El grave error de Noruega que permitió a España pasar a semifinales
Analizamos la jugada que supuso la pérdida de balón de Noruega y que provocó el gol de Dani Dujshebaev para llevar a España a la prórroga en el Mundial.
El partido de cuartos de final del Mundial de Balonmano entre España y Noruega nos dejó uno de los finales más surrealistas que se han visto sobre una pista de balonmano con el gol sobre la bocina de Dani Dujshebaev. Un tanto que demuestra el pundonor y el coraje de los Hispanos para no rendirse nunca pero que, a su vez, deja en evidencia al equipo de Noruega por el grave error que cometieron.
Con 25-24 a favor de los nórdicos, Torbjorn Bergerund realizó una gran parada a tiro de Álex Dujshebaev a falta de 20 segundos para el final y tras ella, Noruega pidió tiempo muerto para preparar una última jugada con el objetivo de que España no tuviera opción de lanzar.
Una jugada en la que España presionó en toda la pista para dificultar la circulación de balón de Noruega mientras los nórdicos intentaban agotar el tiempo sin intención de tirar, lo que obligó a los colegiados a pitar un aviso de pasivo al no ver intención de ataque del equipo noruego.
Un pasivo que pitaron los colegiados después del cambio de normativa realizado este año por la Federación Internacional de Balonmano (IHF), que recoge que solo se permitirán cuatro pases en vez de seis desde que se levanta el brazo con aviso de pasivo, pitándose el quinto como infracción.
De esta forma la presión de España tuvo éxito hasta provocar la pérdida de Noruega con tan solo cinco segundos para el final del encuentro. Fue entonces cuando O’Sullivan soltó con rapidez el balón en el suelo ya que, de haberlo retenido, le habría supuesto una exclusión al jugador noruego.
Un desliz que no desaprovechó Alex Dujshebaev para poner rápido de nuevo la bola en juego y pasársela a su hermano Dani, que estaba avanzado por delante de la defensa de Noruega, para igualar el partido sobre la bocina y forzar una prórroga en la que España logró el pase a las semifinales en uno de los finales más vibrantes y surrealistas que se recuerdan en la historia del balonmano.