadium, la gran diferencia de los californianos es que estaba a los mandos Jimmy Garoppolo, un quarterback que nunca terminó de convencer en la Bahía. Ahora las cosas son distintas, con un Brock Purdy moviendo la batuta ofensiva a las mil maravillas. No le tiembla el pulso a Mr. Irrelevant, como se conoce a los jugadores elegidos en la última selección del Draft por la poca importancia que suelen tener en la liga, en los escenarios importantes. Normal que se le haya renombrado como Mr. Relevant. Cogió la titularidad en el ecuador del curso pasado, precisamente por la lesión de Garoppolo, y nunca más la soltó. Ya estuvo a punto de alcanzar la Super Bowl la pasada campaña, y sólo una lesión en su codo durante la final de conferencia frente a los Eagles le privó de ello. En este verano, los 49ers se despidieron de Garoppolo y Trey Lance, entregándole por completo las llaves del equipo a un Purdy que no ha fallado (es finalista para el MVP, igual que su compañero McCaffrey).
Para llegar a Las Vegas, eso sí, Purdy y los 49ers se han abonado a sufrir de lo lindo en estos playoffs. Ya lo pasaron bastante mal en la ronda Divisional ante los Packers, y esta pasada madrugada los Detroit Lions volvieron a poner contra las cuerdas a los de San Francisco. En la que era su primera final de conferencia en los últimos 32 años, los de Michigan fueron a por todas en el Levi’s Stadium, y de salida hicieron temblar a los primeros cabezas de serie de la NFC al poner el 0-14 en el marcador. Valiente y sin miedo, así es el equipo que ha construido Dan Campbell durante las tres temporadas que lleva en una franquicia que cogió en plena reconstrucción, y que repleta de talento joven peleó de tú a tú a los 49ers. Aunque, a la larga, esas señas son las que les hicieron cavar su propia tumba. El susto fue morrocotudo para San Francisco, que no encontró ningún tipo de respuesta a la carrera de Detroit en la primera mitad, la cual se pasaron persiguiendo sombras y siendo aplastados por la línea ofensiva rival. El 7-24 al descanso hacía presagiar lo peor en Santa Clara, donde se lleva esperando el sexto anillo desde 1994.
En lo que estaba siendo un déjà vu de la semana pasada frente a Green Bay, los 49ers necesitaban con urgencia un golpe de efecto tras el paso por vestuarios, porque la desventaja de tres posesiones no permitía tener colchón alguno. Llegó ese cambio de guion y lo hizo a lo grande, con un efecto mariposa brutal: primero, los Lions se jugaron un cuarto down en territorio rival que no convirtieron (cuando quizás lo sensato era ir a por el field goal), y, acto seguido, Purdy lanzó una bomba que, en lugar de ser interceptada por Kindle Vildor, rebotó en el defensor de Detroit y fue atrapado por un oportuno Brandon Aiyuk, que inmediatamente después aseguró el touchdown. Apretó la defensa de San Francisco, desaparecida la primera media hora, y en la siguiente posesión forzó un fumble de Jahmyr Gibbs (que estuvo pletórico pese a ello) que se acabó transformando en la segunda visita a la zona de anotación de Christian McCaffrey, empeñado en demostrar cada fin de semana que es el mejor corredor de la NFL. Los Lions siguieron fallando y regalando en un tercer cuarto con aroma a funeral en Detroit, que no gana un partido de playoffs fuera de casa desde hace 66 años (fue ante los 49ers, precisamente, y desde entonces está 0-12).
En un abrir y cerrar de ojos, San Francisco empató el partido, y Brock Purdy decidió que no era momento de dejar de pisar el acelerador. Con 24 años, en el partido más importante de su corta carrera, el quarterback se hizo amo y señor del encuentro, con pases muy acertados (20/31 y 267 yardas) y un puñado de buenas carreras (48 yardas) que encumbraron al nacido en Arizona. Detroit volvió a jugársela en cuarto down, y nuevamente fueron parados por la defensa californiana, que ahí sí que recordó a la de cursos pasados. Los Lions llegaron a esta final de conferencia gracias a la bravura que les había imprimido Campbell, y se ahogaron precisamente en ese ímpetu excesivo. Los 49ers anotaron en las cinco posesiones que tuvieron en la segunda mitad, y endosaron un parcial de 27-0 que permitió levantar los 17 puntos de desventaja que había al descanso, un déficit que jamás había sido remontado en la última media hora de una final de conferencia. También tuvo mérito su entrenador, Kyle Shanahan, que acostumbraba a estar en el otro lado de las grandes remontadas. Así truncaron el sueño de los Lions, a los que no les valió con un buen Jared Goff y que, pese a la derrota, continúan siendo uno de los proyectos más ilusionantes de cara al futuro. Siguen siendo uno de los cuatro equipos en toda la NFL, junto con Texans, Jaguars y Browns, que nunca han pisado una Super Bowl (sí que jugaron finales previas a la nueva era).
La Super Bowl de Las Vegas supondrá un gran contraste entre sus dos protagonistas: territorio más que conocido para Patrick Mahomes, al que muchos daban por muerto en estos playoffs, y para unos Chiefs a los que, seguramente, ya se les puede considerar como la siguiente gran dinastía en la NFL tras los New England Patriots de Tom Brady. Territorio desconocido para Brock Purdy, que será el tercer quarterback más joven en ser titular en la historia de la final y que es protagonista de una historia como pocas en el deporte, aunque no para los 49ers de Shanahan, que ya estuvieron a un solo cuarto de conquistar el Vince Lombardi hace cuatro años en Miami. Allí apareció Mahomes, pero San Francisco prometió venganza. “Estaré de vuelta. Volveré con venganza. No te quedarás con lo mejor de mí”, dijo aquel día George Kittle, tight end de los de la Bahía. La primera parte de la promesa está cumplida, y una Super Bowl con aires de revancha está servida.