Mondo Duplantis se pasa el juego en Tokio: récord mundial con 6,30
El sueco de 25 años gana el oro y bate por 14ª vez la plusmarca universal y demuestra de nuevo que no hay ningún deportista con tanta superioridad sobre sus rivales.


‘Mondo’ Duplantis ha agotado los adjetivos existentes disponibles en el diccionario de la RAE para ensalzar una gesta. El sueco de 25 años, tras ganar la pértiga de los Mundiales de Tokio, ya tiene tres oros mundiales y dos olímpicos. Y 14 récords del mundo. Pero es que eso en el caso del genio nacido en EE UU todo esto se queda corto viéndole competir con la increíble superioridad que tiene respecto a sus rivales, por mucho que el griego ‘Manolo’ Karalis crezca y crezca. Parece que compite contra él, aunque en realidad solo le acompaña. Más que ningún otro eso sí; pero es un guardaespaldas de lujo. Como el equipo que se enfrenta a los Harlem Globettroters. Son muy buenos, llevan el partido aparentemente igualado; sin embargo, saben con total certeza que van a perder.

En Tokio voló al primer intento y sin aparente esfuerzo sobre 5,55; 5,85; 5,95; 6,00; 6,10; y 6,15. Tocaba poner una cifra mágica: 6,30. Los 68.000 espectadores habían olvidado ya si tenían que pasar por el 7-Eleven para comprar la cena, recoger a sus hijos de casa de un vecino o dónde habían guardado la IC Card para regresar en metro. Más de 130.000 ojos miraban fijamente el pasillo de la pértiga. Sin casi respirar, sudando con la humedad. Eso no se piensa, se siente simplemente en Tokio. El primer intento estuvo muy cerca; tocó la barra con la rodilla cuando el cuerpo parecía ya volar por encima en dirección a la colchoneta.

Segunda oportunidad. Más thriller, más espectáculo aún. Genio escénico que a veces parece controlar hasta lo que objetivamente no puede hacerse. Aplausos acompasados desde la grada. Velocidad de 21,73 km/h. Pértiga en la caja, impulso, giro en técnica única simulando una coreografía mágica. El listón se mueve, bota dos veces sobre el soporte... y cae. Cuando el público casi ya celebraba haber visto algo histórico. ‘Mondo’ mira a la grada, hace gestos de tranquilidad con las manos. El mago maneja al público con su chistera de trucos inexplicables. Queda la función final, la de la despedida hasta la siguiente. Lavillenie se le acerca, Kendricks y Karalis simulan cómo irán a celebrar. ‘Mondo’ es el centro del mundo de la pértiga, el rey perenne. Y el fin de la fiesta perfecta no puede ser otro: récord del mundo.

“Estoy tan feliz que no puedo explicarlo. He disfrutado tanto en Tokio estas dos últimas dos semanas que sentía que la única manera de irme de Japón era batiendo el récord mundial. Esa era mi mentalidad. No sé qué me depara el futuro, no me importa. Simplemente disfrutaré de esto. Me sentí muy bien todo el día. Sabía que tenía el récord dentro de mí. Si tengo la pista adecuada, sé que todo es posible. Me alegro de que todo haya salido bien. En cuanto despego, desde la transición del suelo al aire, sé si el salto será válido. Sé si he transferido suficiente energía o si no va a funcionar. La carrera lo dice todo: todo se trata de velocidad. Mientras tenga eso bien, sé que me saldrá bien”, aseguraba ‘Mondo’ en la zona mixta de las entrañas del Estadio Olímpico de Tokio.
“He disfrutado tanto en Tokio estas dos semanas, que sentía que la única manera de irme de Japón era batiendo el récord mundial. Esa era mi mentalidad”
'Mondo' sobre los aficionados japoneses
Desde que en 2020, en Torun (Polonia), franqueara el listón en 6,17 para superar el 6,16 que tenía el francés Renault Lavillenie ha batido el récord mundial catorce veces hasta el 6,30 de hoy. Todas de centímetro en centímetro, la medida de una rebanada de pan de molde, el ancho de una pila AAA. Algo que explica a la perfección, al igual que su motivación: “Tengo que mejorar muchas cosas para saltar un centímetro más alto. Parece poco, pero es mucho. Para mí un centímetro simboliza que sigo progresando. Me encanta el nuevo reto, no desaparecen las ganas. Cada vez es más difícil y eso hace parecer que el desafío no ha hecho más que empezar”.

UNA SUPERESTRELLA ACCESIBLE
Duplantis decidió competir con Suecia con 15 años ya que tiene doble nacionalidad: sueca por su madre, de soltera Helena Hedlund, que fue heptatleta y jugadora de voleibol; y estadounidense por parte de su padre Greg (ahora su entrenador) que también fue pertiguista y llegó a saltar 5,80. El niño volador sigue sumando capítulos en su historia con la pértiga, una sucesión de proezas que anunciaban en lo que se ha convertido. Con 7 años superó 3 metros, con 9 los 4, con 13 los 5, con 18 los 6,05... mientras Bubka con esa edad hacía historia en 1983 al proclamarse campeón del mundo con su mejor marca (5,70). “La pértiga era tan accesible para mí y por eso pude hacerlo tanto y tan a menudo. He estado rodeado de todo lo relacionado con ella desde que era un niño pequeño, como alguien que juega al baloncesto”, explicaba al ‘New York Times’.

El fastuoso deportista, que tiene acuerdos de patrocinio con Puma, Red Bull, Omega, un equipo sueco de apuestas deportivas y una compañía de coches eléctricos, es el tercero de cuatro hermanos con dos pertiguistas más: Andreas (el mayor), que llegó a representar también en un Mundial juvenil, y Johanna (la pequeña) fue tres veces campeona del estado de Louisiana. El otro, Antoine, es jugador de béisbol y fue elegido en la ronda 12 del draft de la MLB de 2019 por los Metz de Nueva York.

Con una sólida relación con la modelo sueca Desire Inglander, es una estrella atípica. Viven en Kungsholmen (una isla en el centro de la capital de Suecia), es cercano, casi accesible y responde de forma sincera, aunque su amplitud de sonrisa desvela que se guarda los datos técnicos fundamentales siempre que habla de sus cambios, mejoras o estrategia ante la competición. Además, su físico se sale del parámetro habitual del pertiguista, ya que mide 1,81, cuando la media de los que han superado los seis metros es de 1,88. “El objetivo es ganarlo todo, quiero ser el mejor saltador de pértiga de todos los tiempos. Intentaré lograr el récord mundial cada vez que tenga la oportunidad”, afirma siempre que se le pregunta sobre ello.

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Con 12 años cambió por completo el palo por el bate y se concentró únicamente en el béisbol... algo que habría impedido disfrutar de este marciano. Afortunadamente, ‘Mondo’ (apelativo que significa ‘el mundo’ y que le pusieron unos amigos italianos de su padre cuando batió el récord mundial infantil con 7 años tras saltar 3,86), reflexionó y siguió saltando. Poco aficionado a la verdura (“prefiero el pollo frito estilo Louisiana”), Duplantis tuvo una infancia extraña, y arriesgada, en la forma de preparar su cuerpo para enfrentarse ahora en un pasillo de saltos, pértiga en mano, a saltar un edificio de dos plantas. “Los niños caían como moscas a diestro y siniestro, se lastimaban continuamente en nuestro patio, pero seguían regresando porque el ambiente era muy divertido. Hubo roturas de brazos, cortes en las piernas, golpes fuertes en la cabeza.... Teníamos un columpio, un tobogán, barras colgantes, un trampolín, una rampa para patinetes, una jaula de bateo, una cuerda que colgaba de la rama de un árbol a seis metros de altura, un foso para el salto con pértiga”, relataba su hermano Andreas. Su hermano pequeño sigue haciendo historia y elevando la marca hasta un límite que no parece.
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