Más precoz que Carl Lewis o Michael Johnson... pero “sin ninguna presión”

El atletismo le viene de familia a Cooper Lutkenhaus (19 de diciembre de 2008). Su madre, Tricia, se clasificó dos veces para el campeonato de Texas formando parte del relevo 4x400 y su padre, George, compitió en ciclismo de fondo y atletismo en su época de estudios. Y sus hermanos también son atletas universitarios: George nada en Adams State y Andrew corre en Tulsa. De esa estirpe ha salido un mediofondista que está haciendo historia en los 800 metros a los 16 años. Con un increíble registro de 1:42.27 (cuarto estadounidense de la historia, sexto del año en el mundo, récord planetario Sub-18 por un segundo y 18º crono de todos los tiempos a nivel absoluto), el estudiante de secundaria de Northwest en Texas se convertirá hoy (en la tercera serie junto a Mariano ‘La Moto’ García, a las 12:53 en España) en Tokio, a los 16 años 8 meses y 28 días, en el más joven atleta norteamericano de siempre en participar en unos Mundiales. Y si llega a la final del sábado (antes tendría las semifinales el jueves) sería el más precoz peleando por un metal planetario en cualquier especialidad del deporte de los deportes.

“Sólo intento mantener todo lo más normal que puedo. Simplemente, intentaré hacerlo lo mejor posible y representar a Estados Unidos de la mejor manera”, asegura Lutkenhaus ante los medios presentes, con AS entre ellos, en la rueda de prensa oficial del Team USA en Tokio. Su talento le ha hecho firmar ya un contrato profesional con Nike (ya formó parte en 2023 de un programa de patrocinio de la firma del ‘swoosh’ que brinda tutoría, equipamiento, oportunidades... a 40 atletas escolares de pista y cross cada año) también el más joven en hacerlo en la historia, para un ‘finisher’ que destrozó ¡por un segundo! el récord planetario Sub-18 que tenía en su poder el etíope Mohamed Aman desde 2011 con 1:43.27.

Representado por Ray Flynn (Flynn Sports) y entrenado por Chris Capeu, entrenador principal de su escuela preparatoria de Northwest, Cooper ha tenido que pedir permiso para faltar unos días en su penúltimo curso de secundaria, que ha comenzado el 13 de agosto. “Tuve hablar con mis profesores y el director... y parece que lo entendieron”, dice entre risas. De trato afable y risueño, Lutkenhaus cumple a la perfección con su idea sobre lo que está viviendo: “Quiero mantener la diversión al máximo, pero también la normalidad. Siento que si el deporte empieza a no ser divertido es que algo no va bien”. Pese a asegurar que no siente “ninguna presión”, sí reconoce que cuando visualiza lo que va a vivir le entran “mariposas en el estómago”. Y avisa: “La preparación ha ido de maravilla, he hecho lo que tenía que hacer”.

El mundo está pendiente de un gran aficionado a la comida mexicana, que idolatra a su compatriota/rival de prueba Bryce Hoppel, que es fan de los Dallas Cowboys, que se relaja antes de correr con música country de John Pardi, Morgan Wallen o Parker McCollum, que disfruta con la serie ‘El joven Sheldon’, que tiene vicio con las galletas Cheez-It, y que fija su gran fuerte en “saber cuándo moverme durante las carreras”. Hoy se hace mayor en el atletismo y espera enfrentarse a lo largo del campeonato a fenómenos de las dos vueltas como Emmanuel Wanyonyi, Marco Arop, Tshepiso Masalela, Donovan Brazier, Djamel Sedjati, Max Burgin, Josh Hoey, Moha Attaoui, Gabriel Tual, Tshepiso Masalela, Mariano ‘La Moto’ García. ¿Qué será capaz de hacer?

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