Pesadilla de las Guerreras en Montenegro

Pues el debut en Podgorica no fue el soñado, ni siquiera el que se podría esperar España. Fue una especie de pesadillas porque todo lo que podía salir mal, salió mal. Hasta con la lesión de Silvia Navarro, en la primera parte, en un mal giro: salió llorando, coja, de la mano del doctor Flores, con mala pinta, como las Guerreras: 30-23 (12-9).

A España le fallaron todos los principios del balonmano: malos pases, poca eficacia, defensa superada por falta de armonía. Eso hizo imposible cualquier cosa. Se tardaron seis minutos en marcar un gol, se fallaron situaciones cómodas, fallaron las exteriores en posición de ventaja, no llegaron los balones donde debían, no se buscaron a las pivotes, y todo eso porque Montenegro se empleaba con dureza, pero no se movía el balón con la celeridad para esquivar las manos.

Esa fue la tónica del partido, aunque hubo una reacción al final de la primera parte que aventuraba una segunda mitad diferente, pero que no lo fue, al menos para los intereses españoles. Porque tampoco funcionó el juego a la desesperada, y porque Montenengro tenía preparado el partido al detalle: cuando España se colocó en 5-1, las locales atacaron con siete, sin portera y con dos pivotes, y penalizaron la apuesta española, porque además en esa situación las dos recuperaciones acabaron en precipitaciones.

Del partido español se puede destacar más bien poco. Sólo queda esperar que Prades consiga reflotar al grupo, que entienda que hay solución, que siempre hay malos partidos, y aunque el resultado es duro, sólo son dos puntos si se arregla en lunes ante Polonia.