Angustiosa clasificación de los Hispanos para el Mundial

Lo decía en la previa el portero barcelonista Gonzalo Pérez: “Al final del partido se sabrá si los cuatro goles es una buena renta”. Sí, lo ha sido, pero la angustia sufrida durante el choque con Serbia, con el final feliz de la clasificación Mundial, no se supera tan fácil ni con el alivio definitivo, cuando Gonzalo detuvo en el último segundo el lanzamiento de Kos que podía mandar el encuentro a los penaltis: 25-22 (15-11), para un global de 53-54.

El encuentro fue duro, como se esperaba; intenso, como suele ocurrir; pero lo que no se anticipaba es que los serbios hubiesen enjugado la diferencia en 10 minutos: 5-1. Desde entonces Jordi Ribera empezó a rotar jugadores en el centro de la defensa, con Guardiola y Viran Morros, o con Serdio, o con Javi Rodríguez, que resultaría en más útil en el centro del 6-0. Con el madrileño del Barça hubo mejores desplazamientos laterales, más anticipaciones, más recuperaciones. Es decir, la defensa dio un salto de la calidad, ya en la segunda parte.

Lo cierto es que España, sus atacantes claves, parecían un flan. La combinación de Tarrafeta y Casado no estuvo a su nivel, y Ribera metió a Álex Dujshebaev de central, que no funcionó como se esperaba para acabar el choque en su puesto habitual. A la postre, por todo, el más rentables en la primera línea fue Dani Dujsheabev, por goles, asistencias y defensa, pero se quedó sin partido a dos minutos del final, excluido.

En realidad, con Corrales en la portería en la segunda mitad, se empezó a mejorar, pero ahora se pecaba de excesiva precipitación: Serbia no encontraba el camino del ataque en la segunda parte, España cortaba balones, pero desperdició tres contragolpe al inicio la segunda parte con pases precipitados para marcar.

La diferencia se estabilizó en los cuatro tantos para Serbia, hasta llegar al minuto 44: 20-14. Aquí ya no era sólo un problema; ahora la camisa no le llegaba al cuerpo a los aficionados españoles, porque además el portero Milosavljev mantenía su capacidad de negar el gol. Se entró en un momento clave, y España sin saberse bien cómo remontó tres tanto: 21-18, incluso tuvo un 21-19 para tener un final más amable y sencillo. Pues no. Otra vez en situaciones fáciles fallaron Serdio (el balón lo paró el portero rival con las rodillas) y Tarrafeta, ataque al chocar con la defensa, compensadas en parte con un gol imposible de Garciandía manoteado un balón con la derecha, o un tanto de Dani Dujshebaev recuperando un rechace que no atrapó el defensor.

En un minuto se pasaba del ¡está hecho! a la angustia de no saberse nada. Se entró en el último minuto con 25-22, España en inferioridad, con una posesión larga, avisada de pasivo, y en una acción bien trenzada el eléctrico Dani Fernández lanza en el centro del seis metros, y lo repele el portero. Veinte segundos para evitar los penaltis, y ocurre que Kos lanza de cadera, y Gonzalo la para cuando sonaba la bocina. ¡Billete al Mundial! Eso sí, muy sufrido.