Álvaro Martín al rescate: bronce en 20 km marcha
El bicampeón del mundo cumple con su papel de aspirante al podio con una sensacional actuación que le da el segundo metal a España en París 2024.
Rayos, truenos y centellas. Así nació el 1 de agosto de 2024. El sol se abrió paso poco a poco porque quería ser protagonista directo del día en el que Álvaro Martín Uriol se colgaba un bronce olímpico en la prueba de 20 km marcha en los Juegos de París. Gloria de nuevo para el vigente bicampeón del mundo. Segunda metal para la delegación española tras el de Fran Garrigós en judo.
Con un retraso de media hora por el aparato eléctrico se daba la salida en un circuito reiterativo de un kilómetro en el Puente de Jena, sobre el río Sena; junto a los jardines del Trocadero, la Torre Eiffel y el Campo de Marte. En el mismo lugar donde se celebró la victoria de los Cien Mil hijos de San Luis en suelo español, Martín ha dejado para la historia una actuación heroica que comenzaba con el guion esperado. Un ritmo alto en cabeza de carrera para ir perdiendo integrantes al paso de los kilómetros. Como un azucarillo al entrar en contacto con el café caliente.
Transcurrido el 25% de la prueba se mantenían 46 marchadores. Mil metros después se reducían a 39. Por supuesto entre ellos la terna española con la joya Paul McGrath (22 años) pegado a Martín y el sólido Diego García-Carrera un poco más atrás. A mitad de recorrido ya eran menos de 30. Martín y McGrath siempre entre los primeros, controlando todo; García-Carrera, integrado en medio del paquete delantero; los tres dejando el pálpito de que la marcha española estaba cerca de una gran gesta. Eso sí, los rivales fuertes estaban con ellos: Stano, Pintado, Karlstrom, Zhang, Ikeda... Ninguno de los favoritos perdía comba. A falta de 5 km, las tres medallas eran cuestión de una veintena.
Había que hacer la selección final, Martín y McGrath esperaban el momento para desencadenar la batalla. Con la mirada imponente de la Torre Eiffel, el italiano Stano cogió el mando para imponer un ritmo que dejara sin aire al que no hubiera llegado al 100%, a esos elegidos que pueden soñar con una medalla olímpica. Cada metro parecía un kilómetro; cada mil metros, una maratón... pero Martín y McGrath no cejaban. Como un yunque golpeaban el suelo con cada pisada, con un marchar elegante y una técnica depurada. Apenas una docena aspiraba ya. Álvaro y Paul entre ellos.
El selecto grupo seguía perdiendo efectivos, pero no los españoles. La medalla parecía cerca. Sin embargo un brutal cambio del brasileño Bonfim acabó con el sueño de McGrath. Martín sí aguantó entre los cuatro elegidos junto al mencionado sudamericano, el ecuatoriano Pintado y el italiano Stano… al que cada vez le costaba más. El último kilómetro decidiría el podio; Martín era una apuesta segura de morder metal. Toque de campana. En la cabeza de Álvaro ese cuarto puesto de Tokio 2020. Había que apretar los dientes, dar la vida. Como siempre hace. Pintado puso el turbo (3:31 el último 1.000), Bonfim intentaba seguirle con Martín adherido como pegamento al brasileño. Pintado era campeón olímpico (1h18:55, Álvaro Martín (1h19:11) subía al podio con el bronce, mientras que Paul McGrath, que se desfondó en el tramo final, terminó decimoséptimo a 1:37 y Diego García Carrera acabó en el puesto trigésimo tercero a 4:15 de Pintado.
El portento de trabajo incansable nacido en Llerena (Extremadura) llegó al rescate del medallero de España. Se quitó la gafas de ratón de biblioteca para enfundarse las mallas de superhéroe; en su caso la camiseta blanca de la Selección. El Clark Kent español ejerció de Superman en París. “Queremos sacarnos la espina de Tokio. Vamos a dar todo lo que tengamos para lograr medallas”, expresaba Martín, que es graduado en Derecho y Ciencias Políticas, y dejó el grupo de entrenamiento con el que trabajaba en Madrid para mudarse a Cieza hace cinco años a las órdenes de José Antonio Carrillo. “He aprendido más de las cosas malas que de las buenas. El camino es duro y las cosas sientan muy bien cuando vienen después de momentos difíciles”. Hoy habrá sentido una feliz similar o incluso superior a la vivida tras su doble oro mundial en la Plaza de los Héroes de Budapest en 2023. Una medalla olímpica es algo único.