BALONMANO | JUEGOS DEL MEDITERRÁNEO
Los Hispanos dan la vuelta a la final en el último minuto
Egipto, la favorita a ganar el oro, se diluyó en la segunda parte, y en la recta final se le escapó forzar la prórriga al fallar un penalti ante Hernández
Con las cartas boca arriba y antes de arrancar, en estos Juegos la selección masculina favorita era Egipto. García Parrondo, con Rubén Garabaya de ayudante en el banquillo africano, no se dejaba a nadie en casa, porque tiene en perspectivas el campeonato continental y es mejor rodar a todos que intercambiar entre expertos y futuribles. Jordi Ribera, sin embargo, ha completado un equipo experimental, aunque con talento de futuro para el primer equipo nacional, y ya se ve que el portero Sergey Hernández les va a meter presión a Gonzalo y a Corrales: elegido el MVP de la Liga de Campeones, gano el título con el Benfica. Y hoy, a 30 segundos del límte le detuvo a Sanaad el penalti decisivo que dejó el partido en 28-27 (13-16), oro para España, doblete en balonmano porque antes las Guerreras habían derrotado a Croacia en la final.
La sensación que deja el partido, la final, es que España está en ese nivel de creer en sus posibilidades siempre y en todo lugar. Puede jugar de cualquier manera, pero confía en que va a ganar. Tal y como iba el partido en la segunda parte, sólo los jugadores podían ser tan optimistas, porque el juego egipcio es tan peculiar que complica la actividad habitual de sus rivales europeos.
Por ejemplo, no parecía el dia de Garciandía, que en condiciones normales tendria que esconderse por sus errores en el lanzamiento. Sin embargó, apareció en una colgada por encima de la posición del pivote para macar el tanto que ponía a España por delante. Es un detalle, tan solo una pincelada de cosas que pasaron en la pista, porque tras un buen inicio la selección estuvo desaparecida durante más de diez minutos en la que no marcó, con lo cual su ventaja que llegó a ser de tres goles, en el descanso era un déficit de tres tantos: revolcón de seis goles.
Egipto parecía destinada a ganar el partido hasta que Ian Tarrafeta tomó el mando, organizó, decidió por dónde iba el ataque y se salía del guión cuando encontraba rendijas para perforar la meta rival. Lo que simplemente parecía un arreón para maquillar el marcador se convirtió en una remontada en toda regla a partir del eje ofensivo del pivote Jaime Gallego, uno de los jóvenes que más ha rentabilizado esta oportunidad, como el extremo Folqués que le permite a Ribera no tener que cambiar al central al que lleva a la esquina cuando el valenciando está defendiendo en la pista. Buena opción de futuro para los Hispanos, y un espaldarazo para esta hornada que se cuelga una medalla de oro muy dudosa cuando salió de Madrid.