Oro incontestable del prodigio holandés de voz aguda y anhelo de anonimato

Ver a Femke Bol correr genera una duda en el cerebro humano porque da la sensación de que no lo hace. Es decir, parece que simplemente trota. Sin embargo, el desplazamiento de su cuerpo es infinitamente más veloz que el de cualquier otra mujer, salvo la estadounidense Sydney McLaughlin. Pero como la extraterrestre de New Jersey decidió en Tokio correr los 400 lisos (logrando la segunda mejor marca de la historia; una barbaridad absoluta a 0.18 centésimas de Marita Koch en 1985 en una época oscura en temas de dopaje de la RDA) y no las vallas, el prodigio holandés de 25 años y 184 centímetros de altura no tiene adversaria.

Oro con 51.54, por delante de la norteamericana Jasmine Jones (52:08; marca personal) y de la eslovaca Emma Zapletalova (53.00; récord nacional de su país). El resto lo da todo en la final planetaria; Femke se da un paseo... y gana. Con una velocidad máxima de 32,76 km/h al paso del mero 75 de a prueba. Bol, casada con el saltador de pértiga belga Ben Broeders, logra de esta manera su 25ª medalla internacional: cuatro olímpicas (un oro, una plata y dos bronces); diez mundiales (tres oros y tres platas al aire libre, y dos oros y dos platas en pista cubierta), y once europeas (cinco oros y un bronce outdoor, y seis oros indoor). Y aún apunta a por otra en la cita planetaria de Japón, ya que tiene previsto disputar el 4x400 (ya fue plata también el sábado pasado en el 4x400 mixto).

Bol es una superestrella mundial que desearía vivir en el anonimato y que está acostumbrada a lidiar con los memes cada vez que triunfa, ya que su agudo tono de voz es usado para ridiculizarla en redes sociales. “No voy a cambiar mi voz. No voy a ir a terapia para aprender a hablar diferente. Simplemente, soy así”, explica. Obsesionada por el perfeccionismo: “Los medios no pueden presionarme más de lo que ya me presiono yo misma. Todo entrenamiento tiene que ser un 10, preferiblemente un 10+. Si no lo es, empiezo a darle vueltas”, revela.

RAI BENJAMIN, REY ENTRE LOS HOMBRES.

Rai Benjamin, oro olímpico en París 202, corrió una prueba portentosa hasta el último obstáculo. El norteamericano iba justo de fuerzas tras su exhibición y al saltar la última valla dio con la suela en el tablón y estuvo muy cerca de irse al suelo. Se rearmó, pero veía como el brasileño Dos Santos y el qatarí Samba se acercaban vertiginosamente. Afortunadamente, para él su renta era grande y se llevó el oro con 46.52, por el 46.84 y el 47.06, respectivamente, de sus dos acompañantes en el podio. Eso sí, con susto porque en principio fue descalificado porque al tirar el obstáculo movió el del nigeriano Nathaniel, pero se vio que no le había molestado y se quedó todo como pasaron la meta. La decepción llegó por parte del plusmarquista mundial con 45.94, el noruego Karsten Warholm que únicamente pudo acabar quinto.

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