Irlanda tumba a Francia hombro con hombro en el Seis Naciones
Irlanda somete a la vigente campeona en Dublín, se lleva el bonus ofensivo y queda como la principal candidata al título.
Irlanda llamó. El Trébol respondió. Hombro con hombro, como reza el enardecedor himno que une a la República con el Ulster, se impuso a la vigente campeona, Francia, un equipo que no perdía desde julio de 2021 (14 triunfos consecutivos), este sábado en Dublín (32-19). El partido fue todo lo que se esperaba. Una batalla de trincheras, un tablero de ajedrez, un espectáculo deportivo del más alto pedigrí. Dos horas de gozo que encumbraron a los hombres de verde como favoritos al título del Seis Naciones.
La inteligencia de Dupont, la polivalencia de Fickou, la tenacidad de la delantera irlandesa, el colmillo de Lowe y Penaud... Hubo miles de líneas argumentales en un duelo que se jugó a tumba abierta, renunciando al pateo como herramienta especulativa para disfrute del aficionado. Francia tuvo clara desde el principio una premisa: el balón debía salir rápido de las abiertas. Así, Ramos ejercía de 9 cuando Dupont no llegaba a tiempo, trasladándose él al 10 para generar juego. Hoy por hoy es la única forma de que el pack irlandés no te destroce.
El citado Ramos abrió la cuenta con un golpe a palos, pero mordieron primero los isleños con un redoble que generó autopista para Keenan. El pie de Ramos daría la réplica antes de que Penaud, en un contraataque mortífero en el que el champagne burbujeó, finalizara el primer posado del Gallo. Fue el único momento en el que el viento sopló a su favor. Cambió rápido de bando. Un par de minutos después una maravilla de la línea irlandesa, con dos señuelos marca de la casa que mandaron a por uvas a media cortina francesa, terminó con Lowe encontrando el banderín en postura acrobática.
Casi a continuación Atonio vio la amarilla por un placaje alto sobre Herring y Francia tuvo que apretar los dientes en un cuarto de hora agónico. La primera avalancha acabó en un ensayo de Porter que anunciaba bombardeo. Las cargas irlandesas no cesaron y los de azul las repelían continuamente, en varias ocasiones sobre la línea de marca. Crédito ahí para Shaun Edwards, el responsable del entramado defensivo francés, y para Antoine Dupont, que evitó un posado claro de Hansen en otra muestra de compromiso y liderazgo.
El ritmo infernal de la primera parte tenía que pasar factura en la segunda y así fue. En principio la más damnificada parecía Irlanda, que comenzó a pecar demasiado en el breakdown. Momentos de zozobra que Francia no supo amortizar. Y lo acabó pagando. Un drop de Ramos en el ecuador dejó a los de Galthié a tiro de ensayo transformado. Se llegó al tramo final sin certezas. Las puso Garry Ringrose, un fijo a la hora de la verdad. Irlanda visitó la 22 rival, concentró defensas con varias fases y se expandió. Doris descargó para el centro dublinés y este sentenció la película. Una que bien valdría un Oscar. “Jugamos por partidos como este”, dijo Galthié en la previa. Y quien ve rugby es por partidos como este.